El país de Jauja es el País Perú

       Por: J. Miguel Vargas Rosas
        
      El país de Jauja (Edgardo Rivera) es un símbolo, ya que Jauja está retratado como una especie de Perú en miniatura, pues en él se ven desfilar todas las dolencias, los problemas sociales, sueños, desavenencias, amalgamas de culturas que subsisten en el Perú. Un poblador de la sierra marginando a los demás pobladores de esa misma sierra, solo por el hecho de alardear que ha leído un poco más y dárselas de más culto, tiene semejanza con los peruanos de alta alcurnia marginando a los del campo o a los de la clase baja de las ciudades. Peor aún, encuentra parangón en el propio poblador de la sierra o la selva que se enajena de su personalidad real al llegar a la capital y se muestra despectivo frente a los de su zona. 
        El dogmatismo, impregnado en la religión católica se muestra con esa impulsividad oscurantista que perdura desde la época de la colonia, siendo capaz de enfermar mentes y dañar a personalidades que se inclinan hacia otras creencias o no se sujetan a su posición ideológica. En este libro se ve cómo esta religión se ha apoderado ya de la mayoría de pobladores andinos, tal como se apoderó de casi todo el Perú, haciendo que den la espalda a las creencias ancestrales y/o propias del Perú profundo, sin lograr en absoluto una humanización real del humano e involucrándose (aunque nada tiene que ver en ello, ya que Cristo se basa en “Al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”) en cuestiones políticas y más, pues no dejamos de ver a algún sacerdote despotricando en el púlpito contra determinadas ideologías políticas. 
        También en este libro se puede apreciar cómo la cultura europea se va infiltrando en el Perú, a través de determinadas personalidades que inculcan en el personaje principal, Claudio, el amor por la música de dicho continente y este se enfrenta a una contradicción interna entre su yo andino y el ideal del yo que se ve reflejado en dichas personalidades. Contradicción que él pretende dar factible solución al unir ambos géneros. Lo peor es que esto se va a concretizar también en lo externo, es decir en las relaciones sociales, pues si bien es cierto que en el país de Jauja pervive una diversidad de culturas (al igual que en el Perú), estas parecen estar en constantes contradicciones y a veces chocan de forma violenta, sin respetarse las unas a las otras. 
        Es a través de este personaje que se conoce la cosmogonía que impera en el poblador jaujino (y peruano en general), con una mezcla de la visión ancestral propia del Perú y el catolicismo europeo, que terminan trastocándolo en un nuevo ser que se afianza más en el segundo, más dogmático con sus supersticiones que fueran implantadas como parte del castigo divino que les espera después de esta vida. Pero también, gracias a Claudio vemos la cultura que se practica en parte del Perú profundo, lastimosamente contaminado por el europeísmo tales como la corrida de toros. 
         Se toca, aunque de forma suave, cuestiones políticas y siempre hay una crítica a los estamentos sociales y a las diferencias abismales que las separan, por lo que el padre del protagonista se erige como una persona rodeada de misticismo que ha luchado por los intereses de los mineros y de los más necesitados, y a quien acusan de comunista, por lo que es perseguido, hostigado y hasta difamado por las fuerzas del orden que defienden un gobierno poco democrático. 
         La historia está narrada en su mayoría en segunda persona, como si se tratase de un testigo, pero no se establece quién lo narra y maneja un lenguaje pulcro que por ratos se mezcla con el español mal hablado, característico del dialecto que emplea el poblador andino. Utiliza constantes flash backs, sin caer en el tedio. El tiempo lineal que delimita gran parte de la obra se intercala con la correspondencia que tienen Claudio y su hermana Laurita, la cual vive en Lima y da a conocer los pormenores y la abismal diferencia que existe entre esa Jauja hasta hoy casi apartada y la Lima que, aunque marginadora para esa época, progresista en otros aspectos. No olvidar también que explora las conductas preadolescentes de los amigos, sus ocurrencias, sus locuras y su lenguaje. 

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