Buen Viaje Corcuera

         Arturo Corcuera partió de madrugada. Su poesía rítmica, sencilla, jocosa, tierna y bella se queda para siempre como un legado de valor incalculable, para nuestra cultura. Con él renace el símbolo de la generación del 60, cuyos escritores fueron emblemáticos, destacando entre ellos el poeta guerrillero Javier Heraud, asesinado en Madre de Dios. Corcuera fue amigo de este y amigo de César Calvo. Parece ser que una historia de mil años, se va bien marcada en los 81 años de edad de Corcuera.
Anturo aseguraba que Heraud era un joven de principios firmes, pero sobre todo un escritor humano y Humano fue también él, sin abandonar para nada su amor al Perú, su amor a la patria, a la creación de un mejor Perú para los peruanos. Inmensos han sido los sueños del poeta e inmensos seguirán siendo sus sueños, en su descanso, ¿qué pues queda decir ahora que ha partido?, sus versos viajan por cada esquina y por cada pueblo desértico, buscando abrigo y el peruano debería abrir su corazón para cobijar sus versos de niño gracioso, de niño romántico y de niño músico.

      “Cuentan los viejos/ que los ríos/ de antes desembocaban/ en los espejos./ (….)
       ¿Algún día, espejo, / enseñarás mi rostro/ cuando no era viejo?”

Su poesía colinda con lo romántico y la añoranza del tiempo antaño.

      “Saltando de alba en alba,/ en una y otra rama/ extiende su estribillo./ Cantarina jaula,/               breve cántaro de cantos,/ amarilla fontana./ el canario es el grillo/ en la edición de la mañana.”

El ritmo que dota a algunos de sus poemas, son de una estética inmensa y es humano en cuanto humano es el niño que se pone a filosofar y le duele golpear al compañero de escuela por una pelea tonta o incluso importante. Existencial también es, tan existencial como Heraud en El Río, abriéndose el pecho para dar su corazón, latiendo a mil, al mundo.

     “Nadie podrá convencerme/ que el tren/ no es larva de mariposa/ que el avión no tiene plumas/ que el mar no bebe cerveza/ que la luz no es una flor.”

No hay más que decir, un grande se ha ido y ahora se reúne junto a otros grandes, se sienta junto a Heraud, Calvo, junto incluso a José Carlos, encendiendo la estrella desde donde se encuentra. Tal vez Corcuera decidió irse a dar un paseo por Madre de Dios, jugar una poco de fulbito con Heraud y luego pasar por Calvo, tal vez también estrechar un momento a la seriedad de Neruda, pero ya reposa en un limbo hecho para un poeta de su talla. Un poeta que ha dejado y ha sabido abrir las ideas para crear un mejor mañana, un nuevo esplendor, una nueva algarabía para los niños que pierden la infancia cada primavera.
Dulces sueños y buen viaje Arturo Corcuera; aquí también descubrimos que, el mar bebe cerveza y que la luz es una flor…

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