ELEANOR Y PARK

      Por: J. Miguel Vargas Rosas


     - A eso se le llama literatura light
      - Ah ¿sí?, yo pensaba que le llamaban chatarra…
      Sonreímos. Es de noche y aunque parece que nos mofamos de la novela “Eleanor y Park”, en mis audífonos suena “There is a light that never goes out” de The Smiths, que busqué tras leer el libro.       
        La noche es hermosa.
        - La protagonista me recuerda a ti…
        - Ah ¿sí?, ¿por qué?
        - Viste como varón y quiere hacerse la ruda, la fría, la que no siente ni quiere enamorarse.
        - Yo no me visto como varón…
        - Pero eres tosca como varón…
        - Tampoco lo soy…
        - Golpearme con el mazo de tu bombo, con el cuaderno y otras cosas más.
        La niña pequeña no sabe qué hacer. Se siente incómoda, como casi siempre que la molesto. Aunque es cierto que “Eleanor y Park” es una novela ligera, de un solo sentido y con un mensaje netamente literal, que no imbuye al lector a realizar inferencias o a reflexionar más allá y se asoma a una cursilería simplona, puede ser rescatada por su lenguaje dulce y coloquial. También aporta una visión sobre la obra de Shakespeare, diferente a la que teníamos la mayoría de lectores.
        - Shakespeare se burla del amor – señala Eleanor, acerca de “Romeo y Julieta” y nos invita a analizar dicha obra desde las contradicciones de caracteres entre los dos protagonistas y el cuestionamiento de cómo se pueden enamorar en menos de una semana. Surge la idea de que tan fortuito amor, no fue un amor de verdad, sino una acción de rebeldía y de liberación de los parámetros y reglas de las familias de cada uno.
          Aunque habrá que criticarle cuando afirma que “Ella era como el arte y el arte no tiene por qué ser bonito, simplemente debe hacerte sentir algo", con esto da a entender que lo bonito solo se puede percibir en el aspecto físico; pero, lo bonito también se ve en lo interno y el arte tiene no solo que ser bonito, sino también bello, hermoso. Y si hace sentir algo es en gran parte por lo bonito que está redactado.
        El desenlace algo complicado para una historia sencilla como la fue, desde mi gusto o preferencia, le faltó algo más de intensidad para conseguir dejar al lector en una turbación o impacto que conduce al desasosiego y la necesidad de saber más, de interrogarse, de desear apasionadamente algo que no se puede definir, ya que Eleanor y Park terminan separados, pensándose mutuamente, aunque el tiempo parece ir venciendo la ilusión, el amor y los idealismos, aplastándolos como débiles seres.
        Vuelve a sonar la misma canción de los The Smiths en los auriculares; despido a la niña pequeña en el autobús.
      - Chao…
      - Chao – respondo, estrechándole la manita tersa.
      Todavía sonrío y mientras la veo partir, tan misteriosa como ella sabe serlo, muchas interrogantes abruman mi memoria, porque me cuesta pensar que un día la niña pequeña estará lejos y yo lejos de ella, con cientos de postales o cartas que no llegarán ni ella leerá. Entonces afirmo, que “ella también es como el arte”. Ráfagas de viento sacuden mi vestimenta y es tarde.

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