LAS ILUSIONES LLEGAN AL MAR

         El hombre se ha caracterizado por algo, indudablemente, y es que es el principal asesino de ilusiones. Cada segundo se mata una ilusión en alguna esquina, en una escuela o colegio, en algún parque repleto de enamorados o en una banqueta que nadie visitará después... y las ilusiones caen, despedazadas, como si fueran cristal. ¿A dónde marchan esas ilusiones?, ¿llegan al mar como los ríos de Manrique?, ¿o es que algún despistado los recoge al paso para volverlas suyas?
            Es innecesario hablar de qué armas se utilizan para matar ilusiones, pues sabemos que puede ser una carta, un grito, un silencio, una nada, un sin fin de instrumentos inventados por el ser humano, pero las ilusiones solo caen, no sienten, son las almas las que se apesadumbran, quieren desconfiar y refugiarse en una coraza que lejos de aliviarlas, las deja en un rincón donde ya no se filtra siquiera la esperanza.
            En ese lugar lleno de penumbras, las almas sienten asfixiarse porque están enjauladas en un ático polvoriento, ingiriendo veneno. Cabe señalar que el ser humano es inevitablemente y creo que lo seguirá siendo, torpe. Su naturaleza frente a las ilusiones, es la torpeza. Pues inexorablemente, se seguirán asesinando ilusiones, cada segundo, en cada calle o callejón, con distintas armas. El problema se hace recién malo cuando el ser humano X asesina la ilusión del ser humano Y y lo disfruta, jactándose de eso; entonces el ser humano X tiene un problema y deja de ser humano.
           El problema se ahonda más, cuando el ser humano Y afectado por el asesinato de sus ilusiones, perpetuadas por el ser humano X, deja que sus sueños (completos) se autodestruyan cuando la cuenta regresiva  termina, porque pese al mar de oportunidades que existe en la vida, lo bello en medio de lo horrible que puebla las ciudades y los campos, nada es un cuerpo con el alma sin sueños, nada es la belleza exterior sin las ilusiones, sin las ganas de vivir. 
            Por eso, aislado del contacto humano, yo pido ciudadanos X, matemos menos ilusiones hoy y si es necesario acabar con una, acabemos de tal manera que la muerte sea poco dolorosa y logremos suplantarla por otra ilusión, buscando siempre la felicidad del ciudadano Y... y ciudadanos Y, dejemos de autodestruir sueños; miremos el horizonte y los campos, las miradas, las sonrisas, los ojos, la naturaleza, viajemos constantemente aunque sea de forma imaginaria, amemos de verdad, ahí habrá cuna para las nuevas ilusiones que gesten en sus almas; almas que pese a estar apesadumbradas, alimentándose de lo nuevo se levantarán y echarán a andar... 
           Sí, hago caso de una contradicción, estimado ciudadano Y, los sueños no deben morir, siempre y cuando no se trate del amor conyugal. Los sueños (fuera de lo conyugal),  solo mueren con nuestra muerte o cuando nos rendimos; son los sueños los que nos mantienen vivos y solo es decisión nuestra si los alcanzamos o no....Es superfluo el tiempo que demoremos en alcanzarlos. Sí, señor Y, e incluso los sueños conyugales no tienen que morir, así estemos separados a mil millones de kilómetros de distancia del o de la que es nuestro sueño, tampoco podemos dejarlo morir, pero en ese caso, bastará con saber que ese sueño sonríe en alguna playa o en algún horizonte lejano, para nosotros sonreír también y seguir luchando por el mundo y por nuestros mundos, y para tejer los sueños de ese otro sueño también....







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