Puerto poesía de Ana María Intili: El amor en su complejidad
Escribe J. Miguel Vargas Rosas
Los textos reunidos en Puerto poesía (Ed. El gato descalzo, 2017), tal como lo indica la Nota Editorial, es una selección de poemas publicados por Ana María Intili en sus poemarios Niña de San Miguel y Retorno y otros poemas. En dicha colección, los versos fluyen con una ternura genuina que empapa la expresión de un amor sincero no solo hacia sus seres más cercanos, sino al entorno humano en general; es decir, a la naturaleza o a su tierra como proveedora primaria de las riquezas; a la patria como un concepto amplio y complejo; a la diversidad cultural en la cual bien puede encajar ella; a personajes históricos y personalidades literarias. Aunque Intili se incline más por asumir el deber para con la palabra y la literatura, construyendo en ellas una fortaleza o muralla desde la cual batalla contra el dolor, contra las injusticias y las desavenencias oportunistas, no se le puede considerar una poeta “pura” ni desentendida de la problemática que flagela nuestro tiempo.
Su ternura y amor son como helechos pigmentados por el espíritu de una niña; como todo niño, la poeta resulta sincera y rebelde. Puerto poesía empieza profesando un amor a sus raíces y a lo heredado por sus ancestros, pero estos se constituyen en una simbología de algo más complejo.
«hunde tus manos
en la masa del recuerdo
saca los pedazos
júntalos
únetelos
átalos
reconocerás tu sangre
late en las cenizas
de los que se fueron» (p. 16)
«qué pocas son mis palabras
para expresar
lo más profundo de la tierra
lo que fertilizó
en el jardín que sembraste
vives y esa vida de infinita paciencia
convertida en cosecha diaria
se hace regalo de amor entre las dos» (p. 17)
La forma dialógica establece un parangón entre la fertilidad de la mujer y la de la tierra; incluso cuando sentencia “esa vida de infinita paciencia” la mujer como madre es comparada con la madre tierra, pues la paciencia de esta última la conduce a soportar los peores maltratos propinados por los hombres o por el sistema de producción y aun así espera, paciente, la transformación social. Estas figuras literarias no son esbozadas como simplones y huecos juegos de palabras; por el contrario, contienen un propósito que también se ve reflejado en el poema “Hijo, sabes?” al sentenciar lo siguiente:
«Hijo
sabes qué quieres?
que tu palabra sea escuchada
justa
entendida
quieres SER
vivir en LIBERTAD» (p. 26)
Fíjese en lo lúdico de la estructura poética, pues si concebimos como anagrama lo destacado por la poeta en mayúsculas, inferimos que el hijo “quiere SER LIBERTAD”; en otras palabras, quiere llevar libertad a otros y ser al mismo tiempo libre. Pero si respetamos el orden común de la redacción, el hijo “quiere SER” (lo que implica libertad para ser lo que es o será) y “vivir en LIBERTAD” (concepto amplio que involucra la libertad de los demás). Su metáfora aflora con mayor aplomo en el poema “Palabras como piedras”, en donde abandona la forma cuasidialógica que predomina en el libro para convertirse en una especie de clamor o plegaria. Si aplicamos la sinécdoque, las “Palabras” representan a los Humanos y, según la voz poética, las “palabras” no son un carnaval, sino «palabras heridas en sus alas» (p. 44); es decir, “humanos” que han perdido violentamente la libertad. El poema prosigue:
«… torre de piedras llena de palabras
piedra cuchillo
piedra morada
piedra tardía
piedra que late
descalza» (p. 44)
La anáfora resalta la “piedra”, pues cada piedra tiene palabras y la “palabra”, por ende, puede poseer o herir como cuchillo, puede ser una morada, puede ser tardía o milenaria, pero sobre todo son palabras que laten descalzas, pobres, hambrientas, abandonadas. Hay que precisar que el poema está dedicado a Mohammadi Ashtiani, mujer condenada a morir lapidada por el delito de “adulterio” en Irán. Más adelante, expondrá su aprecio y admiración a César Vallejo en el poema “En París con aguacero”.
«Cuántas veces tu nombre
cuántos poemas en el aire
cuánta frente de tu frente
cuánta Rusia en tus pupilas
cuánta España en la nostalgia
cuánto Picasso retratando
Franco y su guadaña» (p. 46)
La figura sarcástica de Franco y su guadaña que simboliza el fascismo y el terror o la figura de Rusia en las pupilas, como la libertad en los ojos del que anhela un nuevo mundo para todos. Siguiendo la línea plasmada por Vallejo en “España aparta de mí este cáliz” aparecen dos poemas sobre la guerra y la migración masiva desde países sumidos en la miseria a otras latitudes donde los “humanos” serán solo forasteros. Para estos, la poeta posee un cariño maternal.
«Traes el río en el canto
la noche dormida en tu ropaje
en ti habita la primavera
el estío el otoño
¡el verano!» (p. 56)
Hay, en las palabras de Intili, una ternura fresca y amorosa. Es más, el amor sale a pasearse entre sus palabras con su complejidad y amplitud, porque también se presencia el amor a la pareja, al hijo, a la madre, a la abuela, a su árbol genealógico y también se aprecia el canto al amor frustrado, el cual llega a su máximo esplendor en “Mujer sauce”:
«…busco en tus besos
ese abismo que me salva
de morir
en la isla del espanto
sola
desnuda» (p. 30)
El amor es aquello que nos salva o nos permite evadir a la muerte, resucitando constantemente en la memoria individual y colectiva, fundidos en una hermandad irrompible. Intili, en conclusión, intenta demostrar que la poesía es más que un simple goce estético o un oficio inservible; asume más bien una función determinada en la sociedad, tal como lo manifestó T.S. Eliot.
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