Caiga quien caiga de Ugaz

Por: J. Miguel Vargas Rosas


       Un libro que muestra hasta dónde llegó la corrupción fujimontesinista en la década del 90, dictadura que expandió su poder hasta el 2000, cual si se tratase de toda una red mafiosa muy bien articulada. Ugaz llega a parcializarse con las versiones del FBI, dejando entrever su rechazo a Hugo Chavez quien fue el que entregó oficialmente a Montesinos, por lo que no escapa del discurso guiado por su ideología. Sin embargo, el libro es útil para conocer todo el difícil proceso que atravesaron para conseguir la captura de Montesinos y después, la de Fujimori. Esto, finalmente, a la luz actual de los hechos, no sería sino el preludio de lo que hoy vivimos como nación, pues la sociedad peruana es testigo de la nueva mafia fujimontesinista y su corrupción que ha calado, sin duda alguna, en todos los partidos participantes en los procesos electorales. 
     José Ugaz muestra una destreza en la narración de los hechos, aunque por ratos se extiende demasiado, resultando solo en algunas partes algo cansado. Lo que podemos apreciar en el doctor en derecho, es que trata de ser imparcial, pero siempre aflora su posición política, lo cual lo conduce a formular afirmaciones muy erradas; como por ejemplo cuando asegura que fue Alejandro Toledo quien convocó a la marcha de los cuatro suyos que logró el derrumbamiento de la dictadura fujimontesinistas en el Perú. Si bien es cierto que esta información la manejan oficialmente, se debe tener muy en cuenta que la marcha de los cuatro suyos fue una convocatoria de las organizaciones de bases, colectivos, sindicatos y otros, con el fin de expulsar a Fujimori del poder. Que Alejandro Toledo haya buscado protagonismo de forma oportunista, posteriormente, es otro cantar.
        Entre sus virtudes destacan cómo se siguió el proceso contra Fujimori y Montesinos, a parte de lo de las cuentas de Suiza, por el tráfico ilegal de armas que iban a parar al narcotráfico, el lavado de activos, sus contactos en el extranjero, lo cual permitió armar toda una especie de telaraña de cómplices que fueron cayendo y oportunistamente se fueron adhiriendo a la ley de colaborador eficaz. Es clave también para poder escudriñar como la corrupción ya existía y se profundizó con la política de Fujimori y Montesinos, que creían que podían comprar a quienes quisiera y aniquilar a aquellos que no caían en su chantaje.


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