Tiempos Recios y el cinismo polìtico

Por: J. Miguel Vargas Rosas


        Sería fácil y simplón de nuestra parte colocar a Vargas Llosa dentro de la corriente naturalista, pues pareciera que sus obras (sobre todo las más recientes) trataran de mostrar la inmoralidad imperante en las clases altas de nuestros tiempos. Sí, sería un naturalista, salvo porque él no critica esa inmoralidad, sino que lo muestra como un camino a seguir y es él declarado partidario de esa moralidad; por eso, él a diferencia de los naturalistas, no se hunde en el pesimismo, sino que se alza en la algarabía rimbombante de las clases explotadoras. 
       “Tiempos Recios” es pues su novela mejor lograda de todo el conjunto de textos publicados por Vargas Llosa recientemente. Su calidad, lógicamente, es baja. Ya las técnicas que alguna vez lo hicieron un escritor tecnicista, van desapareciendo y su destreza va decayendo. Sin embargo, a comparación de Cinco Esquinas, Tiempos Recios hace regresar un poco al Vargas Llosa de antes en cuanto a literatura. Muestra en toda su amplitud cómo los Estados Unidos de Norteamérica interfiere en las políticas de los países de América a su conveniencia y antojo. Pareciera pues una crítica letal contra el imperialismo norteamericano, sino fuera porque el autor toma parte nuevamente del imperialismo. Su cinismo para proteger la dictadura de este, llega al extremo de sugerir que uno de los golpes militares-con participación directa de Norteamérica- dados en la historia no debió ocurrir de la manera en que suscitó, porque hacía despertar el odio del pueblo americano en contra de la llamada democracia capitalista. No condena  el golpe de Estado o la interferencia del imperialismo en las democracias de los países tercermundistas, sino que le sugiere interferir de forma sutil, sin despertar la indignación justa de los pueblos. 
     A lo largo de su trayectoria, Vargas Llosa detestó a las capas populares y esa repugnancia lo vemos en “Lituma en los Andes”. Detestó el marxismo, pese a que en debates constantes su liberalismo se ve dañado (por lo que sería un defensor muy débil del mismo), por eso es que todo socialista en su obra es pintado de violador (La guerra del fin del mudo) o el simple hecho de ser un revolucionario, es causal para ser descrito como un loco fanático o simplemente un homosexual a quien hay que ridiculizarlo con eso más que destacar su obra (El sueño del Celta), pero lejos de eso, Vargas Llosa llega al cinismo extremo con “Tiempos Recios”, pues si bien es cierto que muestra la manipulación de Estados Unidos en la política interna de los países subdesarrollados, y podría levantar la ira de las masas, el autor direcciona y trata de suavizar el impacto, izando la bandera de la moralidad podrida de las clases poderosas y con sugerencias tan bárbaras como la que hace al final.
          En esto también, no hallamos el pesimismo en Vargas Llosa, sino la alegría de que la democracia haya sido impuesta por un Estado ajeno y explotador de los demás Estados que son débiles. Estamos pues ante la obra creada por una mente cada vez más ridícula que intenta defender lo indefendible. Creemos necesario finalizar, afirmando que se trata de una crónica en la medida que trata de ser un relato de sucesos históricos objetivos y sin embargo se entremezcla con la ficción novelística, ya que hay pasajes constantes de la psicología de sus personajes, y toda la trama cuenta con un narrador omnisciente.  

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