"Si de arrepentirse se trata, después de muerto hablamos": una conversación con Martín Reátegui

Martín Reátegui, nacido en Iquitos en 1962, se yergue como uno de los escritores más representativos de la Amazonía peruana y quien, a decir de Ricardo Virhuez, posee un profundo conocimiento del castellano amazónico. Su último libro de cuentos, titulado Shunto, es un mar que contagia múltiples emociones, pues los cuentos poseen prosa-poética y tratan diversos temas entre los que descuellan el humor corrosivo o la sorna contra las autoridades, la injusticia social, la magia que alimenta la idiosincrasia de nuestra selva peruana y el conflicto armado interno en el Perú. Conversamos brevemente sobre su postura frente a la realidad social, la literatura y la cultura en general. 

Miguel Vargas (MV): Es un gusto para nosotros poder conversar con usted, estimado Martín, porque a través de su narrativa podemos llegar a la cultura amazónica de una forma muy poderosa, ya que su prosa está alimentada de aquello que Carpentier denomina “real maravilloso”, ¿perdura aún aquella magia en la cultura amazónica?

Martín Reátegui (MR): ¿Lo real  maravilloso  es una categoría para nombrar una literatura que ficciona  con la realidad? Si es así, pues por ahí vamos. El  trabajo de cuentista que  desarrollo está  centrado en el mundo urbano  y en  los acontecimientos de realidad y ficción en torno a la  guerra interna suscitada en nuestra patria. Las miradas “mágicas”, entrecomilladas, se presentan  mucho en  la literatura peruana y, en la selva, parece que es una constante de los autores. El asunto está cuando, por criterios  de los autores, la literatura que desarrollan es “tropical” y la fantasía  deja de ser creativa  y se enturbia en un discurso que  presenta una fantasía turística, artesanal; en otras palabras,  una literatura interesada en explicar  la problemática de los individuos y los pueblos  desde el misterio, el encantamiento, el conjuro hechicero. Muchos renombrados escritores  y conocidos editores amazónicos han servido y sirven para  que se tenga  ese concepto de la literatura en la montaña baja y alta del Perú; de ahí que  muchos jóvenes  vean que ese es el camino de una literatura amazónica. Pero por otra  parte, existen otros escritores que desarrollan una fructífera labor de  ficcionar  en base a la  realidad urbana y rural de la selva  y construyen  cuentos y novelas  que trabajan  con la espiritualidad de nuestros pueblos, con los seres y hechos  fantásticos que pueblan sus cotidianidad junto a  un entronque dialéctico  que ayuda a construir conciencia  social. 

 MV: ¿La literatura es útil para la sociedad y para la transformación de la misma o es mero entretenimiento? ¿Cómo así puede influenciar en una transformación?

MR: La literatura cumple las labores de justificar el sistema de explotación o denunciarlo y combatirlo; eso ocurre con todas  las  manifestaciones de la creación del espíritu  humano, pero no será la literatura quien encabece la trasformación de una sociedad. El otro día leí una propaganda de un grupo que se autodenominaba  bloque de artes y cultura (sic), anunciando que harán sus actividades hasta la caída de la dictadura. En esa aparente inocentada, existe la falta de un compromiso militante y orgánico por parte de aquellos que asumen  que  la literatura y las diversas manifestaciones artísticas son solo temas de denuncia, de grito ahogado en la pose y el personalismo.  

MV: Cuando comúnmente se lee literatura acerca de la selva, lo que se descubre es la excesiva temática sexual, a tal punto que algunos autores nos muestran al hombre de la selva como un ser con trastorno de hipersexualidad, ¿es esto lo que caracteriza principalmente a la cultura amazónica?  

MR: No asumo que exista una literatura donde se presente de manera excesiva  personajes con trastorno de hipersexualidad. En la literatura universal no es extraño. No conozco escritos  de  otras partes del Perú. Que  algunos textos  aborden  la  realidad de los burdeles, la calentura  de los cuerpos acurrucados en un cuarto,  las relaciones  cotidianas del sexo, son, en el mejor de los casos, parte de los recursos para  escribir. Lo importante es que su obra  pueda ser leída y sirva a un análisis crítico de la realidad. En Iquitos no he visto  esculturas de Falos  manoseadas por  hombres y mujeres de manera  pública  como en el norte del país. Lo que  yo sí observo, en la mayoría  de casos, en los textos elaborados en la selva  es que  existe un trastorno de híper exotismo, una  marcada tendencia   por exponer en cuentos y novelas una selva  exótica , embrujada, misteriosa a tal extremo que  lees los  textos y terminas más cansado y nada convencido . 

MV: En el cuento “La mesa ensangrentada” realiza una narración sobre la explotación cauchera por parte de la Peruvian Amazon Company contra los nativos del Amazonas. Esto lo trató luego Vargas Llosa en El sueño del celta. Sin embargo, en su relato hay más intensidad, como si el sentimiento o la pasión se sobrepusieran a las técnicas vacías o huecas y transmite la sensación de dolor de los explotados. ¿Cuál es el proceso que utiliza para escribir sucesos reales y combinarlos con la poesía o la ficción literaria?

MR: Retratar  la contradicciones  en el seno de nuestro pueblo es fundamental para una literatura al servicio de sus intereses históricos. Desde la orilla de lo popular y de lo revolucionario corresponde representar  las victorias   del pueblo, y la pasión cubre  aquella creación. Fabular  es un recurso en la literatura, más  aun en los cuentos y novelas históricas; sin la fabulación, aun aquella que a veces no supera la realidad, no existiría la literatura. Por lo tanto, corresponde relacionar la realidad con la ficción, de tal manera que la realidad tenga los dictados de la ficción y la ficción se zambulla en la realidad. ¿Que tanto se descubren ambos?   Si alguien  retrata   una patria socialista ¿no es ficción acaso? Si alguien retrata un sueño que anuncia combates ¿no es realidad acaso?

MV: ¿Hay mucho de antropología y sociología en su narrativa?

MR: No lo he pensado al escribir. Hay lo humano y, sobretodo, hoy me esfuerzo por un trabajo basado más en la historia  

MV: Hemos notado que cuando aborda el tema de la guerra interna iniciada en los 80, busca dejar de lado lo tolstoiano y centrarse más en lo dostoyevskiano; es decir, darle mayor importancia a la mentalidad de sus personajes y, por otro lado, romantiza  ciertos actos como el respeto a un árbol al que llaman “El camarada zapote” ¿Cuál es límite entre la realidad y la ficción? ¿Cómo ser un romántico sin huir de la realidad?

MR: Cuando  escribo  los temas relacionados a la guerra, ficciono en torno a los triunfos  no logrados, pero en base a la realidad cotidiana que cada mujer y hombre vivió o afrontó durante dicho proceso. “Soy un hombre, nada de lo humano me resulta ajeno"; escribió Publio Terencio, el  “Africano”, y era una frase  repetida por Carlos Marx. Lo romántico y el ensueño son parte de nuestra realidad y como tal,  es parte de la literatura. En el caso que me preguntas, sobre el camarada zapote, es un árbol que  en su interior está hueco, como un túnel, y ahí se esconden  armas  que fueron usadas y supuestamente  las volverán a usar; entonces, el árbol se convierte en un guardián  de cosas, de memoria, de sucesos, de sueños  y pesadillas, de armas. El árbol existe en realidad, así de ahuecado, así d
e grueso. Guarida de murciélagos. Aquel zapote está  en  el río Itaya, cerca al varadero Omaguas. Aquellos que  lucharon  también existieron   y el recojo de armas fue una tarea que, por las historias que escuché, sí acaeció. El árbol de zapote, con su oquedad y oculto en el bosque, es  ya un recurso para darle a la historia  otras continuidades que relacionan la vida de los personajes humanos con el mundo del bosque. Lo romántico no tiene razón para reñirse con la  realidad. Creo que el  asunto es la forma en que el escritor lo toma de las manos. 

MV: En “Shunto: el idioma del fuego”, utilizando técnicas muy modernas, nos describe la historia amazónica desde una óptica dialéctica, en la que la opresión supervive en cada etapa histórica y esta opresión tiene distintos rostros, ¿cree que la actualidad amazónica aún sigue ceñida por algún tipo de opresión?

MR: Opresión  y lucha de clases se dan en toda nuestra patria. Ahora no está el caucho, pero sí otros productos que se extraen y para eso cuenta con una larga cadena de trabajadores.

MV: ¿Obras que le hayan impactado o influenciado en este largo trayecto literario?

MR: Las obras leídas vienen y van. Creo que  Trinidad de León Uris me impactó, por  el desarrollo de la trama, pues está basada en la historia de Irlanda, donde  también se presentan sueños y duendes. Leí Sangama y me envolví con  su narrativa 

MV: En sus obras destaca mucho el misticismo amazónico, ¿cree que este misticismo forma parte del “yo” amazónico y cree que es favorable para el desarrollo? Recordando que Mariátegui dijo algo parecido a lo siguiente: el mito no es problema, siempre y cuando nos impulse a avanzar y no a estancarnos, y como dijera en otro artículo: “El hombre, como la filosofía lo define, es un animal metafísico (…) El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza super-humana”.  

MR: Si  te refieres  al  uso de los cuentos en base  a lo que muchos llaman mitos, hubiera que precisar que  existen en los cuentos y novelas  que usan este recurso. Por un lado está el tema de textos con un discurso épico, de proezas desarrolladas por héroes colectivos o personales que  son alter egos de los pueblos; estos  les   enseñan a  sembrar yuca o hacer una canoa o a pescar. Ejemplo: La relación de los pueblos con estos “héroes” o personajes es de igual, porque no son dioses ni son infalibles.  En la memoria oral de muchos pueblos se encuentran estos relatos que luego se vuelcan a la escritura. “La verdadera biblia de los cashinahua” recopilada y escrita por Andre Marcel d´Asn es un buen ejemplo. Por otra parte están aquellos que utilizan el discurso mítico, de alcance mágico y religioso  que ya se relaciona con procesos  de estratificación  social, con el discurso de  “dioses” y “sacerdotes” o personajes “mágicos” que los representan. Este  último tipo de texto ha sido muy manipulado por  académicos ligados a las iglesias cristianas; un buen  ejemplo es “nosotros los napurunas", un  catequismo elaborado  en base a   supuestos cuentos y creencias  de los quichuas del alto napo” 

Por otra parte, es sabido  que cada pueblo y sus  escritores  tienen  memorias, muchas llenitas de fantasía, de imaginación; recurso que no está mal, pero cuando se le envuelve para  reducir a los pueblos y empantanarlos en mágicas  hechicerías y supersticiones, ahí se presenta una  perversa manipulación de la espiritualidad de los  pueblos   

Tengamos presente lo señalado por Mariátegui: «El hombre no prevé ni imagina sino lo que ya está germinado, madurando, en la entraña obscura de la historia (…) Ser revolucionario o renovador es, desde este punto de vista, una consecuencia de ser más o menos imaginativo» y Lenin señalaba que «Si el hombre estuviese privado por completo de la capacidad de soñar y contemplar con su imaginación el cuadro enteramente acabado de la obra que empieza a perfilarse por su mano, no podría figurarme de ningún modo qué móviles lo obligarían a emprender y llevar a cabo vastas y penosas empresas en el terreno de las artes, de las ciencias y de la vida práctica… La disparidad entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que el soñador crea seriamente en un sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje a conciencia porque se cumplan sus fantasías. Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien» para luego recargar, según en un texto citado por P. V . Kopnin , «parece que la imaginación y la ciencia son incompatibles. Mas esto no es así, ninguna ciencia puede desarrollarse sin imaginación. Esta facultad – de imaginación- es extremadamente valiosa. En vano se cree que sólo la necesitan los poetas. ¡Se trata de un prejuicio tonto! Incluso en matemáticas hace falta; el descubrimiento del cálculo diferencial e integral habría sido imposible sin imaginación. La imaginación es una propiedad de valor inmenso».

Entonces el tema del mito en literatura tiene otro color, otra luz. En Loreto, muchos escritores se han estancado en temas de hechicería mitológica y esta tendencia es aplaudida por  varias editoras que están relacionadas al llamado “plan lector”, pero el uso de los llamados mitos dentro de la narrativa depende mucho de la concepción del mundo que tenga el escritor.   

En literatura, utilizar como recurso creativo los llamados mitos y  aun el romanticismo, son  fértiles cuando se encuentran ligados a la realidad. Lo otro, si se aparta, será una  imagen adulterada del mundo.

MV: ¿Tiene un horario establecido para la escritura o escribe espontáneamente?

MR: Trabajo por lo general en la mañana. Tengo que  sintonizar con el texto que elaboro y de esa manera voy hasta la noche: si eso no ocurre, corresponde abandonar  el esfuerzo. Nada se escribe.  


MV: Sabemos que tiene trabajos de investigación a la par que despliega una labor constante en la literatura, ¿preferiría a alguno de los dos campos sobre el otro?, ¿por qué?

MR: No, pero ahora  estoy trabajando temas de la historia de Loreto y de ahí  salen buenos cuentos, novelas  y poesía. Estoy  con el afán de  trabajar temas de historia, folklor y retorno con el escrito de una novela sobre  una mujer loretana que encabezó una amplia movilización a finales de la primera década del siglo XX  en Iquitos durante la época de la goma. 

MV: Se nota que usted refleja la idiosincrasia, el espíritu y el ambiente socio-económico del hombre de la amazonia; sobre todo, de aquel que habita el campo o la montaña: ¿Se consideraría usted un neo indigenista?, ¿es partidario de esas clasificaciones o encasillamientos?

MR: Desde su surgimiento, la narrativa indigenista está relacionada con la literatura social. El narrador se inspira en la problemática de los pueblos y en su trabajo desarrolla  la denuncia sobre las situaciones de vida de los pueblos; por otra parte es una manera de exigir justicias y trabajar la identidad. El tema es que sus denuncias, por lo general,  están dirigidas a los individuos  y no  al sistema; sus “soluciones” son “culturales”, “educativas”, de buena voluntad de los sujetos que tienen el control del poder  económico y político y no de trasformación de las estructuras económicas, sociales y políticas. El concepto de neo indigenismo surgirá hace poco, en la década del 70 del siglo XX.  Pasado el tiempo del indianismo y el indigenismo en la literatura, este tema del neo indigenismo refresca  a sus antecedentes y potencia  la inclusión: lo que ellos llaman  “cosmovisión”. Muchas obras “neo indigenista” están llenas de retornos  telúricos, de incanatos  pletóricos, de pueblos indígenas sin contradicciones en  su seno, y del  indio bueno. Esa es, por ejemplo, una característica en los textos de varios escritores  antiguos y nuevos en Loreto. «Lo indio, lo indígena  vende»; es lo que se les escucha comentar. Por ejemplo, la agencia de Estado de Norteamérica, a través de la USAID y el PNUD, promueven concursos de cuentos “neo indigenistas” muy unidos al tema del medio ambiente. Es parte de ir  creando el discurso manipulador del diálogo intercultural; diálogo, no entre pueblos, sino con un Estado y sus administradores,  donde al final prevalecen los intereses del capital y del poder. Diálogo intercultural  que ha sido diseñado para que se observe y asuma que el problema es un tema exclusivo y único de la “etnia” y no de clase  social; donde el término “cultura” ha sido separada de su base material objetiva; donde una realidad  existente como la relación de varias culturas, con sus conceptos y formas de vivir, son manipuladas para que el conflicto amaine a favor de los inversionistas. De ahí que las consultas previas sobre mineras o usos del agua y el río sean mentiras organizadas y estructuradas. Es ahí donde  ingresa  eso de la literatura indigenista ambientalista, y el asunto del idioma, de las artesanías, de las pinturas, como si fueran las mayores reivindicaciones. “Somos incluyentes”; dice el ministerio  de cultura,  mientras  las situaciones de pobreza y hambre cabalgan en los pueblos, mientras una  costra dirigencial construida y ganada por las intervenciones de las ONG católicas, evangélicas y del Estado norteamericano y la unión europea, son la correa de trasmisión para la sumisión y adormecimiento de los pueblos 

En lo que  respecta a mi trabajo, trato el tema de los pueblos, mas no soy su voz; es decir, trato de lo que confisco y por ahí va una parte de mi narrativa, pero no creo estar en esta tendencia señalada: no es mi espacio. Es muy difícil  encasillarse en  estas supuestas escuelas o tendencias literarias. 

MV: Como es costumbre ya en esta serie de entrevistas, ¿con qué frase o verso le gustaría cerrar esta entrevista?

MR: Si de arrepentirse se trata, después  de muerto hablamos.  

MV: Le reiteramos nuestra enorme gratitud por concedernos esta breve pero significativa entrevista.


Comentarios

  1. Esa es la línea. Atinadas preguntas para extraer conocimiento.puntuales.

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