Escepticismo
Escrito por J. Miguel Vargas Rosas
Yo había amado a Zulema hasta quedarme sin aliento, sin sangre, sin tiempo, y la había amado hasta los últimos instantes de aquella noche, en la que los serviles cuervos del desamor (a los que usted llamó policías) vinieron por mí; estos me esposaron salvajemente y lanzaron los peores improperios, asegurando que yo había dañado la "memoria" de Zulema, cuando no había hecho otra cosa más que prodigarle un amor sincero y puro; un amor que, jamás, humano alguno podrá proporcionar a otro ser sobre la faz de la tierra.
— ¡Ella lleva muerta dos semanas! —gritó un oficial— ¡Estás enfermo!, ¡la desenterraste y la trajiste aquí!, ¿no la ves? —pude sentir la tirria y la repugnancia en sus palabras— ¡Mírala!
Y vi, cerca del umbral, un cuerpo, aparentemente femenino, en estado de putrefacción; es decir, lucía hinchado, negro, sin varios dientes y ligeramente carcomido por insectos y roedores. El cuerpo inerte apenas vestía un remedo de vestido largo y costroso y unas balerinas apretadas que recientemente yo le había obsequiado a Zulema.
— ¡Ella no es! —Bramé, ciego de ira— ¡Mienten!, ¡ella no es Zulema!
No podía ser ella, porque Zulema solía recibirme con abrazos y besos cada vez que yo llegaba de la calle, estresado por el tráfago laboral. No había motivo para creerla muerta, pues juntos habíamos vencido al cáncer hacía como dos semanas, aunque ellos aseveraban lo contrario.
— ¡Ella vive! —Exclamé— ¡Vive!, ¡y vendrá a liberarme! ¡Lo verán!
La noche fue un océano asfixiante y la libertad, un anhelado sueño...
ya quiero ver como se desenvuelve la trama de una persona que no logra superar la muerte de su amada..
ResponderEliminarSería interesante
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