El tiempo: ¿factor relativo en la educación?

    Por: J. Miguel Vargas 

    

En algunos años de experiencia como docente, conocí la gran batalla librada entre las instituciones educativas particulares por el tiempo de impartir clases o por lo menos, la cantidad de tiempo de estadía de los estudiantes en sus ambientes. La mayoría de las directivas de dichas instituciones tenía como principio que, detener a los estudiantes mayor tiempo en las aulas, era productivo. No obstante, me atrevería asegurar que ese principio —es decir, el aumento solo de las horas o del tiempo escolar en las instituciones— es uno netamente de negocios que en nada ayuda al aprendizaje del estudiante o al proceso enseñanza-aprendizaje en el aula. Sometidos a esta regla artificial, algunos colegios mantenían a sus estudiantes desde las 7:00 a.m. hasta las 4:30 p.m. dentro de sus infraestructuras. 

Einstein ya había planteado el siguiente ejemplo poco científico en su «Teoría de la relatividad»: el tiempo parece alargarse cuando se espera a la mujer amada y parece transcurrir veloz cuando se está al lado de ella. Algo similar ocurre en las aulas con los estudiantes —esta postura es considerada como una concepción subjetiva y relativa del tiempo—. Hay una versión anterior a esta que es la concepción objetiva, que concibe al tiempo como una variable independiente que puede aumentar o disminuir según las necesidades de los actores del proceso enseñanza-aprendizaje. En palabras de Husti (1992) se reduce a una discusión que distingue el tiempo como cantidad del tiempo o como significado. 

Sin embargo, hasta aquí aún no está del todo claro si el aumento de horas —excesivas o no— de estadía de los aprendices en las instituciones educativas, beneficia o no a su aprendizaje. Pero, miremos la siguiente pirámide invertida que es como Martinic (2015) representa el tiempo escolar:  

  

    Teniendo presente esta pirámide invertida, nos realizaremos la pregunta correspondiente para no seguir extendiéndonos en cuestiones teóricas y abarcar un poco el análisis práctico: ¿El aumento de horas pedagógicas o de estadía de los estudiantes en el interior de una institución educativa ayuda a mejorar el aprendizaje de estos? Para responder, tomaremos en cuenta algunos aspectos que tienen que ver mucho con el tiempo escolar o educativo: 

1. La concepción relativa y subjetiva debe estar —a nuestro criterio— indesligablemente unida a la concepción objetiva del tiempo. Si aumentamos el tiempo de estadía de los estudiantes, aquel tiempo debe resultar ante los ojos y la mente de los estudiantes relativamente corto. Es decir, que aún si se ampliase el tiempo de la estadía en las aulas o las instituciones, esa ampliación no debe sentirlo demasiado pesada el estudiante. Lo cual nos impulsaría a centrarnos en un tema de suma importancia que ampliaremos más adelante: la metodología educativa. Es precisamente por esta metodología que algunos profesores pueden hacer que sus estudiantes aprendan más en poco tiempo, aunque el currículo —debido a la carga instruccional o de contenido que posee— les sea un obstáculo a franquear si quieren conservar sus puestos de trabajo. 

2. El tiempo debe estar implementado de acuerdo a los contenidos que se quieren lograr, pero aquí la pregunta salta: ¿Es necesario sacrificar un aprendizaje de calidad por uno de cantidad que ni siquiera será bien aprendido?, el impugnar un currículo preestablecido, quita pues la capacidad de enseñar con calidad profesional y humana; lo antes dicho nos lleva a deducir que el tiempo en nuestro sistema educativo actual es tomado como elemento para lograr fines superficiales. Otro aspecto a tener en cuenta es la cultura y rendimiento de los estudiantes. «No porque el ave canta hermoso, cantará todo el día hasta reventar» y el estudiante no porque su deber es estudiar, estudiará hasta más allá del bloqueo temporal de su cerebro. «No porque la hormiga es trabajadora, debe trabajar sin descanso» y tomemos aquí que el trabajo que realiza un estudiante es el estudio, presionado en las aulas por captar y procesar los conocimientos que imparten los docentes. No podemos comparar ese trabajo con los momentos de ocio que pueden ser bien invertidos con lecturas relajantes, películas, documentales, etc. Fuera del aula. Por lo tanto, merecen un descanso apropiado para romper la tensión y relajar la mente. 

3. A esto sumemos la condición del profesor que, en el Perú, es muy explotado. Recargado de horas académicas, de trabajo en casa y pobremente remunerado, tiene escaso tiempo para la familia, para la recreación y el estrés que sufre debido a las reglas, muchas veces empresariales más que educativas, establecidas por las instituciones donde labora. En estas condiciones, un aumento de tiempo disminuye su calidad de enseñanza. 

4. Por lo tanto, el simple aumento de las horas educativas no mejorará el proceso enseñanza-aprendizaje ni la calidad de aprendizaje o de lo aprendido por los estudiantes. Debemos tener en cuenta muchos factores: la cultura, capacidad, nivel, ambiente, etc. En el que se desarrollará el proceso enseñanza-aprendizaje y la necesidad de innovar la metodología, sobre la cual hablaremos como parte de la ampliación de este tema, en un próximo post.

Finalizando ya este texto, desglosemos y analicemos sucintamente los aspectos que se tienen en cuenta en la pirámide invertida de Martinic (2015) y establezcamos lo siguiente: 

   Un día = 12 horas de estadía 

   Instrucción = 09 horas

  Actividades curriculares (alimentación, recreos, etc.) = 03 horas. 

    Estas 09 horas que equivale a más de 8 horas laborales de un trabajador promedio ni más ni menos, pueden resultar muy agotadoras para un estudiante si está encerrado en cuatro paredes, escuchando atentamente a un educador y tratando de entender lo que se le explica, más aún si las clases son netamente teóricas, si no cuenta con la ventilación adecuada ni la iluminación correcta o si se le exige demasiada disciplina en algunas áreas, obligándoles así que en una clase más lúdica busquen la forma de relajarse, de desatender y por ende, no captar nada. Podemos ver que la metodología juega un rol importante, pero esta no es nada si no se cuenta con los recursos adecuados en una institución educativa, que es el caso de la mayoría de las instituciones particulares que han empezado a surgir en Lima y otras zonas del Perú. No significará nada tampoco, si la nueva metodología no se esparce en las demás áreas como forma de complementación mutua y de esta manera forjen una comunidad educativa con su cultura e indiosincrasia respectivas.

    Algunas instituciones, más estrictas aún, reducen las 03 horas de actividades curriculares a tan solo dos y suman una hora más a la de instrucción o en el peor de los casos, aumentan una hora o media más al total de horas. Pero, estos aumentos excesivos, resultan contraproducentes para los estudiantes y exhaustivas para los educadores. Esto, sin estimar que las horas destinadas a actividades curriculares, no implica una relajación real del estudiante porque no es lo mismo tener un receso a puertas cerradas, que un descanso matutino en casa o en el campo, con familiares y/o amistades cercanas. Peor aún, las autoridades de la institución tienden a destinar esas actividades curriculares a otro tipo de eventos que para ellos, sin analizar el pensamiento del educando, debe resultar relajante en todos y esos eventos terminan copando un día completo, por lo que más adelante se exigirá a los docentes usurpar el puesto de el correcaminos para cubrir todos los contenidos preestablecidos. . 



Comentarios

Más populares

La última estocada....

Los cuentos embrujados y norteamericanizados de Roncagliolo