Los rendidos de José Carlos Agüero

   Por: J. Miguel Vargas Rosas


      Seré breve.  "Los rendidos" de José Carlos Aguero, podría definirse con una sola palabra, dejando de lado la demagogia: auto-humillación. Si bien es cierto que su filosofía no toma ninguna postura, sino que trata de quedar bien con todos, finalmente se muestra como un ataque contra sus propios padres y contra todo el movimiento subversivo de la década de los 80.
     Siente vergüenza, pero es una vergüenza ajena por actos que él no realizó sino por los que realizaron sus padres y parafraseando la biblia e incluso a la iglesia católica de hoy en día, el señor Agüero olvida que el pecado de los padres no deben asumirlo los hijos. Esto hay que decir sobre todo con lo referente a que él se siente en la obligación de pedir perdón, aunque la sociedad no lo coloca a él como un victimario ni mucho menos. Tampoco era conocido antes de lanzar este libro. 
      Es cierto que hay mucho porque pedir perdón, pero una cosa es hacer esto y otra muy diferente hundirse en la humillación. Renegar de sus padres está bien, pero profundizar en ellos a tal extremo de culparlos  de todo lo acaecido, mostrarlos como viles asesinos y por otro lado, hacer un lienzo de las fuerzas del orden como actos naturales en forma de respuesta a los que "causaron" la violencia, va más allá de pedir perdón.
      Lejos de dar alcances para analizar la psicología de sus padres, pese a que él mismo insta a analizar la psicología de los militantes de sendero y el MRTA, y poder dar respuesta a la pregunta "¿Por qué lo hicieron?", que a él como a Degregori les inquieta, en gran parte del libro se limita a lanzar sus puntos de vista a ciegas, basada en una filosofía que quiere inclinarse a la paz, pero a costa de humillarse a sí mismo como a sus padres.
      No comparto, por ejemplo, con Agüero que el perdón sea un DON otorgado por la divinidad a solo unas cuantas personas. Creo que el perdón como cualquier otro sentimiento surgido del ser humano está basado en las relaciones sociales, es producto de todo un proceso educativo, cultural y social. Así pues Agüero ve el PERDÓN como un DON que solo algunos privilegiados lo poseen, porque no ha analizado el sistema educativo, social y cultural en el que nos desenvolvemos, no se ha dado tiempo para profundizar el estudio de la filosofía tan fría del neoliberalismo, lleno de violencia y egocentrismo, violencia y egocentrismo oscuro de donde se destierra el perdón y en cambio se habla de compasión, compasión que sustituye incluso al amor social.
     Aprecio las partes netamente literarias de Agüero, cuyo lenguaje fluido, sencillo y veloz, nos transmite sentimientos algo nostálgicos, sobre todo en la parte en que narra la muerte de su madre, quien fue hallada a orillas del mar en Chorrillos. Pero siempre su parte burgués y altanero lo vuelve a sacar de ese amor. Quiere quedar bien con todos, porque le guían otros propósitos.  
     A veces se pone como víctima, otras como victimario. Como victimario pide "PERDÓN", se "RINDE" (ojo, la rendición no implica someterse) para según él no cargar más con el peso y dejar todo. Después de ello se pone como "VÍCTIMA" (ojo, si culpa a sus padres, así por así, de haber iniciado la violencia en el Perú y causar terror, jamás podría ser víctima, porque en tal caso lo que se hizo con ellos fue justo o al ir al extremo seguiría siendo víctima de sus propios padres) "PERDONA" y se vuelve a rendir. Pero no creo que haga falta tanta humillación para "PERDONAR"
       Creo yo que Agüero juega a dos filosofías, inclinándose finalmente hacia la filosofía del gobierno de turno y aunque pide que todos nos armemos de perdón, se sujeta a lo legal más no a lo legitimo, porque lo legal es manipulado por el DON de la VIOLENCIA también.  Pide el perdón de un lado, a sabiendas que el perdón no vendrá del otro lado. 
         Lo que no comparto para nada es la autohumillación y el pisoteo a la memoria de personas a quienes no se les presenta, salvo algunas vaguedades, como personas (sus propios padres), para alcanzar altos rangos y dar un pensamiento que ha sido bien debatido y fustigado por no estar sujeto al realismo de las sociedades.

         

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