Literatura para infantes

     Por: J. Miguel Vargas Rosas   


       Hace poco, mientras comentábamos sobre un libro de cuentos, surgió la pregunta de cómo marcha la literatura para niños. No respondí aquella vez, pues decidí ceder la palabra a mis compañeros de mesa. Hoy en día la literatura para niños, al igual que toda la literatura, ha ido evolucionando en su lenguaje como en los temas que trata. Si bien es cierto que la literatura para niños no debe continuar con la línea de los escritores antiguos que indirectamente limitaban en su conducta a los niños con castigos tales como con ser víctimas de brujas, demonios, etc. (afirmación de Santiago Roncagliolo), Sino que se quiere una literatura para niños mucho más liberadora, hay que medir hasta dónde ha marchado esa escritura liberadora.
El arte escrito ha avanzado conforme ha evolucionado la capacidad psicomotora de los niños. El lenguaje se ha hecho más ágil para no caer en ornamentos innecesarios, pero la literatura que propaga el oficialismo es hueca o vacía en contenido, sin embargo, asusta más aún cuando de la forma han extirpado toda estética con el cuento de que “la narrativa moderna ya no debe caer en ornamentos innecesarios”.
      Por lo tanto, tenemos una obra para niños que no impacta para nada en lo psicológico del infante y no le da ninguna sensación estética. Aparte de ello tenemos literaturas vacías de fondo, habíamos señalado; esto quiere decir que no transmite ningún mensaje al niño, salvo el entretenimiento por el entretenimiento, tal cual lo hiciera un dibujo animado que golpea su cabeza contra la pared y peor aún, hay quienes escriben cada sandez donde ya no solo dan cero mensajes, sino que dan mensajes negativos. Esas obras son leídas hoy en día en varios colegios. No tienen la calidad de la literatura para niños de Norteamérica o de Europa, ni en forma ni en fondo. 
         Esa historieta vil de “liberador” nos ha conducido a un callejón oscuro. Nos demuestra por ende que hay una mano invisible que controla esa “literatura liberadora” y con el cuento de “liberadora” establecen en los niños parámetros de conducta, en cierta forma embrutecedoras. 
     Concentrémonos en la célebre palabra “liberador”. Con lo anterior hemos visto que en nada ayuda a liberar al niño, historias huecas y vacías de estética, menos aún cuando se establecen parámetros en su conducta como alcanzándoles mensajes negativos en un manojo de páginas y letras conglomeradas. Ahora bien, centrémonos en quienes hacen literatura con mensajes positivos y estética trabajada; si los analizamos a fondo vemos que también rigen la conducta, el pensamiento y el subconsciente de los niños, esta vez con mensajes individualistas (no es igual una literatura basada en el subjetivismo del autor como las románticas o poemas que la literatura que envía mensajes políticas y educan en el individualismo), tal es el caso de historias que hoy en día se comercializan en las instituciones educativas. Y hay otra, como la de Paco Yunque, que muestra la vida de los niños, cuya condición social los vuelve víctima de injusticias o las que hacían los soviéticos, donde transmitían mensajes colectivos y positivos. Esto, también ayuda a regir o educar pensamientos y la psicología de nuestros niños.
   En conclusión, el arte tiene siempre un factor educador. La cuestión de “liberador” viene al caso cuando se habla si ese factor educador ayuda al individuo a liberarse. El primer caso (utilizado por los capitalistas más simplones) que es la más comercializada hasta ahora y por ende infesta los colegios peruanos, tienden a embrutecer a los niños y el embrutecimiento no puede ser liberador. El segundo caso, donde ubicaría incluso a Roncagliolo, el individualismo y oportunismo, tampoco pueden ser liberadores, pues el hombre logra su liberación cuando la colectividad también conquista esa libertad, por ende, un hombre no puede ser libre cuando oprime a otro y depende de esa opresión para sobresalir. 
         La literatura para niños es difícil de hacerlo, es cierto y lo han afirmado escritores de renombre, no lo puede hacer cualquiera, por lo que se necesita a los escritores más dotados para crear historias que impacten en la conciencia y en el sentimiento del niño, pero también que vele por la integridad y la libertad este. Hoy por hoy, la mano invisible que rige el comercio, implanta en el Perú el reinado de la literatura para niños, el de la primera categoría, la más grotesca y baja. El arte más simplón que pueda dar un sistema de gobierno a sus mentes del mañana.

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