SCORZA, UNA MIRADA AL ESCRITOR




“Mientras los mendigos lloren de frío en la noche,
mi corazón no sonreirá.
Matad a la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
Hay cosas más altas
que llorar el amor en tardes perdidas;
el rumor de un pueblo que despierta,
eso es más bello que el rocío”

Exclamaba el poeta que después se convirtió en narrador de una guerra silenciosa ocurrida en los andes peruanos y que a sus cincuenta y cinco años de edad, sentía verdaderamente que “los locos están afuera y los hombres más sensatos en el manicomio”, frase lanzada por Martín Adán y a quien Manuel Scorza Torres (nacido el 9 de Setiembre de 1928) le empezaba a dar la razón. Scorza que había nacido en Huancavelica, escribía con una nostalgia y una rabia muy profunda: “América no puedo escribir tu nombre sin morirme”, en su poemario “Las Imprecaciones” dedicado a José Carlos Mariátegui, cuando había decidido optar por el camino del marxismo, renunciando a su pasada militancia en el APRA, partido político al que conoció en profundidad y del cual aseguró haber conocido lo oportunista y caduco de sus principios políticos, por lo que en 1953 aproximadamente escribiría su carta de ruptura “Good Bye, mister Haya”, donde daba a conocer toda la política pro-imperialista que manejaba el APRA y lo deshumano que eran los militantes apristas más adiestrados. En 1963, tras su decepción del APRA, se inclinaría hacia la militancia en la izquierda, como él mismo lo dijera, ya que creía correcta la ideología marxista, pese a haber conocido poco sobre ésta.
Manuel Scorza, un romántico empedernido que creara poemarios de amor conyugal, entre los que destaca Los Adioses donde inventara versos mágicos: “Como a todas las muchachas del mundo,/ también a Ella,/ inventáronla/ con sus sueños,/ los hombres que la amaban./ y yo la amaba”, o “A la hora en que parten los adioses,/ el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas/ que vuelen sin cesar sobre tus sueños”; ese mismo romántico apasionado, dulce y nostálgico, que amaba con pureza, anhelaba una revolución social que le devolviera a la patria América, la libertad, la justicia social y el orgullo, para que no siga siendo “La ramera con la que sólo se acuestan los borrachos” o “el muro donde se orinan los gendarmes”; versos dolientes pero llenos de coraje, que Scorza utilizaba para arengar a la América adormecida, pidiendo que estallase en sus entrañas esa rebelión justa y necesaria.
Manuel Scorza perteneció a la denominada Generación del 50, que según los estudios generalizados está enmarcada políticamente con el golpe de Estado de Manuel A. Odría en 1948. Esto sin duda significó una gran transformación en el estilo literario peruano y la profundización de la ideología marxista en las letras nacionales, teniendo en cuenta que la mayoría de artistas de esta Generación reivindicaban la imagen de César Vallejo y el pensamiento de José Carlos Mariátegui. Está considerado dentro de esta Generación el propio Mario Vargas Llosa, en cuyos inicios se hacía llamar izquierdista, “revolucionario” y hasta “marxista”, cosa que no ha sido más que una patraña por parte de este escritor.
Generaciones similares se han dado a nivel mundial, ya que la lucha constante entre la literatura proletaria y la literatura capitalista o pro sistema, se sigue desencadenando en todos los rincones del planeta, pues el arte es un arma que puede alimentar o puede asesinar el alma (conciencia) humana, punto más importante del hombre. Y así como todo lo del mundo, el arte también ha evolucionado en continua lucha de contrarios. Scorza así lo entendió, por ello se dedicó a denunciar con su, hoy conocido realismo mágico, toda la espantosa realidad del trabajador del campo, confirmando de esta manera el pensamiento de Mariátegui, que el Perú era una sociedad semifeudal y semicolonial, situación sociaeconómica que hasta ahora perdura en nuestro país y en gran parte de América Latina. 
Si nos centramos en la literatura de Manuel Scorza, vemos un proceso dialéctico y por ende de superación, sobre todo en su narrativa, que en la actualidad ha sido más promocionada que su poesía. Su narrativa epopéyica, englobada en el ciclo de novelas “La Guerra Silenciosa”, se inicia con Redoble por Rancas (1970), donde nos muestra la destreza con la que maneja las técnicas del Boom Latinoamericano.  Se encuentra en sus novelas,  repercusión de Alejo Carpentier, al utilizar la mitología andina peruana, la cultura de ésta y las canciones del Perú profundo. Manuel Scorza es sin duda alguna el continuador de las obras de Arguedas. Sus obras, como las de José María Arguedas, son universales y siguen vigentes en la actualidad, más aún cuando se ve el asesinato de comunidades campesinas para implantar de forma terrorista el poder de las mineras que no respetan la vida del campesinado, haciéndolos trabajar con sueldos ínfimos y sometiéndolos a vivir en un ambiente no apto para seres humanos. Esto ocurre no sólo en el Perú, sino también en varios países de Latinoamérica.
Scorza, en una entrevista, aseguraba emocionado que la crítica consideraba que su obra empezaba a superar el Boom Latinoamericano. Eran ya tiempos en que la muerte se avecinaba a su corta trayectoria literaria. ¿Cuánto de cierto tiene esta afirmación?: Al analizar las otras obras que conforman “La Guerra Silenciosa”, Historia de Garabombo el Invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979), se descubre en estos el realismo mágico muy desarrollado y profundo, acompañado del lenguaje poético, un lenguaje lleno de metáforas que se ahondarán más con lo ya metafórico que son las mitologías andinas. Sobresale también el alto nivel de las onomatopeyas. Rompe el tiempo constantemente, originándose así los pies quebrados o Flash Backs; introduce también en grandes partes, características propias de la novela psicológica, así como el estudio sociológico de la sociedad peruana. Resalta con gran belleza los epítetos homéricos cogidos por Scorza para sus personajes épicos, tales como: “Nictálope, el que todo lo ve… Nictálope, el negado”, esto va a repetirse en casi todas sus obras y en la mayoría de sus personajes como "Garabombo, el invisibl"e. Surgen personajes fabulados; caballos que hablan con uno de los personajes, además de otros animales que tienen la capacidad de comunicarse entre ellos y con las personas.
(El Nictálope y Manuel Scorza)

Sin embargo es en “La Tumba del Relámpago” (1979) donde empieza a verse una superioridad frente al grupo del Boom Latinoamericano por parte del talento de Manuel Scorza.  En ésta, todos las novedades introducidas a la literatura por el Boom están más profundizadas y superadas gracias a la magia que posee las creencias de la cultura andina peruana; la poesía de Scorza se mezcla con la narrativa de una forma excelente, los espacios-tiempos se rompen con más constancia y el estudio de la psicología de los personajes son abarcados con total hondura. Los personajes de fábula que antes existían, aquí encuentran mucho más relieve e incluso los sucesos naturales como los relámpagos o temblores, cobran vida casi humana. A la vez nos muestra la lucha del humano por controlar esos desastres e incluso es el hombre quien se comunica con esos fenómenos naturales cual si fueran dos seres vivos enfrentándose cara a cara, aunque la naturaleza tiene más poder. Todo esto, sin dejar de lado la lucha de clases en la sociedad de los países del tercer mundo o, “en vías de desarrollo” como hoy se empecinarían en exclamar ciertos intelectuales que no han visto la realidad objetiva en su verdadera dimensión.
“La tumba del relámpago”, según mi modesta opinión, sienta las bases para superar el Boom Latinoamericano, al entremezclar tanta figura literaria poética con la narrativa, al superar el rompimiento del espacio-tiempo moderado, la utilización de localismos en el lenguaje, las onomatopeyas en alto grado, la personificación de los fenómenos naturales y de la naturaleza misma. Relatos fabulados y la sátira para con los de “arriba”, así como el empleo de comedia muy bien logradas. La magia de alto calibre, el relato no tedioso pero sí lo suficientemente minucioso para verlo como en una película. Scorza utilizó para todas sus novelas, la epopeya y también trajo consigo el regreso de los epítetos homéricos.
Scorza es el sucesor de Arguedas, porque el indio o el peruano profundo de Scorza es el mismo que el de Arguedas, un ser humano amoroso, sencillo, apasionado, con su gracia y sus sueños, con sus deseos de libertad y de paz, con su amor irremediable a la tierra, pero también son seres rebeldes ante la injusticia, gente que no duda en usar violencia justa para defender sus derechos ante los atropellos militarizados del Estado. Estos personajes, no ficticios por cierto, son solidarios, tales como los indios de Arguedas en “Todas las Sangres”. Están dispuestos a luchar por implantar una nueva realidad para ellos y para los futuros hombres. Hay en los personajes de Scorza, como en los de Arguedas, el mismo sentimiento que plasma Vallejo para sus personajes del campo en “El Tungsteno”. Scorza al igual que Vallejo y Arguedas deposita en la gente de campo, la esperanza para una nueva sociedad dentro de América Latina, pero siempre señalando que sólo la clase proletaria podrá guiar esa reivindicación. La esperanza parecerá muerta para el lector que desconoce la Tumba del Relámpago, porque la mayoría de las obras del autor tienen un final  trágico, sin embargo en esta última, pese a la derrota, los personajes se muestran esperanzados en la llegada de aquel día en que toda su situación crítica cambie y vuelvan a ser libres.
La muerte, esa mujer oscura que no tiene piedad por nadie, sorprendería a Manuel Scorza el 27 de noviembre de 1983, poco después de haber publicado la novela “La Danza Inmóvil” que rompería con la secuencia de La Guerra Silenciosa, cuando el Boeing 747 vuelo 11 de Avianca, donde viajaba junto a otros intelectuales, se estrelló en una colina cerca a Madrid, truncando así la evolución de la literatura de Scorza y tal vez el inicio de una nueva generación que superaría al Boom Latinoamericano. La obra de este escritor, repercutiría en la sociedad misma, puesto que Héctor Chacón, El Nictálope, sería liberado por el gobierno de Juan Velasco Alvarado y más adelante, guerrilleros del Partido Comunista del Perú aplicarían la llamada “justicia popular” a los  hacendados de la novela Redoble por Rancas, entre ellos la mujer del Doctor Montenegro. 
La obra de Scorza, cuando éste estaba vivo, se había vuelto mundial, recorriendo distintos países y llevando el nombre de nuestro escritor a la cumbre de las letras internacionales. En cuanto a su poesía, podríamos decir que contienen unos versos aparentemente sencillos pero  profundos y metafóricos, llenos de impulsividad, coraje, indignación por la patria América y además contienen un deseo acuciante de transformar la realidad social, es un lamento por el sufrimiento del mundo, acompañados de un ritmo musical, por lo tanto sin llegar al panfleto. América, para Scorza, es un solo país, una sola patria, es un solo hombre con múltiples tradiciones, músicas, etc. Al fin un solo humano que pasa ante la mirada del poeta cojeando, herido y nostálgico. “Alta eres américa, pero qué triste”; en sus versos  reprocha a América con rabia, pero también con ternura de niño que brota con esa melancolía que causa el recuerdo del pasado: “Cuando éramos niños,/y los padres nos negaban diez centavos de fulgor,/a nosotros nos gustaba desterrarnos a los parques,/para que vieran que hacíamos falta,/ y caminaran tras su corazón/ hasta volverse más humildes y pequeños que nosotros. / Entonces era hermoso regresar./ Pero un día parten de verdad los barcos de juguete,/ cruzamos corredores, vergüenzas, años,/ y son las tres de la tarde/ y el sol no calienta la miseria.” (El Desterrado, del libro Las imprecaciones), bastan estos versos para analizar la ternura que en ciertas ocasiones expresa Scorza al hablar de la realidad, pero también bastan estos versos para conocer su metáfora unida a palabras claras y concisas. Los diez centavos de fulgor, son más que diez monedas de dinero, es el fulgor que los niños piden a sus padres, es ese interés que los infantes claman por parte de los padres pero que a veces éstos no se los dan y luego vuelven “Tras su corazón” diría el poeta y es que los padres caminan tras sus tristezas, sus arrepentimientos, tras los propios niños que son su corazón a darles ese “fulgor”, mientras el destierro es descrito en este poema como esa falta de fulgor que los “dueños” de la patria dan frente a sus hijos, a esos hijos que luchan por la libertad. Este poema incluso es un reclamo a la propia patria que suele a veces quedarse inmóvil, sin decir mucho.
Es Scorza, en sus versos, el estudiante de pantalones rotos, el campesino vilipendiado, el obrero explotado, es la propia América que grita indignada. 
 Su poesía romántica es cadenciosa, sutil y nostálgica, dedicados en su mayoría a la pérdida de la amada, al llanto de la desolación en la que sumerge el desamor al corazón del poeta.  En otros poemas elogia a la amada, a quien crea constantemente con sueños y magia. También hace referencia al amor imposible, a quien ve muy alto. Practica el verso sencillo y libre en la mayoría de los casos pero de vez en cuando le brota alguna que otra rima que le da musicalidad a sus versos y utiliza constantemente la metáfora sutil. “Porque la lluvia no empapa/ a los que se pierden/en el bosque de sus sueños relucientes,/ y sus días no terminan/ y son sus noches transparentes.” En esta encontramos una rima elaborada con la frescura de un poema no complicado, y hallamos en este verso la magia que posee la mayoría de sus poemas, hablando del amor con aquel misticismo de cuando se habla de un sueño que nos alegra el alma. Resaltamos también que  Scorza tenía, igual que  Juan Gonzalo Rose, la predilección por los valses, es decir lírica rítmica que pueden ser adaptadas a la música. 
Otro asunto a resaltar en la vida de Manuel Scorza, es su entusiasmo por educar a las masas populares y, afirmando que éstas no leen por el elevado costo de los libros y están apartadas de éstos porque a los poderosos les conviene tener un pueblo inculto para poder someterle a su antojo, decidió impulsar el proyecto de los “Populibros” (1956-1965), consistentes en una serie de libros de alta calidad, de diversos temas, pero de bolsillo que estén al alcance de la gran mayoría social, que es ese mar de trabajadores pobres a los cuales les es difícil costear su sustento diario. Más adelante, como siempre el “altísimo” Mario Vargas Llosa, el que pelea con los intelectuales muertos a los que nunca pudo dar cara estando éstos vivos, en su “Pez en el Agua”, catalogaría este proyecto de Scorza como una gran estafa, ya que según Vargas Llosa, Scorza se enriquecía a costa de los autores. Creer a estas alturas a una voz tan mentirosa como la del, hoy nobel de literatura, es creerle a la mentira viviente. 
Así Scorza quedaría inmortalizado en las letras peruanas. Tuvo una vida agitada, de combate constante contra un sistema político monstruosamente injusto, por la cual fue exiliado dos veces, la primera a penas a sus 20 años de edad tras el golpe de Estado del dictador Odría, donde fue deportado a Francia y en donde aprendería francés, idioma que le ayudaría a conocer obras de maestros literarios en su idioma original. En 1968, por haber estado involucrado en la lucha campesina en los andes peruanos, se vio obligado a abandonar el país, en calidad de refugiado político. De ahí se desprende que Scorza reveló en sus escritos, lo que él había vivido junto al hombre profundo del Perú,  la realidad del campesinado, de sus sufrimientos, de su lucha justa y por ende no pudo mentir, a diferencia de tantos otros escritores que actualmente siguen pincelando al campesino como un ser incivilizado, salvaje y esto se debe precisamente a que tales intelectuales no conocen el Perú profundo, no conocen la realidad del campesinado y tienden a imaginárselo y mostrarlo como un ser deshumanizado, tan sólo para hacer de sus obras un elemento comercial.
Al final lo que queda del ser humano, no es sino lo que se hizo en esta vida. Por eso hay seres que se inmortalizan, hay otros que ya están  muertos incluso estando vivos físicamente. Manuel Scorza quedó enmarcado en la gloria de las letras, gracias al amor del pueblo y a su lucha por el bienestar de éste. Para concluir cabe señalar que pese a la exhaustiva labor de  sus enemigos, los explotadores, los señores dueños de países y de vidas, que han intentado por todos los medios desestimar la obra de Manuel Scorza, para así hundirlo en el más vil olvido, las obras de este escritor relumbran con más fuerza. 

                     Nicolai Korchaguin
                          Hco. 20/10/2015

Comentarios

  1. Gracias x tu aporte.. Ay muchas cosas q desconocía de este escritor..

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  2. Gracias x tu aporte.. Ay muchas cosas q desconocía de este escritor..

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