Marado' : el juego dentro y fuera de la cancha

 Por: J. Miguel Vargas Rosas

    "Mientras exista una dirección política que se enriquezca con la droga, los chicos no podrán dejar la droga"; enfatizó en una entrevista consigo mismo Diego Armando Maradona. Quizá sin darse cuenta de lo relevante y feroz que resultaba esa declaración, lo había lanzado a través de un canal y mediante su programa que se transmitía en distintos países. De chicos, los que anhelaban ser mejores jugadores en las callejas que volvíamos campos de fulbito se autodenominaban "Maradona" y si fallaban en alguna maniobra, los demás le apodaban "Maladroga". Era 1998 aproximadamente y la fama de Diego Armando en el campo de fútbol no se extinguía ni menguaba; seguía siendo el mejor jugador del mundo, aunque siempre hubo controversia si se le comparaba con la maestría de Pelé. 

    El juego de Maradona era casi individual. Las mejores jugadas como capitán le salían estando solo sin trabajar en equipo y de esa manera ganó prestigio. Emergido de la pobreza, de los barrios de Villa Fiorito, Maradona no supo enfrentar la fama (tal como él mismo lo reconoce) y se hundió irremediablemente a una vida depresiva. Pese a ello, se sentía cómodo y feliz con los de abajo. Su humildad y carisma eran reconocidas en cada suelo que pisara. Ese  juego fuera de la cancha empezó precisamente cuando le "cortaron las piernas" - debió reconocer que él mismo se las cortó o por lo menos dio motivos para que se las cortaran -  como señalara en sus declaraciones casi inundado de lágrimas. 

    Algo tarde conoció el profundo significado de la revolución cubana, con la cual se solidarizó lo más pronto y construyó una amistad casi filial con Fidel Castro. Pero su espíritu, lleno de anarquismo, de rebeldía incontrolable, no le permitió asumir del todo la fortaleza de dicha revolución y cayó reiteradamente en las drogas, volviendo a Cuba constantemente. Fue en ese proceso en el que su rebeldía de corte popular se fue sistematizando, y también se fue tornando mas fuerte, sin tapujos. 

    En toda su vida criticó y tildó de "mafiosa a la FIFA"; atacó ferozmente al capitalismo y a los poderes del imperialismo; intentó apoyar a los más débiles. Pero podemos decir que le fue difícil librarse de los vicios perniciosos del propio capitalismo que como todo lo del capitalismo lo fue hundiendo en una muerte, lenta y segura. Su espíritu estaba lastimosamente anegado del barro capitalista contra el cual quería luchar y enfrentarse. Su legado en el fútbol es grande y el intento de lucha reivindicativa después de abandonar las canchas, es un gesto noble, pero no le fue suficiente, no le bastó, como no le bastó a algunos de sus críticos y fue un punto clave para que sus enemigos (en los cuales incluiremos a los enemigos de la revolución cubana y del socialismo) lo jalaran al pantano, buscando desprestigiarlo a través de los medios de comunicación. 

    Armando Maradona ya partió, tirando pelota a todos. Gritándole al sistema sus verdades, pues con su irreverente personalidad le escupió en la cara y no dejó de decir que ese sistema era el principal "mafioso" al igual que la FIFA en el fútbol mundial. Dejando en claro que "la pelota no se mancha" con actitudes como las de él o de cualquier otro futbolista. Entonces queda latente que el fútbol es un deporte de solidaridad, un arte precioso, siempre y cuando no se utilice como medio para embrutecer y enceguecer a las mayorías sociales. 

    ¡Descanse en paz Maradona!



    

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