Tiros de gracia....

Por: J. Miguel Vargas Rosas


     Hace ya buen tiempo que José Carlos Mariátegui señalara que Dios como Mito había fallado y que la humanidad necesitaba otro mito que le impulsara hacia adelante. Ayer leí perplejo la noticia sobre la muerte de un colegial de tan solo 16 años de edad, producto del impacto de bala, disparada por uno de sus compañeros en el aula de clases. El sistema, caduco hasta no más, ya no se preocupa en crear un nuevo mito, pues este aún le sirve para sus propósitos y suponer un humanismo en las entrañas del sistema, es engañarse de forma tan vil, porque en todo caso lo que cunde en el mundo es el ansia de poder, un ansia trastocada en ansiedad para los jóvenes, quienes ven en las armas de fuego o en el dinero el único medio para asumir el poder sobre los demás. Este, el Poder (mediante las armas y el dinero) sería un mito sangriento, maquiavélico, con el cual la adolescencia y la juventud cree obtener recién un protagonismo inigualable en medio del mundo miserable que efectivamente se ha tornado descaradamente en un mercado de conciencias; en este se vende y compra casi todo. No sé si el viejo Marx era consciente de cuán amplia era su teoría del fetichismo de la mercancía, pero hoy ha llegado a límites sorprendentes y parece rebasar toda frontera de humanidad. 
      Despojado los jóvenes de un mito concreto, con los sueños destrozados desde infantes, creen (tal como les enseñan los creadores de las guerras o los grandes comerciantes avalados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) que poseer un arma de fuego es de gran relevancia e importancia y solo así se ganarán el respeto de los demás. Esto refleja la idiosincrasia que están cultivando en nosotros, quienes seguimos siendo ratones de laboratorio, a los cuales sumen en la más macabra oscuridad. Los padres en shock, llevan de las manos a sus hijos y los valoran por primera vez, besándolos en el rostro, abrazándolos impetuosos, porque minutos antes los daban por muertos. ¿Cuál otra explicación podría darse a que un muchacho de 15 años de edad lleve el arma de quien fuere al aula de clase?, ¿qué juicio podría arrojarse al hecho de que los muchachos se pongan a jugar con un arma de fuego en pleno salón de clase y por accidente se disparen? Las respuestas a estas serían las mismas para el cuestionamiento sobre más de mil ochocientos muertos en los primeros meses del 2018 en el “País de la Libertad” (Estados Unidos) y un promedio de 30 tiroteos múltiples en dicha potencia mundial: el de la cultura de la guerra, del fin justifica los medios, la de la consecución del poder a diestra y siniestra, acompañado de una política de abandono y de indiferencia a la niñez y a las juventudes.
       Mientras me fumo un cigarrillo, pienso en la profesora que nos da indicaciones de estar atentos para evitar un suceso similar en nuestra institución, pero yo trato de investigar más a fondo, de desenterrar todo este misticismo que encierra el proceder de ciertas capas juveniles.  

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