Navegando en el Acorazado Potemkin (Análisis de Cine)
El Acorazado Potemkin despertó el interés y las inquietudes no solo de los cineastas a nivel mundial, sino también la de los intelectuales, pues Sergei Einsenstein aporta muchas cosas de forma artística y también en el aspecto técnico y sistemático que demanda el séptimo arte, recreando una ficción bastante soberbia en base a una realidad social como es el del motín realizado por los marineros en el navío Potemkin. Y digo soberbia porque lejos de alejarse de la lucha de clases, el director soviético toma posición de clase en favor de los amotinados e incluso de las mayorías sociales. Es por esto que sus personajes obtienen en sus rasgos exteriores, una diferencia abismal de personalidades. Los grandes jefes del navío, así como los militares que más tarde matarán a sangre fría, poseen rostros oscuros y terroríficos, con miradas glaciales casi diabólicas, que nos causa terror o un cierto pavor, mientras que el de los amotinados y del pueblo mismo, sus miradas y rostros delatan