QUIROGA Y SUS MIL ROSTROS DE MUERTE


   Por: J. Miguel Vargas Rosas

       Horacio Quiroga inunda la habitación con su oscuridad.Profundizarse en tan solo uno de sus libros es como ver en el espejo el rostro de la muerte; observar detenidamente (sin saber qué hacer) el desenlace de nuestra propia defunción, llevándonos a meditar sobre ese límite entre la vida y la muerte, que no es más que una línea finísima. Quiroga no explora el más allá, sino que muestra los últimos días de personajes quizá ficticios o no, pero que en realidad somos nosotros, cada mortal que en su más grande vitalidad cree ser imperecedero o le rehúye la visión a la muerte, siendo al fin y al cabo un simple mortal, que puede morir, incluso, al terminar de leer este texto.
Para Quiroga todo marcha a la muerte, todo se muere y se disipa en una jungla, pues la mayoría de los parajes que retrata en sus cuentos, están en la selva o el campo, entregándonos la metáfora que la ciudad misma es una jungla y que la muerte no respeta la urbe, no respeta estratos ni edades, ni el día ni la hora, no tiene compasión, es solo un viento huracanado arrancando de la tierra a quien deba arrancar. Lo que duele es ver el pasado, no haber hecho mucho, haberse quedado estancado; duele también la desolación en la que se sumen nuestras almas, pero duele más saber que dejas en desolación a personas indefensas (si es que las tienes).
El escritor en mención debió beberse el cianuro porque no veía ya un futuro a su vida, deteriorada por la enfermedad, pero debió pensar como sus personajes, tratando de encontrar el sentido de una existencia plagada de sufrimiento; es a esto a donde intenta llegar Quiroga, a filosofar el porqué de la vida, tornándose así en un existencialista, ¿cuál es nuestro objetivo para aferrarnos a la existencia con tanto anhelo?, se asoma a lo policiaco, pero sobresale más en los temas de la muerte: la muerte es prácticamente su obsesión, lo ha perseguido desde la infancia, por eso la retoma en sus cuentos, quiere retarla como quiere increpar a la vida misma, el sentido de ser vida.
Es oscuro como Poe, pero Poe es más espantoso, su romanticismo es espantoso, tiene más suspenso e incluso más oscuridad. Quiroga se centra en lo filosófico, su romanticismo es filosófico y su filosofía va en búsqueda de la sinrazón, acercándose en algunos relatos, como “El Hijo”, a la locura. Finalmente, lo que puede emerger de la obra de Quiroga es que nunca es demasiado temprano ni precoz para emprender los grandes proyectos, realizar las grandes batallas para conquistar los sueños, porque la muerte puede llegar pasado, mañana, hoy o ahora. Y el sentido de la vida, la vamos hallando cada día, cada hora y cada minuto. 



Comentarios

Más populares

La última estocada....

Los cuentos embrujados y norteamericanizados de Roncagliolo