El doctor Zhivago: la pequeña burguesía estrellándose contra la revolución

Por: J. Miguel Vargas Rosas


         Boris Pasternak hace uso de un lenguaje fluido y muy bien elaborado en su novela “El Doctor Zhivago”; donde muestra una prosa-poética profunda, logrando crear imágenes no solo descriptivas, sino también metafóricas, digno de un gran poeta. La historia es lineal, centrándose sobre todo en la llamada “guerra civil” que atravesó Rusia después del triunfo de la revolución de Octubre y ahí es donde cala el enigma de “El Doctor Zhivago”, pues muchos enemigos del socialismo han hecho de esta novela una especie de arma, para ir contra la Unión Soviética y el modelo socialista en general. Hay que puntualizar que “El Doctor Zhivago” es una novela que en muchas partes cae en lo subjetivo, por lo que no se le podría catalogar de realista. 
         La narración se centra en un médico que sirve en la primera guerra mundial al imperio zarista, pero es ante todo un individuo de clase media alta, que se estrellará contra el cambio brusco que trae la revolución. A Zhivago todo lo de la revolución le incomoda; hay pues en él una mala predisposición ante el nuevo sistema, que el pueblo abala y sostiene a base de sacrificio. De ahí que no comprende nada, ni hace el mínimo esfuerzo por comprender la nueva sociedad de los soviets. La visión de este, por el contrario, es muy egocentrista y por ende individualista; se niega a ver la crisis que ha traído la primera guerra mundial a Rusia, que los obliga a subsistir en condiciones precarias. Su carácter, acostumbrado a la comodidad antigua, sufre ante la carencia de alimentos. Él solo increpa, se queja, maldice incluso al marxismo, pero no analiza objetivamente las causas de aquella crisis, que son la guerra imperialista y la campaña de sabotaje que llevan a cabo los llamados “blancos”. 
         Hay en el doctor Zhivago una lucha interna, por acoplarse al nuevo sistema, pero también por volver a su antigua vida acomodada. Seríamos muy ciegos si no consideramos esta lucha interna del personaje como la lucha interna por la que atraviesa el propio Pasternak. Zhivago es pues la representación de los rezagos del capitalismo; así el triángulo amoroso que crea con su esposa y con la compañera suya Lara, es la moral que deja el capitalismo, pero a esto se suma la sumisión de Lara a la autoridad de Zhivago, superviviendo en ellos el machismo que en el nuevo sistema se derrumbaba. Critica ácidamente lo cruel que puede volver a los soldados una guerra, pero critica también y le incomoda el romanticismo de los soldados buenos, que sueñan con una sociedad más justa para todos, y esperanzados le comentan a él que pronto vencerán la guerra y que ya no habrá el bando de los blancos que lo saboteen y tendrán una vida mejor para todos. Zhivago detesta oír ese discurso. Plenamente detesta todo. Su posición llega a un clímax cuando en pleno enfrentamiento, desea ávido pasarse al bando de “los blancos” y aún así termina disparando contra estos. Solo trata, por ende, de salvar su vida a toda costa.  
        Esa repugnancia hacia el nuevo orden, por haberle quitado ciertos privilegios, conduce tanto a la obra y al autor a los caminos insensatos del existencialismo de Camus. Pese a todo ello, acabada la guerra, Zhivago goza de reputación, muere tranquilamente de un paro cardiaco al parecer y su familia, más adelante sirve al poder de los Soviets con altos cargos. La novela concluye, desde mi óptica de lector, con la muerte del médico. Sin embargo, Pasternak quiere mostrar lo que existe después de la segunda guerra mundial. Como si lo hubiesen armado de verdad contra el socialismo, quiere puntualizar en los errores que supuestamente tiene este, incluso abandonando la temática central de su obra. Muestra a soldados que han asumido castigos, pero que sirven lealmente al poder de los soviets y este reconoce a las mártires femeninas que han luchado en la segunda guerra mundial. El propio hermano del médico es quien asume un cargo marcial. 
         Hay que reconocerle el haber puntualizado en uno de los gravísimos errores cometidos por Stalin en su época: la llamada purga, por ejemplo. Sin embargo, esta obra no es en lo más mínimo un arma válido ni mucho menos temible para combatir el socialismo, pues es ficticia en cuanto solo está sustentado en las prejuicios e imaginación de un solo personaje y dentro de esto, se puede refutar el comportamiento y la visión individualista del mismo. 

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