Comentarios sobre "Confieso que he vivido" de Neruda

Escrito por J. Miguel Vargas Rosas     

    Pablo Neruda resulta por ratos admirable, por otros ratos causa hilaridad y en otros le brota sin que él lo anticipe su lado narcisista y pedante. Sin duda podríamos decir que fue un marxista en política a secas, pero no asumió el marxismo como parte de su vida, tal cual lo hicieran otros poetas, entre los que sobresale César Vallejo. Todo esto reflejado en su libro “Confieso que he vivido”, en el cual es inevitable destacar su lirismo poético como parte de la cotidianidad, y que nos muestra a un escritor que ha hecho de la poesía su forma de expresión, de vivir, de morir.

El Neruda narcisista se deja entrever cuando el autor muestra su don de seductor innato para con las mujeres y lo hace de manera tan frecuente que a veces resulta motivo de burla por parte del lector, además de que se toma la autoridad de calificar y clasificar a las mujeres en “bellas” y “feas”, lo cual lo conduce a un espíritu tan superfluo brotado precisamente del narcisismo al que nos referimos. Además de ello, se empecina en mostrarnos la admiración que sienten los artistas varones por su obra literaria y por él como hombre, sin nada de modestia.  Entre estas historias que narra con mucha efusividad Pablo Neruda o Neftalí Reyes Basualto, me llamó bastante la atención el encuentro con nuestro vate César Vallejo, quien en palabras de Neruda, se acerca a abrazarlo con mucha admiración y demasiada sumisión para exclamar: «Oh, Pablo, es usted el mejor poeta de toda América», a lo que Neruda replica: «Por favor, César. Solo tráteme como Pablo, que conmigo no van esos halagos». Resulta tan difícil de creer que un César Vallejo, tan crítico para con la literatura de su época y la literatura pasada, se refiriese así frente a Neruda, que creo habría que introducirse a una investigación minuciosa para comprobar la veracidad de dicho relato. 


La otra narración impactante que hace Neruda, en su aspecto narcisista y que ha sido en los últimos tiempos muy citado por enemigos del socialismo, sobre todo, es la de la negra aquella a quien Pablo aprovechándose de su sumisión, de su silencio casi de muda, lleva a la cama y la fornica. El relato muestra un tiempo en el que, al igual que en el Perú gamonal, las nativas de los lugares oprimidos por las potencias, eran utilizadas como simples objetos destinados a satisfacer las urgencias sexuales de los “señores” y en esta época nos ubica Neruda para relatar aquel hecho cometido por él, del cual se muestra algo arrepentido. Y nos coloca en esa época como una forma de mostrar lo malo que era el sistema colonial, el cómo quitaban lo humano de las comunidades nativas hasta convertirles en simples objetos sumisos, porque el acto sexual que comete Neruda no encuentra resistencia alguna por parte de la mujer como tampoco la aprobación de la misma. Pablo Neruda narra este episodio como parte de su juventud en un sistema opresor, con una mentalidad que aún ni siquiera se asomaba al marxismo, sino corrompida por el ambiente en el que le tocó vivir (diplomático). 

Por otro lado, está el Neruda que empieza a sentir el dolor de los desposeídos y lo hace madurar, sin dejar de lado ese espíritu de niño engreído a quien le gusta que le alaben no solo como persona, sino también por sus obras. Sus viajes a la Unión Soviética, donde no conoce a Stalin, pero logra escuchar su voz y oye hablar sobre él con gran admiración y respeto. Luego, el largo viaje a la China Socialista presidida por Mao Tse-tung de quien cuenta que, en momentos de crisis, este último canceló y prohibió cualquier festejo en honor a sus cumpleaños, para seguir bregando por la construcción del socialismo en China. La amistad entrañable con Lorca, Vallejo y otros poetas sobresalientes de su época, como que llenan de magia, de realismo y de dolor, a sus lectores. Faltaba más, también comenta sobre su afinidad a la revolución cubana y la fidelidad a Salvador Allende, a quien, a decir de él, lo matan porque soñaba con construir un Chile mejor para los chilenos. 

Sin embargo, casi el 30% de “Confieso que he vivido” como que resulta desencantador para los lectores efusivos de la poesía romántica y social de Neruda, por el individualismo que profesa en las primeras páginas y la pedantería acompañada de una juventud poco romántica. 


Comentarios

Más populares

La última estocada....

Los cuentos embrujados y norteamericanizados de Roncagliolo