Diario 1: Rareza y normalidad

    Siempre fui raro o es lo que suele decir la gente, la cual me ve como una especie extraña dentro del subgrupo humano y a una parte incluso les fastidia mi silencio con la que suelo observar ciertos detalles de la conducta humana o de la sociedad. Lo cierto es que hasta ahora no he podido comprender qué es ser normal; no sé si lo es destrozar una planta en su hábitat, mentir constantemente como suele hacerlo la mayoría debido a múltiples razones que son más justificaciones o excusas para dizque no dañar a nadie, o normal implica hacer la guerra constante, enojarse frecuentemente, traicionar, traicionarse o perderse en aquello que Dante Alighieri llamó la "Selva oscura". Las personas piensan que por mi constante silencio, no siento, pero todo alma es frágil y se duele con comentarios como esos. Muchas veces he deseado ser normal, pero no entiendo qué es ser normal, hablar de cosas triviales o insulsas pese a que nadie te habla o a nadie le interesa, pero que fingen interés. 

    Una noche, entre uno de mis tantos viajes, vi una gresca entre ebrios donde le reventaron la cara a un tipo y le iban arrojar una piedra inmensa en la cabeza, con la cual sin duda lo iban a asesinar. La gente solo se aglutinaba a ver y murmurar. Uno que otro por compasión decía llamar a la policía, pero nadie intervenía. Eso es una forma de compasión y la compasión como tal no ayuda a nadie. Creí siempre que el amor ayudaría a las personas, no la compasión. Un día, cuando cruzaba frente al hotel Sheraton, una joven o adolescente iba a lanzarse del veinteavo piso y un cúmulo de personas miraba desde la calle, filmando con sus celulares y algunos incluso azuzando a la jovencilla a que se lanzara ya para terminar con lo que llamaban el "espectáculo"; finalmente, la joven terminó arrojándose y muriendo al instante. No sé si eso sea ser normal; en todo caso también duele dichos comportamientos o mejor dicho, duelen los normales.