La media naranja

 Por: J. Miguel Vargas Rosas

    Mi padre soñó la siguiente reflexión. Él sueña bastante últimamente, así como sueña lograr un país socialista sin violencia, el sueño más anhelado de los clásicos del marxismo y del propio Jesucristo, pero sabemos como los clásicos del marxismo que pasar al socialismo sin violencia es imposible en estos tiempos; sueña también con una humanidad más humana, pero esta vez sí acentúa que hace falta una nueva sociedad y una educación diferente; sueña con los versos, con las estrellas, con la soledad, al mirar la tele sentado en el sofá de la sala; sueña con detener el tiempo o viajar a la velocidad de la luz para hacer un viaje al pasado. Luego, vuelve a realidad y se le hacen difíciles las cosas. 

    Pero este sueño me pareció interesante. Me lo contó haciendo gala de su talento para enseñar. En el sueño, conversaba con alguien y sacaba algunos cálculos. El diálogo giraba en torno a lo que todos llamamos "media naranja" y le explicaba a su interlocutor anónimo el mensaje de dicha frase. Acostumbrados todos a decir "Media naranja" a la pareja o a la persona de quien nos enamoramos, él dibujó dos personas o tan solo dos esqueletos en los cuales se podía diferenciar la sexualidad de ambos. Tachó los dos esqueletos con una línea vertical. 

    - La media naranja, es la mitad de nosotros - sentenció y se detuvo a contemplar la expresión de su acompañante - la media naranja podría ser el físico o lo corpóreo - sonrió - pero queda la otra mitad de cada persona.

    Yo lo miré, como tratando de extraerle de su ensoñación.

    - Ahora no me saldrás apólogo de la infidelidad, ¿no? - cuestioné. 

    - Espérate... déjame terminar - prosiguió, pero parecía hablarle a la otra persona, a la del sueño - saciamos esa media naranja, ¿pero qué sucede con la otra mitad? - esta vez sí me miró a mí, antes de seguir - mi explicación es sencilla. La otra mitad representa la conciencia o lo intangible. La conducta, los detalles, la belleza interior, etc.. 

    - Entonces...

    - Si no saciamos la otra mitad, es decir si no completamos la otra "media naranja" en la misma persona, ocurren las infidelidades y el daño. Por eso es necesario estar seguros de que completamos la otra "media naranja" en la misma persona antes de unirnos o iniciar un idilio. 

    - Pues sí, eso es cierto. 

    - Ahora mirándolo desde otra perspectiva, tenemos - me dijo, dibujando tres círculos divididos por la mitad cada uno - Media naranja que es un Hombre - colocó la H en la mitad del primer círculo - Media naranja que es una Mujer - graficó la M en el siguiente círculo y en el tercero colocó en cada mitad la H (Hombre) y la M (Mujer) - solo hombre y mujer pueden complementarse verdaderamente, ya sea para perpetuar la especie, como dos seres dándose mutuamente lo que les falta, pero para que la complementación sea intensa, real, sincera, ambos deben saciarse las dos mitades de naranja que tienen individualmente. Por eso, el amor es como una naranja entera, donde cada ser dentro de una relación conforma la mitad del otro, pero a la vez tiene sus dos mitades individuales que deben ser completadas dentro de ese mismo romance. 

   Asiento con la cabeza y le sonrío. Una explicación casi matemática, profunda y romántica a la vez. De esa especulación ya hace mucho y he pensando sin querer en lo que planteara Marco Aurelio Denegri en uno de sus programas: "Una sola persona no puede saciar todas las emociones y sentimientos de la otra". Me quedo reflexionando si eso es cierto, mas si lo fuera ¿afectaría en algo la lógica de mi padre? estoy seguro de que no. Para explicarlo deberá escribirse otro texto.   

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