Sustento filosófico del Marxismo

 Escrito por: J. Miguel Vargas Rosas

    Una pregunta ha de flotar en el ambiente ahora mismo, ¿por qué desarrollar un conversatorio de filosofía?, sencillamente porque son las concepciones filosóficas que tenemos, ya sea por propia voluntad o porque nos las inculcaron, las que determinan nuestra forma de concebir el mundo, las relaciones sociales, las relaciones de producción, la historia misma. De ahí la importancia de hablar sobre la filosofía y la necesidad de que vuelvan las áreas de filosofía a los colegios públicos. Volviendo a lo que nos compete en este conversatorio y en nombre del grupo: Se ha dicho y se ha murmurado últimamente que el marxismo es una invención del señor Marx con la complicidad de Engels. Por eso, no tiene sustento ni bases para sobrevivir hasta nuestros tiempos y por ende, el que se escuche hablar del marxismo en nuestra actualidad se debe a tipos locos o desquiciados (Como nosotros, por ejemplo. Y lógicamente, nos es imposible negar nuestra locura, pero sí podemos negar la característica de desquiciados que se nos pueda imputar). Sin embargo, debemos decepcionar un poco a aquellos que se dejan llevar por esas murmuraciones y rebatir a aquellos que las crean, pues el marxismo no es una invención ni mucho menos una que se gestó de la noche a la mañana, sino que fue forjándose en el proceso de la historia de la filosofía y en constante debate o lucha contra otras teorías. El marxismo como doctrina, tiene al materialismo dialéctico y el materialismo histórico como soporte, base o cimiento. Bien claro, Marx y Engels, dejan sentados que ellos no fueron los primeros en plantear el materialismo como tampoco la teoría de la lucha de clases y tampoco fueron los creadores de la dialéctica. Lo que el marxismo hace, es coger el materialismo de otras teorías materialistas que carecían de una propiedad fundamental: la dialéctica y toman también la dialéctica muy bien sistematizada por Hegel y fusionan el materialismo con la dialéctica y es ahí cuando el materialismo se torna en materialismo verdadero. Lógicamente que este planteamiento no fue una simple lucha de subjetividades o de pensamientos o ideas, sino que se forjó en una interrelación entre el pensamiento y la realidad o entre la objetividad y la subjetividad. Es por eso, que el marxismo es una doctrina científica, tal como ya lo repitieron hasta el cansancio los clásicos del marxismo: aparte de los fundadores, lo dicen reiteradamente Lenin, Mariátegui, Mao. 

    Vamos a explicar todo este proceso de una manera breve y sucinta, para no resultar aburrido a los amigos que siguen la transmisión y haremos un análisis veloz de la filosofía eurooccidental de los siglos XVI, XVII y XVIII, época en que la filosofía experimenta un gran salto cualitativo ante las concepciones de lo objetivo y subjetivo, junto a la revolución en las relaciones de producción.

    Partiremos de Bacon, para quien el experimento es la forma más importante de la investigación y desempeña un papel inmenso en la fundamentación del nuevo tipo de materialismo, el llamado materialismo metafísico de los S. XVII-XVIII. Es en esta época en la que se empieza a hablar y sistematizar la «causalidad» como parte de los sucesos que ocurren en la realidad externa a nuestra conciencia. Pero, a este Materialismo, Bacon va a proponer una doctrina muy idealista y va a separar el alma del espíritu, porque para el filósofo la ciencia se divide en fisiología y psicología y es esta última la que trata del alma, pero para Bacon el alma es algo material que puede ser estudiado por el hecho de ser material y puede ser tomado como objeto de investigación científica natural y lo separa precisamente del espíritu,  que para él es un saber, un pensamiento o un conocimiento que no emerge de la práctica, de la experiencia, sino de algo sobrenatural o extraterrenal.

    Luego aparecería Descartes, quien a través de su doctrina dualista —esto quiere decir que para Descartes el ser humano es la fusión del alma y el cuerpo—. Si bien es cierto que para Descartes existe el espacio material y una dimensión inmaterial, también plantea que lo único seguro que existe de verdad es la duda. Él enfatiza que se debe dudar de la existencia de todo menos de que la duda existe. Entonces, cuando uno duda, según la doctrina cartesiana, es que el pensamiento existe y puede que, llevado por la filosofía de la duda, se dude que de verdad exista su cuerpo, pero como ya está dudando quiere decir que existe el pensamiento, entonces existe la persona, aunque la cuestión del cuerpo material sea algo ficticio. De ahí va a salir su postulado más conocido hasta hoy: Cogito ergo sum o «pienso, luego existo». Por lo tanto, aquí Descartes le da supremacía al pensamiento (abstraído de la realidad material o aislada de esta realidad) sobre lo material. Y al cuestionarle sobre el movimiento como propiedad primordial de la materia, del cual él mismo habla, no le queda otra más que acudir a un ser sobrenatural y ese ser es Dios.  Como conclusión, para Descartes la única posibilidad de hallar la verdad es la existencia de ideas innatas o evidencias. ¿Y quién nos pone esas ideas innatas? Dios, según Descartes. 

    Por otro lado tenemos a Hobbes, el cual va a retomar los postulados de Bacon de quien fue secretario. Para Thomas Hobbes, el mundo es material, existe una realidad fuera de nosotros, y no existe nada incorpóreo en el mundo. Para él todo en el mundo está regido por el movimiento material de los cuerpos. Es muy contrario a la teoría de Descartes, pues va a negar la existencia de conocimientos innatos y va a rechazar con fiereza el principio de: Pienso, luego existo. Uno de los primeros errores que podríamos encontrar en el materialismo de Hobbes es que para él las sensaciones, los sentidos del hombre no influyen sobre el movimiento y el esfuerzo que ocurren en el cerebro y el corazón. En esta frase niega pues la interrelación entre lo subjetivo y lo objetivo como base para dar saltos cualitativos o en el mejor de los casos, no formula muy bien esa teoría. Es decir, que el hombre y su conciencia sí influyen en la realidad, pero influye de tal manera que antes ha sido influenciada precisamente por esa realidad objetiva. Otro punto que saca del materialismo a Hobbes es que para él resulta imposible un conocimiento cierto o real de lo general y abstracto. Para el conocimiento o la creación de ideas generales, Hobbes señala con mucho cuidado que no se puede dar en la objetividad, sino solo en la razón, en el pensamiento y esto lo conduce a lo que en filosofía se llama teoría nominalista. Por lo tanto, para elaborar ideas generales del universo o del mundo, no se debe interrelacionar con la realidad, no va a brotar de la observación empírica, sino que dichos conocimientos y por ende las ideas generales del universo, según Hobbes, se deben crear en el pensamiento humano a través de los axiomas de las matemáticas. Por lo tanto Hobbes no admite la existencia objetiva de lo general y divide de esta manera el pensamiento teórico y la observación empírica, creando una especie de aislamiento del pensamiento de la realidad objetiva que es la que lo alimenta. 

    Es muy importante no soslayar el planteamiento que hace Hobbes sobre el Estado y el Derecho. Él es el primero en liberarse de las cadenas de la iglesia y plantear el surgimiento del Estado de forma materialista. Para Hobbes el estado es uso de la violencia y afirma que consiste en que cada uno debe subordinar su voluntad particular a una persona o grupo de personas, cuya voluntad se juzgará voluntad de todos. Esto quiere decir, que un grupo gigante de personas, —sea por su debilidad o por la violencia contraria—, se ven obligados a subordinarse a otro grupo de personas, pero Hobbes no ve esto de forma clara. Para Hobbes el Estado es simplemente una máquina de violencia, pero no ve que esa violencia consiste precisamente en el dominio de una clase sobre otra, sino no tendría lógica que el Estado fuera una máquina de violencia. Nos preguntaríamos ¿Máquina de violencia contra quién o quiénes? Y es importante tener presente esta conceptualización, porque hoy en día nuestros candidatos que se hacen llamar socialistas e izquierdistas, ignoran esta conceptualización y hablan de un Estado en General o un Estado para el Pueblo, no un Estado del pueblo. No un Estado en el que una clase subordinará su voluntad a la de otra. Ojo con ello. 

    La teoría filosófica de Spinoza podríamos resumirla en su principio: Natura Naturans y Natura Naturata, que quiere decir que la naturaleza es creadora y a la vez es naturaleza creada o elemento creado material. La naturaleza no necesita de nada ni nadie más para existir. Es Spinoza, tomando el pensamiento de Avicena —filósofo italiano—, el que argumenta de mejor manera la distinción entre esencia y existencia. Plantea que en el mundo en el que vivimos la esencia no coincide con su existencia, pero en la substancia única, eterna e infinita de su esencia sigue por necesidad su existencia. Lo que coloca a Spinoza en la rama de los racionalistas. La substancia a la que hace referencia Spinoza, no es otra que el pensamiento o el ser superior (DIOS) cuya existencia puede deducirse, según el filósofo, de la noción de la esencia de Dios que no es otra cosa que la Naturaleza.  Por lo tanto, para Spinoza, la naturaleza al ser creadora de todo lo que habita en el mundo, es Dios. De ahí tal vez que Einstein exclamara que creía en el DIOS DE SPINOZA. Y añade a este dios o substancia la libertad y su carácter necesario, puesto que según él nadie ni nada puede impeler a que actúe, lo cual es un craso error porque empieza a negar el rol del hombre como otro ente que puede modificar su exterior. Pero, este racionalismo será más notorio cuando trata temas de la ética, a la cual la considera como algo natural del ser humano y no como una evolución social, creada por el hombre. Cree que la ética nació con la naturaleza y no con determinado tipo de agrupación social. En este apartado también señala que el sabio que se aparta de la práctica y se consagra principalmente «al amor intelectual a Dios», es decir, a la pasión de conocer la naturaleza, es un sabio libre. Una concepción sobre la libertad poco científica. Y sigue profundizándose en crasos errores, como por ejemplo la distinción que hace sobre los géneros del conocimiento, de los cuales solo uno es sensorial y los otros son del género intelectual, planteando así que el conocimiento abstracto, aislado de la realidad, es posible. 


Y así llegamos a Locke y Leibniz. El primero reconoce la experiencia externa y la experiencia interna y por lo tanto existe para él dos fuentes de experiencia de nuestras ideas: la primera es la de sensación y la segunda de reflexión. Por lo cual, se ve en Locke como característica principal el análisis y el aislamiento, lo cual le va a llevar también a una concepción idealista y su doctrina devendrá en que las ideas adquiridas por la sensación y la reflexión son material para el conocimiento, pero no el conocimiento mismo, el cual deberá ser elaborado de forma mental a través de la semántica y los axiomas de la matemática y es por eso que indica: «Es conocimiento indudable todo saber especulativo(…) Es conocimiento probable el saber experimental» Lo que le llevará a prestar sus servicios de filósofo al objetivo de justificar los cambios que se producen con la revolución capitalista de 1688 en Inglaterra y por ende, su concepción del Estado va a ser muy diferente al de Hobbes, pues para él el hombre es libre y dueño de la propiedad que adquiere; aquí ya no hay ni subordinación como en Hobbes, más bien divide al Estado de Naturaleza y Estado de sociedad, cuyo cambio se da en cuanto el hombre empieza a adquirir propiedades. Ojo, este tipo de concepción ahistórica sobre el Estado, fuera del análisis científico, es lo que hoy en día predican nuestros amigos de la izquierda electorera. Leibniz por su parte buscaba la unión de la teoría y la práctica, y como parte de ello plantea que el alma es la finalidad del cuerpo, finalidad interna, aquello a lo que arriba el cuerpo. Es decir, para Leibniz el cuerpo y el alma no se desarrollan de forma paralela en base a la experiencia sensorial, sino que el alma es pura, es superior, independiente del cuerpo, por lo que este quiere llegar o aspira a ser como el alma: grande, puro. No hay que negarle la importancia del planteamiento que hace Leibniz sobre la materia pues para él «En la naturaleza todo se halla en evolución, no se produce ni surgimiento en el sentido estricto de la palabra ni destrucción»; aunque bien sabemos que la vida tal como la conocemos hoy, tuvo un inicio tanto en tiempo y espacio, pero a lo que Leibniz se refiere es a la materia como elemento base de la vida externa. 

    Ya para terminar, es necesario dar una ojeada a la filosofía Kantiana y Hegeliana. El primero, si bien es cierto aporta un análisis dialéctico del origen del mundo en el que habla ya sobre una explosión de partículas que se desarrollan hasta regirse por las leyes que Newton estudiara, va a caer en un idealismo cuando separa las «Cosas en sí» de los «Fenómenos». Para Kant, «la cosa en sí» se refiere a la esencia de las cosas, de los cuerpos, y los fenómenos son la interacción que realiza la «cosa en sí» con o sobre nosotros, influyendo en nuestras sensaciones. Para Kant la «cosa en sí» es imposible de conocer y que lo que conocemos en verdad es solo el modo en que estas actúan sobre nosotros. Un ejemplo sencillo sería poner un perro que ladra. Según Kant conocemos el ladrido del perro, los ojos del perro, pero es imposible conocer de qué está formado el perro y su pensamiento: entrar más a fondo del perro es imposible. Hoy sabemos que el interior también es posible conocer, incluso se han explorado las «cosas en sí» de los elementos más básicos del universo como los átomos, y los quarq. Para Kant, dejándose llevar por la teología de su tiempo, la «cosa en sí», la esencia de las cosas es supraterrenal, algo divino, que no se forja ni puede ser conocido por lo material. Además de esto, dividirá el saber en juicios: Juicios Analíticos y Juicios Sintéticos. El segundo es dividido en A posteriori y A priori. Como ya sabemos A posteriori es el conocimiento o el saber que se adquiere después de la experiencia, mientras que el A priori es el saber o conocimiento que se adquiere antes de la experiencia. Es a este tipo de conocimiento que Kant le da mayor importancia y plantea que no solo se puede, sino que se debe alcanzar el conocimiento o elevar el conocimiento a través de este saber A priori, con la cual deben ser trabajadas las matemáticas, las ciencias naturales y la metafísica. 

    Finalmente, Hegel, sistematizador de la dialéctica, se opone a Kant en cuanto dice que tanto la esencia como el fenómeno son objetivos y por lo tanto ambos son esenciales para el saber y el conocimiento y al conocer el fenómeno se conoce la esencia o «la cosa en sí». Empieza a estructurar las leyes de la dialéctica en su Fenomenología del Espíritu dando prioridad al movimiento, la unión y lucha de contrarios, y los saltos de lo cuantitativo a lo cualitativo. Contraponiéndose a la tesis del saber A priori, postula la Idea Absoluta pues según Hegel la identidad originaria que forma la base sustancial es la identidad del pensamiento. En palabras más sencillas, si el mundo se mueve, si el mundo tiene leyes, es porque estas han brotado de la lógica del pensamiento. Por lo tanto, podríamos decir que la Idea Absoluta que lo rige todo, el pensamiento y su lógica, a quien Hegel llama Dios, va a crear el Pensamiento Absoluto y este el Pensamiento Humano, pero a la vez esa idea absoluta establece las leyes de la naturaleza. 

    Como vemos, hasta antes de Marx y Engels, existía un materialismo no sistematizado y que carecía de lo fundamental: la dialéctica. A su vez, existía una dialéctica pero carente de materialismo. Marx y Engels hacen un estudio concienzudo y van a fusionar el materialismo con la dialéctica, creando así el marxismo como una doctrina científica. Con el marxismo, el mundo externo existe, tal como existimos nosotros por ser materia y nuestro pensamiento o saber o conciencia se forja con la experiencia. Lo externo, la materia, lo corpóreo forja nuestra mente, nuestro pensamiento y este a la vez, a través de su teoría o sus construcciones conceptuales, repercutirá sobre lo externo. Para el materialismo dialéctico, la naturaleza tiene sus leyes y no son impuestas por nuestro pensamiento o por la lógica. En dichas leyes, en dicha naturaleza, la «cosa en sí» pueden ser conocidas a través de la investigación que es en sí la interrelación o influencia de lo objetivo sobre lo subjetivo. Las leyes de las que hablamos y que rigen en el mundo de la materia, es pues la dialéctica, la cual también es aplicable a los cambios orgánicos del ser humano y de su conciencia. Marx y Engels en su «La Ideología Alemana», dejan bien claro estos principios, a través de frases tales como «Las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que este hace a las circunstancias» y van criticar ferozmente la tesis de Feuerbach quien plantea lo siguiente: «El modo de vida y la actividad de un individuo animal o humano constituyen en que su esencia se siente satisfecha». Para el señor Feuerbach, los peruanos somos pobres porque nuestra esencia se siente satisfecha por la pobreza. Es algo natural en nosotros, porque para el señor Feuerbach todo lo natural existe, pero no puede ser transformado y solo es posible conocerla a profundidad haciendo uso de la razón o a lo que Hegel llama Idea Absoluta. Para Feuerbach no hay cambio y solo plantea la observación empírica, por lo que toma al hombre como objeto sensible, no como actividad sensible. Por lo contrario, Marx y Engels enfatizan que el hombre es una actividad sensible porque puede modificar su contexto. De esa posición de Feuerbach devienen también planteamientos anticientíficos y ahistóricos. Según el planteamiento de Feuerbach el capitalismo sería algo eterno, incambiable, mientras que para los materialistas dialécticos o comunistas todo se transforma. Y esto contradice a muchos que dicen ser socialistas o comunistas y sin embargo, yacen estancados tratando de desenvolverse dentro del sistema capitalista, sin trabajar ni mostrar ápice alguno de cambiar este sistema por el socialismo.  Otro craso error es por ejemplo la tendencia a generalizar el pensamiento o la idea. Comúnmente, enseñan Marx y Engels, se dice que en tal etapa o época predominó tal pensamiento o ideología, pero no se ve que precisamente la ideología o el pensamiento que predomina en una época es la de la clase que domina dicha época. Por ejemplo, hoy se nos dice a todos los peruanos que somos machistas o violadores, que esta época en la que vivimos se quedará impregnada de ese pensamiento; pero, si somos materialistas dialécticos comprenderíamos que ese pensamiento o ideología del machismo y de las violaciones proviene de la ideología individualista y ambiciosa del capitalismo que sobrevive con rasgos de la ideología feudal o virreinal. Esto es una cuestión que nuestras feministas deben comprender;  plantearla de forma clara y no dejarse llevar por la ideología del falso feminismo que no ven en el sistema impuesto por la clase dominante la esencia del problema de la mujer. 

    Para dejar claro la posición de los materialistas dialécticos, podemos citar una frase de Engels en el antiduring: «Los conceptos de número y figura no han sido tomados sino del mundo real», frente a la posición de During quien planteaba que la matemática y sus elementos son solo procesos mentales, aislado de la realidad. Además se habla de la «causalidad» y la «casualidad». Estas se desarrollan en el mundo corpóreo o material. Todo suceso tiene una causa y un efecto, a la par que muchas de estas se dan por la casualidad que está conectada a la causa y el efecto. Posteriormente, Lenin rebatirá las concepciones idealistas y dogmáticas de Berkeley en «Materialismo y Emperiocriticismo» profundizando y llevando a un nivel más elevado el materialismo dialéctico y para hacerlo de alcance más popular, Stalin y Mao Tse-tung escribirían sobre el materialismo y la dialéctica en un lenguaje coloquial.


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