Poesía, solo sentirla o también interpretarla (I)

         Por: J. Miguel Vargas Rosas

       Hace no mucho, en una capacitación, un representante de la APLIJ-Lima aseveró que discrepaba con aquellos que decían que la poesía debía utilizarse como texto para interpretación lectora. Según él, la poesía debería ser utilizada más para sentirla que para interpretarla. De esto se podría desprender todo un debate, en el que los que hicimos un poco de poesía y los que trabajan el verso, estamos desde ya muy inmiscuidos. 
Partamos con darle la razón y que efectivamente la poesía es más para sentirla que interpretarla, ¿es posible sentir algo que no entiendes ni comprendes?, ¿es posible sentir algo que no lo tienes en la realidad?, pongamos como ejemplo el enamoramiento; en un momento dado amas a una persona pero no se merece tu llamado amor, por lo que también sientes rencor. A esto, algunos podrían decir que no entiendes dicho sentimiento, que el susodicho está confundido, por lo que no se puede comprender ni entender, pero sí sentir. Esto, desde mi punto de vista objetivo, es falso. 
Entiendes que la(o) amas porque te gusta, hay en esa persona algo que te gusta, sin embargo sientes rencor porque te hizo algo dañino; estás entendiendo cada sentimiento y los límites de los mismos o en el peor de los casos los dos sentimientos se están acumulando y alborotando en tu conciencia o subconsciencia, la cual puede procesar de forma sistemática esos sentimientos pese a que no tengas los recursos lingüísticos o signos no lingüísticos necesarios para expresarlos (lo que tiene que ver ya con la preparación culta o básica de cada persona). 
Así, la poesía no será posible sentirla de forma abstracta, sin interpretarla. Podrá sentirse cierta estética que posee, pero la grandeza de esa estética perderá todo si no se interpreta el fondo de la poesía. Así, Vallejo dejaría de ser un poeta que canta el sentimiento humano universal y se tornaría un simple estético. De nada servirían las construcciones lingüísticas de poetas como Vallejo, que rompen las leyes reguladoras del sistema lingüístico común, pues no se entendería (menos aún se sentiría) la rebeldía de dicho carácter.
Ahora, hagámonos la idea de que somos unos niños o adolescentes que recién aprenden sobre poesía y coloquemos los siguientes versos de César Vallejo:

Tú, no tienes Marías que se van.

Para nosotros, que sabemos algo de poesía, es de fácil interpretación y lo podemos sentir. Vallejo hace referencia a la muerte de su madre o de una madre en general y recrimina a Dios que no comprende el dolor de su creación, precisamente porque todo lo que pertenece a Dios es inmortal. Pero seamos los niños o adolescentes que debemos ser. El pronombre “Tú”, uniéndolo a los anteriores versos (del poema), que son sencillos de interpretar, se descubrirá con un modesto conocimiento de los referentes, que ese pronombre hace referencia a Dios, pero luego viene la siguiente oración: “No tienes Marías que se van”; quedémonos con el sustantivo propio, María. El niño (si puede hacerlo) relacionará a María con la madre de Jesús, en la mejor de las suposiciones; sin embargo, si no puede relacionar esto, podría hasta reírse del verso, debido a la incomprensión, entonces sentiría risa, burla o desprecio en vez de sentir el poema que es de dolor, de sufrimiento por la pérdida de la madre; por lo tanto, no lo llevará a reflexionar más allá, porque no ha dado ni siquiera con la interpretación literal del verso.
E incluso, digamos que el niño sí relacionó el sustantivo propio “María” con la madre de Jesús;por tal motivo, suponemos que Jesús no es Dios, sino el hijo de Dios. Se podría increpar a Vallejo su falta de coherencia y el verso para el muchacho no tendría sentido. Digamos ahora, que nosotros como niños, sí le encontramos coherencia al verso y que Jesús es Dios en el poema de Vallejo, pero ¿por qué tendría que increpar a Dios que no tiene Marías que se van?, si solamente Dios tiene una María en su reino y nuestras madres no se llaman Marías. ¿Raro no?, entonces como niños diríamos simplemente, puff, pamplinas, no tiene sentido. Entonces no podríamos sentir para nada lo que Vallejo intenta transmitir. Aquí jugaría bastante el significado y el sentido de las palabras.
Sé que suena algo exagerado, sin embargo, es necesario ponernos en el intelecto en desarrollo del adolescente o del estudiante, para poder comprender que no se puede sentir un texto o un poema sin antes haberlo interpretado. Ahora, pasemos a otros versos, como los de Jorge Manrique o Javier Heraud. Citemos una de las frases más utilizadas de Manrique, extraída de su célebre “Coplas a la muerte de su padre”:

La vida son los ríos que van a dar a la mar

La simple aclaración “la vida son los ríos”, le da sentido al verso y nos permite una fácil interpretación de la primera oración, mas con la siguiente oración“que van a dar a la mar” se nos complica un poco; si los ríos son la vida y esta va a dar al mar, ¿qué sentido tendría?, habría que darle también un significado al significante “mar”, ya que aquí el lexema “mar” no tiene un sentido literal, sino más bien figurativo o metafórico. Sin dotarle dicho sentido a “mar”, no tendría sentido la construcción poética; por lo tanto, le damos el significado de “muerte”, así el verso formado por dos oraciones, se resume en lo siguiente: “la vida son los ríos que van a dar a la muerte”; aquí, “ríos” engloba muchas otras interpretaciones, pero centrémonos en que “la vida va a dar a la muerte”; es algo lógico, un verso que no agrega nada diferente a lo que ya sabemos, sin embargo de esta interpretación se desprenderán otras interpretaciones más, las cuales nos darán un sentimiento. La vida, vista como lo ve Manrique, es tan sencilla y tan veloz que cuando menos lo esperamos ya se acabó. Esto, nos causa un sentimiento. Pero ni siquiera se llegará a ese rango de interpretación, sino hacemos la primera interpretación, a la que comúnmente llamaríamos literaria.      En solo la primera oración “La vida son los ríos”, ya hay que interpretar el “río”, porqué la comparación con los “ríos”, qué sentido tiene este sintagma nominal en la oración. Si bien es cierto que podríamos gozar de su estética leyéndolo así nada más y sin interpretar nada, perderíamos casi el 60% del objetivo del verso y por lo tanto el 60% del sentimiento que podríamos experimentar. El “río” precisamente simboliza la rapidez con la que se va la vida, o tal vez lo retorcido que suele ser la existencia rumbo al mar, etc. 
Continuará...

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