Textos fundamentales de Vargas Vila

Por: J. Miguel Vargas Rosas 

    Rubén Darío, Polen Lirico y Los Soviets, son textos fundamentales para comprender la literatura del colombiano José María Vargas Vila y el porqué del odio que despertó entre los que manejaban y manejan los cánones literarios, entre las editoriales —las cuales no podían resistirse a publicarlo porque su prosa poética atraía a la juventud de entonces—, entre los gobiernos de turno, a tal extremo de intentar desaparecer todo rastro suyo en la historia de la literatura, la cultura y la política latinoamericana. Vargas Vila se consideraba más que un anarquista, un guerrero que peleaba desde sus trincheras intelectuales por la libertad plena del hombre y por ello mismo decidió no militar en ningún partido político, aunque asumió cargos como diplomático. 

Esta búsqueda insaciable de la libertad del hombre, lo aproximó amicalmente a la ideología del socialismo. En “Los Soviets” señala con claridad que el sistema político-económico que se desarrollaba en la Unión Soviética era el que más se acercaba a la libertad real y plena del ser humano, por lo que se solidarizó con el poder proletario.  Posición que remarcará en “Polen Lírico” al hablar del Partido Socialista que entonces intentaba iniciar una revolución desde el poder en México. Su estilo holgado de una estética poética atrae y seduce no sólo a los jóvenes de su generación, sino también a los ya refinados escritores latinoamericanos y a políticos que se ven sumergidos en un éxtasis desenfrenado al acabar cada novela suya. No hay forma de detener el torbellino de sus novelas, de sus textos, sus artículos y hasta de su propia actitud, como aquella decisión de no postrarse ante el papa, mostrando así su irreverencia ante las autoridades clericales, lo cual le costó lógicamente la excomunión.  

Así en Polen Lírico (p.48) enfatiza: “He ahí la Obra Magna del Partido Radical, del Partido Socialista, del Partido Agrarista, de lo que la calumnia Asnal y expectorante del Reaccionarismo ha llamado: el bolchevismo mexicano”; todo esto refiriéndose a la revolución emprendida después de la guerra civil contra Porfirio por los guerrilleros mexicanos de entonces y que se iniciaba con la Reforma Agraria — por cierto, inconclusa — de la cual señala “a destruido el despotismo colonizador”“¿Qué era un indio en México, antes de esta revolución libertadora, que para removerlo todo ha removido el suelo mismo de la tierra que la vio nacer?... Era un paria… un ilota… ese esclavo miserable, al cual se embriagaba de pulque y se alimentaba de bellotas… ¿Qué es hoy? Un hombre libre… un ciudadano” (Polen Lírico. P. 46). Sin embargo, qué triste estaría hoy o qué indignación hubiese mostrado hoy el iconoclasta Vila al ver que el gobierno revolucionario duró poco y los llamados indios, hombres del campo, volvieron a ser esclavos, explotados por el vil imperialismo y los terratenientes. 

Polen Lírico, a diferencia de Los Soviets y Rubén Darío, es una recopilación de sus mejores conferencias realizadas en distintos países de América Latina. En estas, Vargas Vila se perfila como un combatiente por la libertad del ser humano y ese combate le lleva a inclinarse por el sistema socialista que se acerca más a la libertad, a la justicia social, porque para él no hay mejor forma que el vivir por y para la libertad. El odio contra él se acrecienta y se alzan oleadas de calumnias no contra el pensador ni contra su pensamiento (no pueden contra este), sino contra la persona: “Es homosexual”, gritan sus opositores. “Es loco y esquizofrénico”; claman otros en un arrebato de ira, pero cada uno lo lleva bien marcado en la mente. Vallejo lo cita en algunas de sus narraciones, Borges se empieza a declarar un asiduo seguidor y más adelante, García Márquez se consideraría su discípulo. 

En “Rubén Darío” expresa sus ideas sobre el arte, al cual concibe como el acto de libertad del hombre, como la obra “superior” pero liberalizadora; para él la literatura lo es todo y cree que Darío tuvo en su momento ese dote de liberador y liberarse a sí mismo al amar la belleza pura; sin embargo, crítico incluso con sus propios amigos, no se guarda nada al decir que el poeta nicaragüense se traicionó a sí mismo y al matar su libertad mató el arte de calidad que tuvo, pues sabemos por historia que Darío empezó a trabajar con algunos dictadores de América y se dejó agasajar, premiar y hasta vanagloriar por los mismos, aunque J.M. Vargas Vila culpa más al carácter débil del fundador del modernismo, que a su pensamiento. 

Para terminar, es importante remarcar la diferencia que plantea Vargas Vila entre “Guerra” y “Revolución”, para él la primera destruye, la segunda construye. Sin embargo, él no niega la necesidad de iniciar una guerra para hacer la revolución, solo que especifica que la revolución viene después de esa guerra. Es así como debemos comprender su concepción de “Guerra” y “Revolución”; muy acorde a lo planteado por los clásicos del marxismo sobre la guerra, para quienes existe dos tipos de guerra: las justas y las injustas. Las primeras la emprenden los pueblos para alcanzar su verdadera emancipación y, no obstante — los propios marxistas son enfáticos en esto — la revolución continúa o, es más, inicia después de esa guerra. Por ende, la guerra sin revolución es una guerra injusta, oportunista y de opresión. 

“La Guerra, no ha resuelto nunca ningún problema… 

y los ha planteado todos…

La Guerra, no ha creado nunca nada; 

y lo ha destruido todo…

la Guerra, no ha fundado nunca nada; 

y lo ha arrasado todo…

Sólo la Revolución, funda

sólo la Revolución, crea…

sólo la Revolución, salva…” 

        (Vargas Vila. Polen Lírico. P. 51)



Comentarios

Más populares

La última estocada....

Los cuentos embrujados y norteamericanizados de Roncagliolo