Mujer...mujer....

        Tal vez se me escaparon las palabras precisas en estos momentos, entre ese espacio largo que separa aquella marcha de estos minutos nocturnos que se extienden cual seres inmortales, pero todavía percibo las miradas tristes de mujeres que ahora son madres, hundidas en el dolor apesadumbrado de sus hijas, de sus hermanas o de sus, ahora lejanas, madres.
        Aún escucho sus voces afónicas por donde más que tristeza, expulsan dinamitas de rabia; al fin pueden desfogar tanto dolor, al fin pueden gritar y reclamar no sólo a la vida, sino también a un sistema de gobierno y judicial que tiene mucho de "machista"; todavía alcanzo a ver sus puños levantados contra tanta impunidad y veo también a mujeres con sus novios y/o esposos, abrazados, reclamando contra la injusticia que campea en la casa judicial y veo madres llorando a sus hijas muertas, a sus hermanas ultrajadas, otras tratando de que se les devuelva el espíritu que fue mancillado.
       Pienso que no hay nada más bello que ver a un pueblo, sobre todo a un comunidad de mujeres levantando el puño contra la opresión, buscando su verdadera libertad y tratando de herir de muerte a la tiranía, a lo viejo, a lo caduco como es la opresión del varón sobre la mujer y pienso en Mariátegui, que estaba presente en cada mirada, en cada ojo indignado que se apostaba en las calles para defender los derechos de la mujer, repitiendo que "los derechos del hombre, debieron ser llamados solo derechos del varón"; porque hasta hoy la mujer sigue luchando por su lugar en la sociedad.
        Ahora, sentado en este paredón de la soledad, abrumado por el manto de mi oscuridad, trato de hallarle una explicación a la opresión femenina, sin tocar lo político, sin luchar contra algo que parece ser invisible pero que todos vemos, esa mano que oprime, esa mano que sojuzga a las mujeres y sobre todo a las mujeres más pobres, obreras y campesinas, mas no puedo porque este problema es irremediablemente un problema político.
        La movilización del 13 de agosto fue algo grande (por lo menos en Perú), fue la primera muestra clara (después de tanto tiempo en el pacifismo que olía a sumisión) de que las mujeres pueden sacudir el mundo, porque sostienen la mitad de este en una mano, la hacen crecer con su capacidad y su coraje, capacidad y coraje tan similares al coraje y la capacidad de los mejores varones que labran esta tierra, pero la libertad  verdadera de la mujer (estoy seguro) llegará solo cuando se avance en la conquista por la libertad de los hombres pisoteados, de los hombres hundidos y obligados a permanecer, por aquella mano invisible, en la llamada clase baja, por ende quien quiera cambiar el mundo debe luchar con prioridad por la libertad de la mujer, por sus derechos, por su emancipación plena...No hay nada más glorioso que amar a esas mujeres corajudas, amenazando a tanta podredumbre con arengas explosivas, las cuales contenían mucha política social y judicial, menos personal, haciendo relumbrar el aura femenino, que cobijaba también a la ola de varones progresistas quienes bregaban con voz encendida, por la emancipación completa de la mujer...Esa emancipación que conquistaremos más adelante como una masa sólida de guerreros interminables,,,

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