Por: J. Miguel Vargas Rosas Horacio Quiroga inunda la habitación con su oscuridad.Profundizarse en tan solo uno de sus libros es como ver en el espejo el rostro de la muerte; observar detenidamente (sin saber qué hacer) el desenlace de nuestra propia defunción, llevándonos a meditar sobre ese límite entre la vida y la muerte, que no es más que una línea finísima. Quiroga no explora el más allá, sino que muestra los últimos días de personajes quizá ficticios o no, pero que en realidad somos nosotros, cada mortal que en su más grande vitalidad cree ser imperecedero o le rehúye la visión a la muerte, siendo al fin y al cabo un simple mortal, que puede morir, incluso, al terminar de leer este texto. Para Quiroga todo marcha a la muerte, todo se muere y se disipa en una jungla, pues la mayoría de los parajes que retrata en sus cuentos, están en la selva o el campo, entregándonos la metáfora que la ciudad misma es una jungla y que la muerte no respeta la urbe, no respet