Una exploración a espíritus diferentes en «Los escritores vagabundos» de Philippe Ollé-Laprune.

  Por: J. Miguel Vargas Rosas

    «El papel del escritor es conservar la memoria, hallar una coherencia en el caos e inventar fábulas que nos transporten a un lugar lejano, cargado de sentido y de asombro»; sentencia Philippe Ollé en la introducción del libro y es que el caos, sin miedo a equivocarme, habita y se regocija en el espíritu de todo artista verdadero. Precisamente, aplicando la dialéctica, podríamos señalar que, de ese caos interno desatado en el escritor, brota una coherencia y una estabilidad para el lector, a quien busca sensibilizar con sus obras literarias. Dentro de su serenidad política, podríamos aseverar que César Vallejo también llevaba un caos en el espíritu, al igual que José Carlos Mariátegui. 

El libro es un ensayo literario con un lenguaje literario, que busca ser biografía de varios escritores

tanto del occidente que peregrinaron a Latianoamerica, como los escritores latinoamericanos que migraron a Europa. Debido a ese lenguaje fluido y estético, el libro se aleja del tedio, convirtiéndose en una lectura sobria y dinámica. El autor evita hablar de escritores netamente marxistas, tanto así que a César Vallejo le dedica muy poco espacio en sus páginas y se centra en escritores que tienden al anarquismo, la locura, o que disienten del modelo económico soviético de la época de Stalin, por lo que podríamos deducir la posición política de Philippe Ollé-Laprune. 

Pese a esto, la exploración de las almas explosivas de los escritores, pasando por Lawrence, Vallejo y llegando a la locura de Burroughs, llena de misticismo y oscuridad la personalidad de los escritores, sin mencionar ya la vida apartada, aislada e incomprendida de Hemingway que pondrá fin a su vida con un disparo en la boca. Entonces, la literatura, al conllevar sentimientos forjados o guardados en el subconsciente de los autores, se constituye como un elemento que sacude al que lo consume (el lector). «El escritor es un soñador y un dinamitero, concentrado en su propia creación, pero con el deber de hablar de las carencias del mundo que lo rodea»; tal cual lo manifestara el melancólico Kafka al afirmar que el arte debe ser el hacha con la cual romper nuestra mar congelada. 

Con uno u otro fin, las obras literarias con sus respectivos autores, tienen intensidad y deben poseer intensidad para remecer el interior de los lectores. El libro de Philippe intenta conservar esa intensidad remecedora, por lo que impacta y cala en el lector, al mostrarnos la necesidad de los escritores por viajar o vagabundear desde un punto del mundo a otro, la mayoría impulsados por ese caos interior al que mencionamos. «La escritura es una forma de apreciar las delimitaciones de la existencia y de superar los límites; el escritor tiene la función, entre otras, de acompañar al lector en esta aventura singular que consiste en extender los extremos del ser»; así pues, la literatura busca vencer o romper limitaciones existenciales y con ellos, los propios autores vencen los límites del tiempo o de la vida. 


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