La Curiosidad Mató al Gato....

Por: J. Miguel Vargas Rosas

         "La curiosidad mató al gato", es una frase que no tuve en cuenta cuando por curiosidad decidí comprar una de esos tantos libros que se han puesto de moda hoy en día, porque lo escriben ciertos personajes de la farándula. 
        "La Burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores"; clamaba Mariátegui al referirse acerca del arte capitalista, cuyo ejemplo es el autor de la siguiente obra que comentaré, pues este no se muestra sino como el clásico hombre que se cree dar de ejemplo pero finge humildad para disimular.
Esta vez me sorprendió, al adquirir el libro, el hallar una introducción escrito por el reconocido escritor Oswaldo Reynoso y se trata nada más que de la obra “Nosotros Matamos Menos” de Beto Ortiz, donde recibe elogios del primero, para mí (como lector) demasiado exagerados.
Libro que pretende ser una recopilación de Crónicas que el mencionado autor ha publicado en diarios o revistas, que sin embargo como crónicas literarias son vacías, sin mucho impacto, sin esa profundidad necesaria que debe llevar cualquier libro para calar en el alma o en el consciente y/o subconsciente del lector.
Trataré de comentar escuetamente este libro. Toca, entre tantas, la temática del asesinato y violaciones de niños que hoy en día se ha hecho ya muy común, (triste intento de este sujeto que tiene en su haber denuncias por tocamientos indebidos y hasta ultraje contra menores de edad), toca este tema con la más fiel frialdad de los que fingen sentir algo por los demás, pero que siempre viven escondiéndose en sus lujos y pompas, impidiéndoles sentir el verdadero dolor ajeno.
Como ya lo mencioné, según mi opinión como lector, aquel libro tiene muy baja calidad literaria. Para mí, no ingresa en el corazón del lector. Está muy lejos de lo que Reynoso habla en la introducción, no es una narración desgarradora ni siquiera cruda (conste que he leído libros de crónicas muy a menudo). 
     Beto Ortiz hace otro intento al tocar diversas temáticas, pero siempre falla como escritor preocupado por lo social. Como hombre que siente fuera de su ego, casi casi es un bloque de hielo que intenta vestirse de sentimental y con falta de cierto talento para atraer lectores.
La gran mayoría de sus frases en este libro, no son sino sacadas de extractos de canciones, a los cuales él suele cambiar las letras por unas que él cree que sonaría mejor y así las hace suyas. Utiliza el lenguaje popular e incluso vulgar, que es exaltado por Reynoso, pero no hay nada creativo en él. Escribe frases populares, pero las más simples de todo el ámbito peruano.
Lo único en lo que sobresale es en lucir las pompas y lujos con las que vive. Por ratos según él intenta renunciar a sus comodidades (vano pretexto para lucir lo que él goza)  pero reconoce que no puede, que los necesita. ¿Es cierto esto?, ¿vivir con tanta pompa y degradación es necesaria?, en muchos capítulos funge incluso de defensor del homosexualismo, poniéndose en la condición de haber nacido como tal, sin embargo se convierte en el defensor de la degradación capitalista, en la inmoralidad campante de la modernidad.  
No digo que se vuelve defensor de la degradación capitalista sólo por el simple hecho de declararse homosexual desde nacimiento, sino que aquí vienen las interrogantes: ¿Si es homosexual de nacimiento como es que se acuesta también con mujeres?, he aquí en el que él se pone como defensor de la inmoralidad pública, de la degradación de una cultura podrida. Declara haber tenido intimidad tanto con varones como con mujeres y de hacer más cosas degradantes, a lo que él llama “libertad”, ¿eso es libertad o libertinaje?, ¿Eso es en el último de los casos homosexualismo de nacimiento? vaya contradicción....      
Su obra no es sino una herramienta al servicio de los poderosos, al servicio de embrutecer a las multitudes. En su supuesta lucha pro-homosexual utiliza a un niño que era apasionado al arte de la danza y él asegura que era homosexual, mas en toda la historia sólo dem
uestra que el pequeño había sido marginado por el arte que practicaba y por ello decidió quitarse la vida.
Tremendo error el suyo al querer criticar el pan cuando se debió criticar el vino. Critica la supuesta homofobia, pero a lo que asistimos en esta historia no es sino a una educación y sistema político-social machista, que aún perdura en nuestra sociedad. Machista porque según el razonamiento de este sistema, el hombre debe hacer cosas de hombre y un arte como la danza (según el pensamiento machista) no lo es, pues el niño a temprana edad jamás declaró haber sido homosexual.
       Toca temas políticos pero muy ligeros, sin sustentos maduros, por lo menos no en este libro. 
      Sin embargo hay que reconocer también lo logrado por el señor Beto Ortiz (en fin hay que verle el lado positivo a la inversión muy poco productiva realizado al adquirir el libro), sobresale en lo que señala Oswaldo Reynoso del manejo ligero y bien logrado al combinar su lenguaje con palabras populares y jergas.
       En uno o dos crónicas de las 35 aproximadamente que contiene el libro, se asoma a lo romántico, donde en ciertas partes sí logra un buen acabado, consiguiendo en cierto modo conmover. 
      He hablado brevemente sobre esto, pero cabe resaltar que Ortiz también toca el tema de la muerte, pero de una manera muy simple, muy apagada, no transmite gran cosa. Dice no temerle a la muerte, pero parece que sí y por eso toca esos temas de lejos, como si de lejos intentara con los ojos cerrados por el espanto, tocar la tersa piel de la misteriosa muerte. 
         No comparto lo dicho por Reynoso de que esto trascenderá en la historia. Lastimosamente no lo comparto y al final la historia hablará por sí misma… sólo la historia juzga y juzgará nuestro final…

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