CARTA A LA DEL CAFÉ


               Usted llega, interrumpe intempestivamente la apacibilidad que reina entre mi café y yo; sonríe como una imagen onírica, habla con una tonada feliz, sin ni siquiera nosotros conocernos, mas corta el aliento de un tajo, apaga el bullicio de la gente que parlotea en el café, preguntando: “¿Cómo definirías el amor?”; Yo muero o creo morir, por eso me quedo mudo, me quedo sordo, me quedo silencio y me quedo solo. Es como preguntar tempestades, es tratar de explicar el sabor del sin sabor, buscar la voz del viento, el sentido del sin-sentido, la razón de lo irrazonable. Siglos se aglutinan en la mente, siglos desde donde flota, turbia, la misma pregunta sin respuesta y creo que si algún día la misma ciencia le diera un concepto, entonces se acabaría la magia de la vida, la melodía del todo, la historia misma se agotaría y se disolverían los héroes anónimos, así como la ciencia misma e incluso se apagaría la magia en su mirada amigable o loca y la magia de su mirada bañando la otra magia que radica en estos mis glaciales ojos, perdidos en el mar del ensueño forjado por el amor, ese amor que impide que la vida se sumerja al foso de las penumbras, llamado OLVIDO…


J. Miguel Vargas Rosas 

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