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Mostrando entradas de 2024

Un somero comentario sobre Revolución Caliente

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 Escribe: J. Miguel Vargas Rosas      Está demás manifestar que Rodolfo Ybarra tiene una gran destreza en el uso del lenguaje y en la creación poética, por lo que su novela Revolución caliente (Arteidea, 2020) que sobrepasa las 500 páginas, posee una prosa-poética impecable y dinamismos lingüísticos. Dicha novela trata de reescribir la “auténtica” Historia del Perú, tal como lo señala el subtítulo —y lo hace con un tono controversial y a través de alegorías—, y de esbozar teorías revolucionarias aparentemente aplicadas a los años ochenta y a la modernidad, aunque en un 60% del  discurso narrativo se limita a verter reclamos y protestas contra el sistema imperante, tal como señala Marco Aurelio Denegri: «El texto de Ybarra es un texto de denuncia, de invectiva; son manifestaciones, digamos, propias de los repentes fundados de ira ya desde un punto diferente del discurso para alzar los ánimos en las plazas públicas» . Por tal motivo, hablar sobre la novela de Ybarra es hablar también sob

Sobre el poema «La mujer», de Mariano Melgar

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   Escrito por Julio Carmona        Desde la primera vez que, en una antología poética, leí el soneto de Mariano Melgar (Arequipa, 1790-1815) que, más adelante, voy a transcribir y a comentar o interpretar, quedé convencido de que no solo era un excelente versificador (y eximio hacedor de sonetos) sino que era un poeta a toda prueba. Lo cual no quitaba que sintiera una cierta decepción debida al tema tratado en el poema aludido: «La mujer». La primera impresión que tuve fue: que era un dechado de misoginia, es decir, un soterrado «odio a la mujer», a partir —pensé— de alguna decepción amorosa muy fuerte. Pero, siempre que pude, retorné a su lectura y, con cada una de las que realicé, en sucesivos años, fui modificando esa primera impresión. Hasta que, por fin, he decidido escribir algo que la contradice. Y que, después de transcribir el poema en sí, expondré, detenidamente.      «La mujer» (soneto)      No nació la mujer para querida,      por esquiva, por falsa y por mudable;      y p

«Fieras» de Mariangela Ugarelli y la literatura Weird

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     Escribe J. Miguel Vargas Rosas      Las historias fantásticas o la literatura fantástica en el Perú, ha sido hasta hoy vista con ojos desdeñosos por la crítica literaria, la cual la cataloga de poco seria y la sentencia por no aportar reflexiones relevantes para la explicación de fenómenos sociales o no ayudar a empujar a la sociedad hacia un estadio superior. No obstante, estas historias han pugnado desde mucho tiempo atrás por ganarse un espacio respetuoso en la literatura peruana; debemos recordar que el propio César Vallejo escribió narrativa de corte fantasioso con tintes góticos y hasta escabrosos; también lo hicieron escritores como Abraham Valdelomar, Clemente Palma, entre otros tantos. El intento no ha sido exitoso, pues el realismo ha conservado la corona, aunque ahora se estén abriendo más espacios para la literatura fantástica, la cual aún carece —valgan verdades— de originalidad y calidad altamente considerables, y esto se debe a que es una literatura que básicamente

Mi lectura del libro de cuentos "Hijos de la iglesia"

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     Escribe Julio Carmona        Hace pocos días, recibí el libro titulado “Hijos de la iglesia”, del escritor Miguel Vargas Rosas (aunque eufónicamente lo sugiera, él no tiene nada que ver con el otro Vargas). He leído el libro, en principio, porque me une a su autor una sincera amistad (y comunidad de ideas). Es más, él con mucha generosidad ha opinado (con franqueza sobre algunos textos míos). Y este hecho hace que me sienta impedido de escribir algo sobre el suyo. Pues puede pensarse que estamos haciendo (algo que a ambos nos repugna): la mutua-condecoración, como suelen hacer los de la otra orilla. Pero, aunque se crea lo contrario, no voy a elogiarlo, sino a combinar la censura con la sugerencia.       Los comentaristas que asumimos la visión realista (dejada de herencia por J.C. Mariátegui y César Vallejo) no nos detenemos en el análisis de la forma para demostrar que el libro está bien escrito, porque de no ser así, tampoco tendríamos nada que decir sobre el contenido, ya que