El elemento cultura en la educación (Parte I)

Por: J. Miguel Vargas Rosas     

    El educador al ingresar a un nuevo centro de labores —esta vez nos centraremos en el nivel secundario— puede desde el primer momento descubrir rasgos de la cultura y la formación personal en sus futuros estudiantes o pupilos. Al dirigir una ligera mirada de extremo a extremo en el salón de clases, el profesor descubre con suma facilidad al pícaro de la clase, al sereno, al que opone barreras frente al aprendizaje, al tímido, al que sirve de broma de todos, al bravo del aula, etc. Si sigue analizando con la mirada otros detalles, los datos obtenidos le llevarían a deducir el ambiente en el que viven, en el carácter de sus padres, sus amigos del barrio, si trabaja o no, si trasnocha o no, etc. A partir de ahí podemos concluir que los estudiantes de un mismo aula tienen culturas e idiosincrasias diferentes; más aún, entre las distintas aulas la cultura y la psicología forjada en los estudiantes distan mucho entre sí. Si lo llevamos a un análisis más general, podemos decir sin miedo a equivocarnos que la cultura y la psicología —ya sea por el ambiente o la educación en casa— son muy diferentes entre estudiantes de diferentes instituciones educativas. 

     Recuerdo que cuando cursaba el quinto año del nivel secundario, mi psicología cambió debido a una depresión y ansiedad incontrolables para mí. Un día el profesor de sociales, me habló con voz enérgica delante de todos los compañeros. Dijo algo semejante a: «Usted, era un buen estudiante… Pero ahora se junta con estos delincuentes y vagos que no estudian nada…»; ahora resulta hasta disculpable por la edad que tenía el educador, que ya sobrepasaba los 65 años de edad. Sin embargo, fue incómodo para mí, no porque aseveró que me estaba transformando en vago y delincuente, sino por el hecho de que con ese discurso insultaba a mis compañeros. Pero, este educador tenía otro camino aparte de explotar, el de explorar y mirar más allá del simple comportamiento. No olvidemos para nada que la conducta es la representación de procesos mentales que se van gestando y desarrollando en nuestro interior. El educador debe tener la capacidad de analizar a profundidad, el todo que son sus estudiantes: lo externo y lo interno. 

    

    Volvamos a nuestra posición de profesor —claro está que no digo que no se debe alzar la voz o estallar moderadamente incluso; lo veremos más adelante— y relato que pasé por instituciones educativas de diferentes rangos sociales. En una, los estudiantes eran de aquellos de andar completamente relajados o al andar alzaban el pecho excesivamente, denotando en sus posturas soberbia; la mayoría olvidaba el saludo, otros te tuteaban, lo cual parecerá muy irrespetuoso para muchos de los colegas que conozco; por otro lado, se notaba en la mayoría cansancio, poco arreglo personal y miradas furibundas. En otra institución, la personalidad que imperaba, era la soberbia basada en la mofa, la picardía propia de los adolescentes, y esto se debía al factor de economía elevada o por lo menos la necesidad de aparentar tener una posición socio-económica pudiente de los estudiantes, frente a los educadores, a lo cual se sumaba el engreimiento excesivo por parte de sus padres y de los propios directivos de la institución educativa. 

    Antes de continuar sobre la individualidad de los caracteres, la cultura e idiosincrasia de los estudiantes, señalaremos lo siguiente: En el aula, los profesores podemos sacar conclusiones generales, tales como las siguientes que para mí son principales y dan cabida a muchas conjeturas: 

  • La tensión, aparente concentración y temor en los estudiantes frente a los profesores nuevos. Todos los educadores deben tener la misma sensación; al entrar al aula nueva, descubres fácilmente la concentración de los estudiantes, el saludo respetuoso al unísono, la mirada atenta y el silencio cuando se pronuncia la típica disertación introductoria, el establecimiento de las reglas. Los estudias y ellos te estudian. Es lógico. Cuando los estudias de verdad, sin adelantarte a los prejuicios de que deberán respetar tus reglas o los sancionarás, descubrirás el temor que abunda en ellos; lo disimulan bajo el relajamiento, la falta de interés, etc. Pero su mirada atenta estudiándote, demuestra temor, porque efectivamente están examinando si eres permisible o no, para después saber hasta qué punto desatar su falsa libertad. Es temor, porque no saben a ciencia cierta si serás permisible o cortante; algo que abunda en una educación como esta que es la tradicional, ya que no se les ha inculcado durante generaciones el amor por el aprendizaje, sino más bien se les ha obligado de una u otra manera. Esto, hizo y hace que los estudiantes aprendan a la fuerza, no por placer, amor, curiosidad, necesidad, etc.  Y esto mismo motiva a los estudiantes a permitirte tu trabajo si les muestras una personalidad de dictador, y si descubren lo contrario, lo entorpecerán. Este temor puede ser utilizado por nosotros en nuestra función de pedagogos. 
  • Los medios de comunicación. Los profesores tienen un enemigo principal y poderoso, sobre todo en el Perú; este es un conjunto de medios de comunicación que lejos de educar o apoyar a la educación de los estudiantes, se dedican a desinformar, pervertir, cosificar, incrementar el individualismo, el racismo, el dogmatismo, oportunismo y otros que deberían ser considerados males sociales por el simple hecho de pervertir o corromper la humanidad de los niños y jóvenes. No olvidemos que estos medios de comunicación obedecen a intereses de las clases gobernantes de cada país; en el Perú a la gran burguesía y a la capa neofeudal que están atados y al servicio de las potencias mundiales. Por lo tanto, la educación, tal como planteara Dewey y lo aseverara Mariátegui, está supeditada a la superestructura política de cada país. Por eso la tendencia de los medios de comunicación a crear personas sin pensamiento crítico, nula creatividad, individualismo y oportunismo al extremo. 

    ¿Es correcto volver a las particularidades de determinado grupo de estudiantes y de los estudiantes como sujetos individuales? Aún no. Eso lo dejaremos para el siguiente post. Señalaremos antes, que tenemos un peculiar problema en los medios de comunicación que se han potencializado si añadimos a estos, las redes cibernéticas donde cunde un fluido incontrolable de informaciones falsas, datos insulsos, imágenes pornográficas, morbosas, asesinatos, etc. ¿Podemos enfrentarnos contra todo ello, conservando esperanzas de ganarle dentro de la superestructura política actual? Lógicamente que no. ¿Podemos hacer algo por lo menos? Eso sí y para empezar debemos transformarnos como profesores, buscar superarnos basándonos en la ayuda mutua y desde el intestino de la crisis educativa, empezar a romper los esquemas preestablecidos, utilizar métodos tan poderosos del nivel de los medios de comunicación para realizar clases bastante impactantes para los estudiantes. Pero, aquí surge otro problema, el bajo sueldo de los maestros que les obliga a trabajar en distintas actividades o en diferentes instituciones, lo cual limita la elaboración de una clase de ese calibre impactante, la cual debe ir más allá de solo utilizar las TIC’s o juegos para despejar la mente de los estudiantes, sino realizar una combinación de habilidades, talentos y capacidades del profesor apoyado por las herramientas de la tecnología, buscando activar el interés en el educando, ayudar a estos a sentirse valorados no solo por una persona, sino por la sociedad misma —lo que abarcaría implementar el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABPrj) como metodología y otras metodologías más—, que a su vez hará que el estudiante despierte su pensamiento crítico y haga la lucha contra los medios que pugnan por estancarlo en el individualismo oportunista, pese a ser ente sensipensante perteneciente a un conjunto amplio de seres humanos.  

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