Más vigente que nunca, el amauta José Carlos Mariátegui
(...)Sobre Mariátegui seguirá cantando el mar. Lo echarán de menos nuestras praderas; nuestras desoladas planicies. El viento en las alturas superiores lo recuerda. Nuestro pequeño hombre oscuro que crece a tumbos lo necesita porque él nos ayudó a darle nacimiento. El comenzó por darnos luz y conciencia.
Los poetas seguirán cantando su partida, sus obras, su cristalina contribución. Aquí sólo hay algunas hoces que levantan cantando el cereal que nos legara. Aquí silo hay algunas notas de quena, de lira, de guitarra, que lo llaman aún. El desde su ausencia acude, acude siempre. Porque está vivo. Resplandece detrás de las antiguas piedras peruanas, camina por vías y carreteras, sube por los andamios, continúa su pensamiento. En el juego de la vida y la muerte Mariátegui sacó —no por azar— la cara o la cruz de la vida. Otros, vociferantes, inauditos, son vividores pero no vivientes. El, de sus propias, dolorosas células construyó tanto que lo que hacemos y haremos tiene en él sus cimientos. Fue un examinador que enseñaba, fue un maestro que metió las manos en la tarea y en el hombre para amalgamarlos y encaminarlos en la Historia. Por eso los poetas elevaron el, canto hasta su altura. Hasta su silenciosa presencia, hasta su prestigiosa ausencia, hasta su dimensión creciente.
Yo digo: maestro, hermano, te seguiremos cantando, seguiremos llamándote. Así no estarán solos nuestros pueblos en su dura ascensión a la libertad y a la dignidad.
PABLO NERUDA.
José Carlos Mariátegui: la verdad que enseñaste,
la verdad que nos iguala y nos perfecciona,
ha llegado hasta el fondo de las minas,
como una lámpara maravillosa.
Como una lámpara maravillosa que cumple nuestros deseos,
que enciende la razón, que deslumbra con su poder.
José Carlos Mariátegui, puño y letra del pueblo,
la primavera crece y se funda en nosotros.
Nosotros somos todos los deseos del hombre.
Y tú estás con nosotros, como ayer, como siempre.
(Del poema "El alma Matinal" de A. Romulado, 1957)
(...)En verdad, os digo,
no ha debido morirse José Carlos;
al menos, no tan pronto;
y sin embargo,
cualquier fecha en que se hubiere muerto,
habría sido demasiado pronto.
Lo contemplo pasar
—silueta del combate sin permuta—
en estampas distintas.
Y lo cierto, no sé cuando parece más Mariátegui:
sí uniendo a los obreros en torno de la causa del obrero,
si ejerciendo solares magisterios en Universidades Populares,
si hablando a los poetas de su misión profunda,
o si
sencillamente
es más Mariátegui
sentado
frente a su máquina de escribir(...)
(Del poema "Os invito a pensar en esta muerte" Gonzalo Rose)
UN DIA que ya llega
desde la espalda de los Andes
desde la piedra, desde el surco, desde la misma nieve,
ascenderá por el fallo una sonrisa
y se hará flor en los labios de millones de indios.
Esa será tu bandera, José Carlos Mariátegui.
Tú mejor que nadie sabes lo que significa
que un indio del Perú llegue a sonreír
después de un tiempo sin tiempo de dolor encima
después de una vida sin vida de terror encima
después de una muerte sin muerte de injusticia encima.
(Del poema "a José Carlos Mariátegui" de Gustavo Valcárcel, 1955)
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