Lo grotesco como elemento en la película «Nadie duerme en el bosque esta noche 2»

 Por: J. Miguel Vargas Rosas

    Lo grotesco es un recurso artístico que data ya de hace muchos siglos atrás y que proviene de gruttesco debido a las imágenes encontradas en una gruta o cueva durante las excavaciones realizadas en la zona llamada Domus Aurea, perteneciente a Roma en el siglo XV. El significado de grotesco va experimentar ciertas modificaciones con el paso del tiempo, hasta llegar a una conceptualización más o menos como la que citamos a continuación: 

    «Término derivado del italiano grottesco (de grotta: gruta, cueva), aplicado a ciertas figuras caprichosas o extravagantes (quimeras, hombres con cuerpo de animal, animales con formas de plantas, etc.) encontradas en las pinturas de monumentos romanos excavados en la época renacentista. Con dicho término se ha designado posteriormente una categoría estética y literaria con la que se alude a un tipo de descripción o tratamiento deformador de la realidad mediante «una exageración premeditada, una reconstrucción desfigurada de la naturaleza, una unión de los objetos imposible tanto en la naturaleza como en nuestra experiencia cotidiana» (Estébanez Calderón, 2000)

Este recurso es lo que me llamó la atención en la segunda parte de la saga «Nadie duerme en el bosque esta noche», porque pese a una calidad de iluminación poco artística, actuaciones de baja calidad, lo grotesco llega cuando se empieza a narrar el amor entre los dos monstruos que se vuelven los protagonistas del film. Lo grotesco llega al extremo de mostrar pasajes eróticos entre los dos monstruos, quienes a su vez intentan justificar su salvajismo como parte del instinto que los domina, tal cual un animal de la jungla se justificaría si lograse articular palabras. Esto dota a la historia de cierto romanticismo, frente a la deshumanización e individualismo extremo de los humanos. 

Sin embargo, rompe la estética de ese recurso, la morbosidad que es costumbre que nos muestren las películas de terror modernas. Es más, nada tenía sentido ni lógica, como no tenía nada grande ni virtudes que rescatar hasta que se mostró el idilio entre los monstruos y se relució el espíritu oscuro de ambos. Solo ahí, cobró razón de ser, no obstante, el largometraje de Netflix no tiene justificación para centrarse en pasajes morbosos, porque este lejos de aportar, reduce el arte. Pero, como ya lo señalamos, no podría ser de otra forma, pues las películas modernas de susto y espanto, hacen uso y abuso de la morbosidad a la cual han acostumbrado en las últimas décadas al espectador, que ya no tiene conciencia crítica para con los demás aspectos que deberían enriquecer una película. Además de ello, la mezcla de comedia con terror, sigue siendo un déficit para la mayoría de guionistas-escritores que se arriesgan a apostar por dicha combinación. 

Entonces, lo grotesco salva de caer en la rutina, en lo simplón, a este film por lo que la segunda parte se constituye en una superior a la primera, la cual no tenía razón de ser y se llenaba solo de morbo para propiciar en el espectador el asco, el temor a verse en la posibilidad de ser desentrañado por bestias salvajes, descuidando los aspectos artísticos y la trama en general. Esto, debería llevarnos a pensar en la creación de un cine de terror más elevado. 


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