Los Otros-Segunda Parte (Los Recientes)

Por:  J. Miguel Vargas Rosas

                                                     I



             Me alejé del ambiente literario huanuqueño y nacional durante varios años. Intenté sobrevivir a lo caótico de la sociedad. Me interné en lo crudo del trabajo de periodista, donde conocí atrocidades imperdonables. Sucedieron tantas cosas en ese transcurso pero aún recibía, distante, las noticias de nuevos escritores de la región, algunos con más publicidad que otros, hasta que lo fatal cubrió mi vida: la pérdida irreparable de un compañero de batallas y hermano de la vida, asesinado éste por manos cobardes. Entonces mi aislamiento fue total. Ya no recibí noticia alguna sobre la literatura regional, perdí todo contacto con la literatura nacional y me fui hundiendo, destinando mis escritos a ser obras póstumas, si para algo servían más adelante.
          Uno de los casos más resonados, era la de Yeyna Condori (antologada en este libro), a quien los medios de comunicación resaltaron su premiación en un concurso en Italia. Además de ella, las ya conocidas escritoras huanuqueñas se hacían resaltar más, como Gloria Dávila y Cirila Cabrera; por otro lado, seguían apareciendo nuevas imágenes, incluso algunos de ellos han sabido llegar a Lima e inmiscuirse en asuntos literarios en la capital del Perú. Sin embargo la pregunta es, lejos de haberse hecho publicidad y que la prensa los haya ensalzado de forma inmedible, ¿cuánto de rescatable y grandeza hay en las obras de estos nuevos talentos, así como de las/los que se fueron haciendo más publicidad?, una duda increpa a mi alma, pues tengo poca información sobre los nuevos o los contemporáneos, por ende me limitaré a comentar acerca de los que Maraví M.R. en su antología “Los Otros (Poesía Joven en Huánuco)”, ha citado y me basaré en lo poco que he leído sobre éstos, sin ningún otro objetivo que el de aportar en algo al arte, el análisis y la cultura huanuqueña, para que ésta siga floreciendo en calidad. Espero no se tome esto como una ofensa, ya que sólo es un comentario en base a mi humilde conocimiento y mi apreciación como un lector más. Además les hablaré de una joven escritora que ha sido omitida, incluso en este libro y que no tiene nada que ver con el grupo que yo he llamado en el título del análisis, Los recientes.
        Es este segundo grupo, según mi apreciación, una generación menos apasionada, menos loca, menos intensa, muchísimo más apagado que el primer grupo del que hablé y que Maraví tuvo a bien incluir en esta antología.  La mayoría de este segundo grupo, rebasan o rebasaban desde que publicaron sus textos, los 30 años de edad, siendo los menores: Álex Ginés Vega y Alvest Valdivia , nacidos el año de 1981.
       La edad es lo de menos, así como el cuerpo puede envejecer, pero el alma mantenerse joven, igual, lo importante aquí es analizar si la poesía es joven aún y nueva, acompañada de una gran intensidad y calidad. El Amauta José Carlos Mariátegui, solía decir algo así: “No se trata sólo de artistas nuevos, se trata de hacer arte nuevo”; pues bien, en este grupo, la mayoría (no todos) está lleno de pasividad, una pasividad que en muchos casos los conduce al conformismo y les hace crear versos que llegan al simplicidad.
        Una cosa es crear versos sencillos, al estilo Benedetti, que te encandilan y te llenan el alma de ternura, porque poseen una belleza sutil; otra muy diferente, es el crear algo simple. En la mayoría de los versos que he leído, poco transmiten al espíritu del lector, poco o nada de sentimiento contagian. No hay metáforas profundas  ni sencillas, no existe estilo nuevo, ni figuras poéticas muy bien logradas, pero en cambio sí hay ciertas influencias de grandes escritores. En este grupo el más destacable, es Álex Ginés Vega, sucedido por Alvest Valdivia Ortiz. 
       Yeyna Condori Baldeón, tiene un único libro del cual conozco algo, data del 2014, bajo el título “Pétalos de Alegría”; al analizar sólo el poema que lleva el título del libro, leemos lo siguiente: “Mi deseo de atravesar la frontera/ hacía brillar mis vírgenes ilusiones/ que rozaban el místico cielo prometido./ La alegría de conocer la bella Italia hacía danzar mi corazón”, lo que encontramos aquí no tiene muy bien trabajada la estética poética, hay cero hiperbaton, nula metáfora y se asoma más a lo narrativo, aunque a simple vista se podría apreciar un sentimiento de júbilo por abandonar la tierra natal y conocer otro país. El cierre de dicho poema, a mí modesto ver, faltó un poco más de trabajo para poder redondearlo: “Amada Italia, gracias a tu majestuosa madre tierra/ he sabido encontrar en mis vírgenes versos/ la calma y felicidad”; seguimos notando una narrativa tipo carta que se asoma un poco a líneas algo versadas. Sin embargo aún hay mucho por recorrer. En otros poemas, Yeyna Condori se asoma un poco a la poesía infantil, pero es más narrativo que versado.
      Algo similar encuentro a los versos, incluidos en esta antología, de Nancy Isabel Villaflor Lázaro, de quien no sé nada más que lo que se ha publicado en esta antología. Su poesía que intenta asomarse al romance, consiste en lo siguiente: “No seas egoísta,/ mi jinete/ quiero sentirme princesa/ no esclava,/ hagamos el amor.” Y luego complementa con la siguiente estrofa: “No vayas a la horca/primero pasa un juicio/ hagamos el amor.”, a mí se me hace de un estilo de conversación común y corriente entre dos personas, e incluso en cierta forma rebaja el amor a una simple forma de erotismo. Tal vez, si es que cabe la posibilidad, se les podría ubicar en otro género literario. Cuando ingresa a la literatura social, cae en lo mismo. “Dicen que mi Perú se jodió…/ Digo ¡No!, en cada universitario que camina lejos/ hasta llegar a una biblioteca./ Dicen que mi Perú se jodió…/Digo ¡No! En cada libro que mi hijo toma en sus manos/hasta llenar de sabiduría su mente/”; en tema político, asistimos a un pensamiento demasiado pasivo y nada claro. Sin embargo esto hubiera sido un buen aporte, si la poetisa hubiese incrustado a la poesía el estilo del rap o hip hop, pero no hay eso, no hay rimas y el Digo ¡No!, me suena mucho a una música muy popular.
        El que es más intenso de este grupo, es para mí personalmente, Álex Ginés Vega, uno de los dos más jóvenes de este grupo, a quien tampoco conozco ni a través de su único libro “Azul Fisura”, publicada en el 2014. Hay en él metáforas sencillas, más estética agradable y que impacta en el alma del lector de una forma suave, pero cala en el interior. Ha logrado versos muy buenos, aunque hay influencias de César Vallejo, incluso roba algunas palabras de este vate de la poesía, para hablar sobre todo de Dios, dándole su propio tono, porque aquí Ginés Vega, cree más en Dios de lo que creyó Vallejo. “Cabe en el corazón/ un dios a escala/ muestra lo negro/ el espejo/ del albo fin/ muestra horizontes/ por temor a la nada”; aquí Dios existe, sin saber cuál o cómo es, pero debe ser adorado. También está presente en el siguiente, donde nos muestra ya a un Dios más que Dios, metafórico, existencial y también Dios podría ser tomado como algo poderoso, omnipotente: “Siendo el humano tan tuyo/ No hay inocencia/ que no pueda morir/ ni demonio ni ángel ahora libre de ti”; y se asemeja en algo a Vallejo cuando dice: “El día que creaste/ al mundo/ que triste te debes/ haber sentido, Dios”, así también hay buenos versos, sutiles y candorosos con metáforas que aparentemente son sencillas de analizar, pero que abarcan diversos mensajes, en el poema “Los cuentos que nunca nunca te contarán”. Hay en los versos un dolor muy profundo por ser poeta y también por el mismo hecho de ser humano, ese dolor que jamás fue ajeno al espíritu de las personas, sólo que en el artista, se hace más intenso. “El Sol nos quitará/ la memoria…toda isla quizá/ No busques la orilla/ ya roída aun amada/donde revienta la ola/ ahí duele más”; ha roto con todos los signos de puntuación y ha robado algo del estilo vallejiano, pero el suyo es mucho más sencillo. Ahora bien, lo que llama la atención de este joven escritor, es que toca el tema femenino, no en base al típico romance de pareja, lo toca como una crítica social que a simple vista podría parecer machista, pero en sí (espero no equivocarme) es una réplica y un grito a la misma mujer para que ésta reivindique a su género. En sus versos el poeta generaliza el carácter negativo de ciertas mujeres, no reivindica a la mujer y esto sí que tiene algo de machista, pero a la vez espera con la esperanza la llegada de una amiga, de la nueva mujer. Es un grito para que la esencia de la mujer no se pierda, aunque podría analizarse el ataque feroz contra determinadas mujeres conservadoras y amantes de lo material. “Ríete de mí, pequeña Andrea/ Es solo que/ Las palabras son fáciles/ De ser escritas/ No me gustan las mujeres, Luis/ aunque mi cuerpo/ las frecuenta/ y ya voy pa’ viejo y aún no naces/ oh mi lenta amiga”; lejos de toda metáfora, el poema parece ser una melodía que transmite ternura pero a la vez algo de indignación, por lo que yo lo catalogaría como una llamada de atención para que las mujeres levanten su voz, se indignen por esta generalización y la esperanza de que esa “Lenta amiga” nazca, se haga realidad. (Continuar leyendo el II)

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