Navegando en la Obra Poética de Juan Gonzalo Rose

       Por: J. Miguel Vargas Rosas
      
     El prólogo que le hicieran en “Obra Poética” (Publicación del entonces Instituto Nacional de Cultura), no es del todo justo para con la imagen y la poesía de Juan Gonzalo Rose; se trata de desvirtuarlo, mostrándolo como un poeta casi regionalista, tierno y hasta católico.  Mas su poesía tiene mucho de sátira contra ese catolicismo, de rebeldía y sí, no se le puede negar, una nostalgia muy profunda. Utilizando un poco “el memorismo” del cual se jacta la prologuista, podríamos decir que esta se equivoca cuando indica con vehemencia que Rose es la voz de “su época y de un lugar”; los versos del escritor transcienden ese lugar al que hace referencia en muchos de sus poemas: la Lima gris “que le parió en un quieto verano”, pues no podemos juzgarlo por unos cuantos versos y encasillarlo como un poeta de Lima nada más. Su poesía trasciende y se vuelve más que limeño al tocar temas universales, que calan en el ser humano, como el amor, el desamor, la religión y la injusticia social, pero ciertamente, al igual que Scorza, inca constantemente en la realidad social peruana, porque es esta la que han enfrentado en carne propia y con mucha más intensidad. Sería como catalogar la poesía de X poeta como poesía solo de X ciudad, tan solo por utilizar el nombre de X ciudad pese a tocar sentimientos o poemas que trascienden esa X ciudad (Ojo, Vallejo también cita a Lima en varios de sus poemas). Otra afirmación en la que diferimos es que Rose se deja influenciar mucho por el catolicismo de su madre; desde nuestro punto de vista, cada vez que le canta a la religión hay una burla entre líneas, muy retórica y muy estética, por cierto. Mas aun cuando informa al rey sobre sus instituciones religiosas y pregunta si habrá justicia o algo bueno para los que se arrodillan ante esas estatuas y no solo para los que las impusieron. Deja entrever la postura de que incluso en la religión se desenvuelve una atroz lucha de clases. Otra crítica a la religión y donde muestra claramente su postura clasista es al concluir “La pregunta” con una interrogante al parecer cándida, pero fulminante: “Ese, no es nuestro Dios, ¿verdad mamá?”
        Por otro lado, habrá que darle razón a la prologuista cuando asegura que Rose practica la poesía modernista; pero no se puede llamar poesía modernista de forma abstracta a la obra de Juan Gonzalo. Hay que ver el análisis que se hace de los dos tipos o vertientes de modernismo que se desarrolla en el Perú. Una, la de Chocano, retrógrada y malsana y la otra, la de Eguren, realmente progresista, con un tono más puro. A Rose se le podría considerar en la segunda vertiente, por el purismo estético que trabaja, pero es inevitable que, en él, en su espíritu que fue combativo contra sus propios demonios, siempre exista crítica social o de clase a favor de los desposeídos. Eso hace de aquella etapa, de influencia Modernista, muy distinta en la poesía de Rose. Este a la par crea un purismo estético muy bien trabajado, lo llena de imágenes muy bien elaboradas, pero a la vez dota a sus versos de cierta mofa contra el estado actual de cosas. 
         Así pues, Juan Gonzalo Rose no solo fue un nostálgico en vida; bien se sabe por testimonios de los que le conocieron, que era un bromista de primera, aunque él no solía reírse de sus propios comentarios humorísticos y mantenía siempre una mirada taciturna cuando bebía en sus bares acostumbrados o en las calles que recorría. Todo este carácter lo vuelca magistralmente en su obra poética.  Compartimos con él que “Para comerse un hombre en el Perú/ hay que sacarle antes las espinas,/ las vísceras heridas,/ los residuos de llanto y de tabaco./ Purificarlo a fuego lento,/ cortarlo a pedacitos/ y servirlo en la mesa con los ojos cerrados,/ mientras se va pensando que nuestro buen gobierno nos protege.”, aunque esto pesa no solo para el Perú…

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