El intestino de "Género y conflicto armado en el Perú"

Por: J. Miguel Vargas Rosas


         El conjunto de artículos que se recopilan en este libro, es muy sugerente, pues utiliza una amplia bibliografía y da mayor relevancia a una clase de fuente (a pesar de contar con variabilidad de estas): testimonios de los militantes de las organizaciones subversivas, que operaron en el interior del país como fuera de este. De esta manera busca ser objetivo y romper el estereotipo de escribir desde fuera, o sin reconocer las versiones de los que participaron directamente y a los que comúnmente, en un sector de la intelectualidad, se les llama “terroristas”, y se les muestra al público como monstruos sin entrañas.
Al ceñirse a la objetividad, solo puede mostrar las falencias que pesaban sobre dichas organizaciones, tales como el machismo. Tema a tratar con mayor detenimiento. El machismo que decían combatir las propias organizaciones subversivas, sobrevivía y sobrevivió entre sus filas, mientras que la dirigencia e incluso las propias mujeres militantes, mostraron poco interés en realizar un proceso educativo para desterrar aquel mal de la conciencia de los llamados “hombres nuevos”. Enlazada a esta realidad, se suma la tergiversación del marxismo (principio que decían seguir el PCP-SL y el MRTA en el Perú) y, por ende, el desviamiento de los movimientos subversivos que en poco tiempo, trastocaron su política en una ideología “militarista” que implantará zozobra y terror entre las masas mismas, por las que, ellos decían luchar.
Todo esto lo dicen los propios escritores, sin necesidad de rezongar como lo hacen los intelectuales de mente cerrada, sino utilizando testimonios de los propios participantes directos y utilizando datos estadísticos, así como recopilación de informaciones veraces dentro de la comunidad peruana que sufrió este conflicto armado cruento. Pero también, de todo esto, surgen imágenes que parecen conservar una aureola de idealismo positivo como Edith Lagos, Mezitch, entre otros: jóvenes  imbuidos por una voluntad real de crear una sociedad mejor.
       Esto (la ideología militarista), desencadenará la pronta caída del MRTA y el PCP-SL, pero a la vez se demostrará que no hubo una fuerte organización pues todo se sujetaba en base a las cúpulas o dirigentes, que habían sido idealizados de una forma mitológica, violando así los principios del propio marxismo, que pide cero dogmatismos. Después de la caída de los directivos, principalmente en el PCP-SL, surgirá una especie de trifulca entre militantes-dirigentes y entre los propios dirigentes, pues, según los articulistas (que muestran datos fehacientes), es en el Perú donde los máximos dirigentes no pidieron acuerdo de paz antes de caer y ya dentro de prisión, ni siquiera se preocuparon por los que quedaban fuera o por los que estaban en prisiones. Peor aún, no llegaron a ningún acuerdo y se pidió a los que estaban libres que se rindieran sin pedir garantías para su reinserción a la sociedad, como sí ocurrió en otros países. 
El descontento entonces creció entre sus propios militantes, pues de parte de la dirección no hubo la llamada “cuota de sangre” que se pedía en los años 80. El texto busca ser un estudio sociológico, mostrando con fidelidad aquellos testimonios de los que ahora están detenidos o purgaron condena por más de 20 años y es por eso que da una mirada amplia de cómo era la sociedad en los 60 y 70, época pre conflicto armado, además de graficar un perfil de los que participaron en este proceso violento.  
      El libro pone el dedo en las heridas que subyacen todavía, increpando a la propia dirigencia, poniendo el asunto sobre la mesa; por ejemplo, la misteriosa muerte de Augusta La Torre, primera mujer de Abimael Guzmán, hasta ahora no esclarecida y su cadáver  no encontrado. Además, observa la estructura de los organismos que, para mí, era muy débil. Por otro lado, me llamó bastante la atención el hecho de que en una entrevista, Elena Iparraguirre afirme que Víctor Zavala (se refiere a Víctor Zavala Cataño) muere en el penal Castro Castro junto a Yovanka Pardavé y es la editorial la que tiene que aclarar que Víctor Zavala sigue vivo. Pues esto, según mi humilde opinión, es un craso error, ya que se demuestra que no llevaban una información real de lo que pasaba con sus militantes ni con sus dirigentes, ¿y esto se debió quizá al burocratismo burgués en el que se encerraron?, ¿burocratismo burgués que decían odiar a morir?
El libro “Género y conflicto armado en el Perú”, prologado por José Luis Rénique, epilogado por Milena Justo y Jimmy Flores, escrito por ocho estudiosos renombrados, proporciona datos nuevos sobre el conflicto que azotó el país y dirige su análisis a la condición de las mujeres que participaron en esta contienda, dándole una mirada más objetiva, intentando librarse de etiquetas o prejuicios. 

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