Ella y Agua para el corazón (Epístola)

 Por: J. Miguel Vargas Rosas    

    Me coloco los audífonos, encerrado en mi diáfana soledad, para escucharla una vez más como quien busca la armonía y el sosiego, pero también para alcanzar la infaltable pasión porque lo que brota de ella y de su guitarra es una ráfaga de fuego que envuelve el espíritu todo; esa canción suya conjuga adecuadamente con el fulgor de sus ojos y de su mirada fija, en donde las partículas subatómicas se alteran tal como se altera el corazón al perderse entre las notas musicales que brotan de la guitarra y las notas altas con carácter aguerrido emergidos ya no sólo de sus labios o cuerdas bucales, sino de su alma, de lo profundo de su conciencia misteriosa. 

    Resulta difícil escapar de su talento, de su apasionamiento, de aquella luminosidad que encarcela; es como si efectivamente su arte echara agua a los corazones debilitados y agobiados por tanta realidad cruenta, fusionándose con la nostalgia de estos. "Agua para el Corazón" es precisamente el anhelo de los ensueños que se empoza o nada o flota como cúmulo de hojas secas en el otoño, en los labios, en el espíritu de su autora, de ella, de Isabel Otoya que se torna en el manantial que riega el arte y un arte que trasciende su tiempo, porque sus letras, su melodía que entremezcla la balada, el vals, el pop, la trova, la nostalgia y el coraje, no solo representa a su creadora, sino también a los demás seres. Esa amalgama de géneros musicales nos hace representarla como si ella fuese el mar, a cuyo intestino llegan varios ríos y toma un poquito de agua de cada río, para forjar su propio Yo musical. 

    Las palabras resultan débiles, frágiles, ante el poder magnánimo de su arte, ante la estética imborrable y perennizador de su canto, de su mirada, de su estilo, de su frondoso albor.  Si continúa por ese camino, creo - no, creer es poco - estoy seguro que la humanidad podrá librar todas las batallas al son de sus composiciones, como una melodía que nos torna románticos y rebeldes a todos. Así como el universo está conformado de partículas microscópicas y entrelazadas mediante un sistema complejo en el que prima la incertidumbre de Heisenberg, Otoya es una complejidad misma, cuyo exterior ya de por sí es una imagen o performance de la belleza mística. 

    Su talento irradia... 

    Su talento seduce... 

    Su talento es el vuelo de las aves nocturnas que han de surcar el horizonte... 

    Creo que solo su talento y sus composiciones podrán hablar de ella y por ella en toda su cabalidad, más que mis palabras que decaen, que declinan, como quien muestra respeto, porque el arte que es la desnudez de las almas del ser humano, merece todo respeto. 

    



NOTA: Les dejo otra que me gustó de sobremanera, un cover de Natalia Lafoucarde, titulado "Derecho de Nacimiento"








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