«El socialismo ha fracasado», dicen los señores.

  Por: J. Miguel Vargas Rosas  

    Era 1991 cuando se decidió disolver la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la noticia se propaló a nivel mundial, bajo el lema de «el socialismo ha fracasado»; con encono derribaban las estatuas del camarada Lenin y de Stalin.  Se abría Rusia al libre mercado; mediante los medios de comunicación internacionales se trataba de hacer creer que el socialismo había fracasado porque su modelo económico era insostenible y su política era dictatorial. Gorbachov saludaba al mundo con una sonrisa afable bajo su discurso de que «era necesario retractarse» y se convertía así en un «salvador más del mundo». Pero, lo que no informaban a la población mundial, era que en la década del 80 Mijail

Gobachov había iniciado un proceso llamado Perestroika que golpeaba la política-económica del socialismo, como un acto vil de traición, basándose en la farsa de luchar contra el culto a la personalidad de Stalin. Estas medidas, para nada socialistas, sino más bien como parte del proceso de virar la economía y política de la URSS hacia el capitalismo, trajo consigo una crisis profunda y la pagaron las masas trabajadoras que de pronto se vieron despojadas del poder; así en 1990 la crisis económica no tenía precedentes, la inflación se disparó, la industria y la agricultura se dislocó y la URSS dejó de ser la potencia mundial que podía competir sin miedo contra USA. Entonces, para evadir responsabilidades, Gorbachov con el capitalismo y el revisionismo internacional, decidieron echarle la culpa al socialismo: La noticia se propagó bajo el lema «El socialismo fracasó». Sin embargo, la Perestroika no se inició en los 80’s, sino que tenía una política predecesora que se inició tras la muerte de Stalin (1953) y el ascenso al poder de Nikita Jruschov, quien junto a otros habían iniciado el «culto a la personalidad de Stalin», pese a que este se había negado desde un inicio. 

Jruschov, una vez acomodado en el poder, empezaría a combatir la propaganda que él mismo, junto a algunos falsos camaradas, habían iniciado en favor de Stalin, y criticándolo despiadadamente, levantando calumnias en su contra, inició una serie de reformas propias del capitalismo, preparando así la reinstauración del capitalismo en Rusia. Queda de esta forma demostrado que lo que fracasó no fue el socialismo, modelo gracias al cual Rusia llegó a ser una potencia mundial en industria, tecnología, economía, educación, arte y cultura. En el 2018, una encuesta demostraría que el 70% de rusos consideraban que la Perestroika fue un error de Rusia y que deseaban regresar a los tiempos de Stalin, un 15% no sabía ni opinaba, otro 15% (quizá los más jóvenes, influenciados ya por las calumnias contra el socialismo) preferían quedarse en el libre mercado. 

Un rol importante para desenmascarar a los falsos socialistas, jugó la revolución China y el pensamiento de Mao Tsetung. Revolución socialista que alcanzaría el poder en 1949. Mao mostró para entonces los errores políticos de Stalin que venían ya desde la falta de apoyo al PCCH que libraba una guerra civil contra el Kuomintang, y luego criticó también algunas medidas económicas y políticas del líder soviético. Pese a ello, Mao manifestó abiertamente que Stalin era un gran socialista, restándole el 30% de sus fallas. Gracias a los cambios político-económicos implementados por el gobierno socialista chino, hoy el país asiático es una potencia. En sus primeros años de gobierno el analfabetismo en dicho país se redujo del 85% a tan solo 5%. Sería el PCCH y Mao quienes denunciarían públicamente a Jruschov y su alta traición a la clase trabajadora, al PCUS, al legado de Lenin y de Stalin. La muerte de Mao (1976) y el golpe de Estado propiciado por Den Xiaoping, haría que el capitalismo abrazara sueños endebles y anunciara por segunda vez el denominado fracaso del socialismo. Para esto, debían seguir haciendo creer a la opinión pública mundial que el socialismo seguía en China, mientras que Den Xiaoping y secuaces realizaban por la violencia, contra la voluntad popular, reformas hacia el capitalismo. 

       Diez años después de la fundación de la República Popular China por Mao y el PCCH, el 1 de enero de 1959, un grupo de barbudos acompañados del pueblo oprimido de Cuba asaltarían el poder mediante la guerra de guerrillas. Fidel Castro, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y el icónico Ernesto, Che Guevara, serían figuras mundialmente reconocidas por haber logrado el triunfo de una revolución en América Latina. Si bien es cierto que, entre Fidel y el Che hubo una amistad y camaradería irrompible, fue el segundo el que se esmeró en superar su condición de socialista. Buscó alianza con China, llegando a entrevistarse con el propio Mao Tse-tung, mientras que Fidel se quedó fortificando la alianza con la URSS de entonces, encabezado por Jruschov. De esa época data ya las fallas de Castro por establecer un sistema socialista, teniendo en cuenta que estaba alimentado por pensamientos pequeño burgueses. Entonces, emula varias medidas políticas del socialismo, como la enseñanza gratuita, el sistema médico, el desarrollo del arte y la cultura, etc. Pero, su economía no experimenta una modificación netamente socialista. Cuba es un caso particular, pues siendo una isla, la revolución supo devolverle a su pueblo la dignidad y la libertad del imperio norteamericano, pero no pudo liberarse de las medidas que este podía y puede implantar para aislarla, como tampoco pudo liberarse de la opresión socialimperialista china. 

   Hoy, los sabiondos e intelectualoides acéfalos, muchos de ellos catedráticos sin una pizca de pensamiento crítico ni pasión por la investigación, vuelven a clamar: «el socialismo ha fracasado», debido a las protestas que acontecen en la isla, eludiendo que en las protestas también se encuentran los que luchan por dar un paso contundente hacia el socialismo; por lo que el gobierno cubano deberá hablar con ellos de forma directa, garantizando el paso hacia el socialismo. El propio Silvio Rodríguez —cantautor de la revolución cubana— en unas declaraciones, planteó la necesidad de un cambio hacia el verdadero socialismo. Por lo tanto, podemos deducir que el gobierno cubano se estancó en una especie de política nacionalista, sin poder dar un salto cualitativo hacia el socialismo pleno debido también al aislamiento del cual fue víctima, a la alta traición que terminó restaurando el capitalismo en países socialistas y la sujeción al socialimperialismo chino. 

   No, el socialismo no ha fracasado. El socialismo se torna más peligroso que antes para los gobernantes y poderosos del planeta. Ya desde hace unos diez años atrás se ha empezado a intensificar la política fascista en América Latina —ver Ecuador, Brasil, Chile — para reestructurar el neoliberalismo y permitir que las potencias imperialistas mantengan sus colonias, por lo cual es necesario sabotear, someter a la crisis a la isla cubana que actualmente significa, con mayor fuerza, ejemplo de nacionalismo e independencia de la opresión económica a la que ha sometido el imperio norteamericano a los países tercermundistas. A esto le acompaña la lucha despiadada entre las dos potencias, una por conservar sus colonias —USA— para quien es necesario barrer con todo gobierno o política que propugne nacionalización —lo hizo con Morales en Bolivia, lo hace ahora con Canel en Cuba— y de esta forma no permitir la ampliación del ratio de opresión del socialimperialismo Chino —que se gana la confianza de los países antes mencionados— que va ingresando a América Latina con mayor fuerza.  Creemos que uno de los principales problemas de Cuba fue que Fidel Castro anunciara a fines de los 70’s el «fracaso de la lucha armada» como medio para la conquista del poder, empezando así su propio aislamiento de las masas trabajadoras mundiales y dejando de apoyar las revoluciones en los distintos países, cuando lo que correspondía era cambiar la forma de esa lucha armada. 

    Nuestro saludo al gobierno cubano, a las masas trabajadoras de la isla y esperamos el gobierno sepa tratar con los socialistas y con el pueblo cubano, para garantizar una transición pronta hacia un verdadero socialismo y puedan superar la crisis, que implica a su vez, vencer las artimañas macabras del imperialismo para volver a sojuzgar al pueblo hermano de Cuba. Esperamos también, se comprenda a cabalidad, que todo país que aspira conseguir la libertad de la clase trabajadora, necesita impulsar y solidarizarse directamente con las revoluciones de los pueblos de América Latina.  


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