Escepticismo

Escrito por J. Miguel Vargas Rosas Yo había amado a Zulema hasta quedarme sin aliento, sin sangre, sin tiempo, y la había amado hasta los últimos instantes de aquella noche, en la que los serviles cuervos del desamor (a los que usted llamó policías) vinieron por mí; estos me esposaron salvajemente y lanzaron los peores improperios, asegurando que yo había dañado la "memoria" de Zulema, cuando no había hecho otra cosa más que prodigarle un amor sincero y puro; un amor que, jamás, humano alguno podrá proporcionar a otro ser sobre la faz de la tierra. — ¡Ella lleva muerta dos semanas! —gritó un oficial— ¡Estás enfermo!, ¡la desenterraste y la trajiste aquí!, ¿no la ves? —pude sentir la tirria y la repugnancia en sus palabras— ¡Mírala! Y vi, cerca del umbral, un cuerpo, aparentemente femenino, en estado de putrefacción; es decir, lucía hinchado, negro, sin varios dientes y ligeramente carcomido por...