La ironía de Bertolt Brecht: Poesía que se sobrepone al dolor.

     Escribe: J. Miguel Vargas Rosas

        Tal como señalara Cecilia Dreymüller: 

«Cuando se piensa en Brecht no se le evoca como poeta, al menos, no en primer lugar. Se le conoce como el autor dramático por excelencia del siglo XX, el genial artífice y teórico del teatro didáctico y musical. Sin embargo, como poeta no fue menos prodigioso, ni menos prolífico. Más de dos mil poemas de todas las formas y estilos, desde la insolencia de las canciones para guitarra de 1918, pasando por el antisentimentalismo de los poemas de amor (…)». (Dreymüller, C. Buenos tiempos para la lírica. El país, 23 de julio del 2004) 

    Y es que precisamente la lírica de Brecht es relegada por sus composiciones dramáticas muy sentidas y profundas que buscaban reflejar la crisis del capitalismo, pues se ceñían a su ideología marxista. No obstante, si echamos una ojeada a los versos de Bertolt Brecht, respetando la cronología de los mismos, veremos que tuvo etapas diferentes, desde lo existencial, pasando por lo romántico, hasta lo político. 

Así, en varios de sus poemas escritos entre 1914 a 1926, hallamos en sus versos directos, ornamentados de ciertas metáforas y de cierta dulzura melancólica, el descubrimiento de lo absurdo de la vida en la cual la teoría freudiana de las pulsiones de la muerte parece prevalecer sobre cualquier otro pensamiento. 

    «Es notable, sin embargo, cómo hasta los más grandes pasan/ y no queda más que polvo. ¡Como la hierba!»; sentencia en un poema breve titulado “Notable” y las pesadumbres que se advierten en sus dos primeros versos van a ser complementados con mayor contundencia en las siguientes líneas: «En Altötting, por ejemplo, se ve a Tilly, el mariscal católico, en su ataúd, / solo por dos marcos de entrada para adultos, embalsamado bajo cristal». Dicho poema cierra señalando que pensar hondamente en aquel destino inevitable de la vida, causa una “Punzada” en la voz poética. Además, podemos apreciar una crítica sutil al pensamiento monetarista de la época, porque le da importancia o realce a la idea de poder ver —cual objeto de entretenimiento— al cadáver de una inminencia católica a cambio de dinero —Podemos aquí hallar ya rastros del carácter irónico de su poesía. 

    Más adelante, dentro de la misma sección de “Poesías juveniles”, va a mostrar su lado derruido, pesimista y obnubilado. «Lo confieso: yo / no tengo esperanza. / Los ciegos hablan de una salida. / Yo veo. / Cuando se agotan los errores, / queda, como última compañía, / sentada frente a nosotros, la Nada». En estos versos y en este apartado, sobre todo, no hay un Brecht político o socialista, hay un poeta golpeado por los inicios de la guerra que lo imbuyen a filosofar sobre lo absurdo de la existencia. Es pues, un filósofo sumergido en el dolor del futuro, el cual a su vez es provocado por el dolor del presente. Hay pocos poemas políticos, pero los hay y en ellos deja entrever la pobreza campante de su tiempo. 

    Como características generales de su primera etapa como poeta, podemos remarcar su sensibilidad humana y su filosofía existencial frente al destino inexorable de los hombres: la muerte. Pero, esto no es desmerecedor en un poeta que sabe equilibrar la forma y el fondo en sus versos, además de llegar al alma del lector con una candidez única. Pues, la poesía —digámoslo como algo genérico— es la expresión de un ser humano que ha sabido volcar de forma única sus sentimientos, forjados ante una realidad objetiva determinada, y de esta forma, servir como refugio a las almas que se sienten golpeadas por un sentimiento semejante. 

    Entre 1926 a 1933, sus poemas se tornarán más políticos, pero sobre todo serán un espejo en el cual se refleja la realidad social, con sus contradicciones y las clases sociales en constante lucha. La herramienta principal utilizada por Brecht en este caso, será la ironía que, ya dejaba entrever en las “poesías juveniles”.


    «Pero la guerra aún no estaba lista/ y así le molestó al Emperador/ que su soldado se le hubiera muerto: / le parecía precipitación»; la ironía rayana con una burla sin límite que golpea directamente al corazón de las clases pudientes, dejando entrever su visión clasista de la guerra. En los versos que citamos a continuación, por ejemplo, satirizará el falso espíritu de patriotismo: «Adiós, adiós. / Y por en medio iba el soldado muerto / tan borracho como un barril de alcohol»; y esto va a hacer que los incitadores del llamado “patriotismo” o “nacionalismo” hagan fiestas y rindan honores, a tal extremo de que oculten una realidad cruenta que es la que el soldado ha muerto en vano, pues la guerra en la que participó se ha realizado con motivos vacuos o, mejor dicho, para defender intereses ajenos y oportunistas. Nada cambia después de la muerte del soldado. «Tantos bailaban, tantos le gritaban / que ninguno le vio: / sólo se le veía desde arriba, / pero allí hay sólo las estrellas y negror».

    De esta manera, la poesía de Brecht nace entre la sangrienta guerra, con desgarraduras que traen implícita las muertes de tanto ser humano, pero puede subvertir el dolor a través de la ironía contra principios estereotipados y, por ende, creados por las clases sociales dominantes. Y es que el poeta alemán no descuida el equilibrio entre la forma y el fondo, pues podemos reconocer figuras literarias naturalmente trabajadas, en las que sobresale el uso de las rimas consonánticas. 

    Su ironía no solo irá contra la guerra a la que, como los clásicos del marxismo lo consideran, es para el escritor una guerra entre potencias imperialistas para repartirse las riquezas de los países subdesarrollados, sino que también la expandirá sutilmente contra el sistema y sus instituciones. «Para eso las acciones son mejores / que manejar revólver o cuchillo»; con “acciones” se refieren a las financieras, y desata en solo dos versos todo su pensamiento político sobre las instituciones bancarias, a las cuales acusa sigilosamente de ser armas de asesinato, por lo que podemos observar la meticulosidad de Brecht al plantear su mofa, teniendo en cuenta incluso principios económicos. 

    Esa misma ironía se expandirá hasta los sucesos más triviales de la vida y la de la suya propia. «Soy simpático con la gente. Me pongo / un sombrero duro, siguiendo su costumbre. / Digo: Son unos animales de hedor muy especial. / Y digo: No importa, yo también lo soy»; de esta manera se expresa sobre sí y sobre las personas que lo rodean; con una ironía cargada de dulzura que puede llegar a embargar de nostalgia. 

    Habría mucho más que decir, pero nos limitaremos a destacar este lado de su poesía y podríamos citar, como complemento, a su crítico y biógrafo Frederic Ewen quien agrega más características al referirse sobre sus primeros poemas entre 1918 y 1926: «El anarquista, el nihilista y el cínico; el alienado, los perdedores, todos hablan a través suyo. Él es el emblema de lo transitorio y lo perdido» (Ewen, p. 56. Citado por Alejandro Gortázar en el prólogo a Bertolt Brecht-Poesías). Sin embargo, cabe resaltar que Brecht a través de su lírica realza el papel de las masas y para comprobar esto, basta mostrar los siguientes versos: «El joven Alejandro conquistó la India. / ¿Él solo? / César derrotó a los galos. / ¿No llevaba consigo por lo menos un cocinero? / Felipe de España lloró cuando su Armada / fue vencida. ¿No lloró nadie más que él?»; siempre haciendo uso de la ironía. 

    Todo este cúmulo de coraje, que con el tiempo va a reforzarse, convierten la poesía de Brecht en algo no perecedero, sino más bien trascendental y vigente, tal como lo sostiene Walter Benjamín, porque “desafía aquello que hoy tiene reconocida autoridad” (Benjamin, p. 34, citado por Alejandro Gortázar en el prólogo para Bertolt Brecht-Poesías) y es que Brecht va tomando posición y asumiendo una conciencia en medio de esa lucha de clases y opta por colocar el pecho en favor de “los de abajo". Entonces, vemos a un Brecht que evoluciona en la lírica y esta evolución no implica el asesinato de sus temáticas ni de sus ídolos antiguos, sino más bien la perfección sobre la base de aquello hasta hallar su propia voz. Aún cuando su poesía con un alto grado de madurez se tiñe de más contenido político, no deja de tratar los temas referidos a la existencia humana o el amor. 

    El 14 de agosto de 1956, tras verse obligado a viajar por la invasión alemana en plena segunda guerra mundial, establecerse en Estados Unidos y salir huyendo de dicho país porque era hostigado por supuestas actividades antinorteamericanas, regresar a Alemania y asentarse en el lado comunista, escribiendo siempre desde su lado irónico, Brecht muere a causa de una trombosis coronaria. Y la mejor manera de demostrar que la poesía puede constituirse en una espada plantada en la cima de la humanidad, es hablando precisamente de su arte, un arte que aún cautiva, un arte que, como otros bien logrados, se transforma en un refugio frente a los dolores humanos y nos convida a despertar de un letargo en la que comúnmente solemos sumergirnos y alimentarnos de esperanzas. Así, la poesía cumple una función y no solo se trata de mero entretenimiento o empalagarse con estética por estética, sino también puede servir, tal como señalara Kafka, para sacudir nuestra mar congelada, constituyéndose en una herramienta con la cual es posible encender ese fuego interno del ser humano para conquistar mañanas esplendorosas o por lo menos iluminar las penumbras de nuestros semejantes. 


Comentarios

  1. Excelente exposición de la personalidad artística de uno de los grandes de la poesía (y la literatura en general) que no se evadió de lo real. Sin eufemismos ni gratuidad melodramática. Un abrazo Miguel. Seguir su ejemplo es el mejor homenaje. Un abrazo.

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    1. Gracias maestro Julio Carmona por su apreciación. Saludos cordiales y un fuerte abrazo a la distancia.

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