No Esperes Setiembre para Florecer de "Flor de Lis"

  Por: J. Miguel Vargas Rosas    

          No pude esperar a Setiembre para comentar los poemas de Lisbeth Huamán (Amarilis o Flor de Lis), los cuales, si bien están en un proceso de construcción y en búsqueda de su independencia, para hablar con la voz propia de la poeta, ya que se siente la influencia pegajosa de Valera y Javier Heraud, podemos hallar que muchos versos tienen un acabado propio, profundo e intenso, con los cuales crea imágenes poéticas. “Lejos, las aves/ vuelan en uve / y tu nombre les es familiar / mientras vuelven a sus nidales / y tú no al amor”; señala en un poema, por ejemplo. Las aves, en cuya figura representan la soledad del espacio despejado, retornan al hogar vacío donde se siente la ausencia del ser amado. Así, Lisbeth va a explorar los distintos tipos de amor e ilusión; sueña con el ser perfecto, aunque no exista o simplemente sea una especie de utopía. “No hay existencia entre nosotros sí solo cabes en lo inverosímil, como puro cuento”.
Va a transitar también por los aposentos del erotismo sutil, metafórico; erotismo simbolizado en la piel del amado o en su propio cuerpo desnudo, solo y abandonado. “(…) y yo estoy aquí, / como cada madrugada, / como cada mañana, / como cada noche, / con el llanto / desgarrador y desconsolado de los gatos techeros”; enfatiza en el poema “Habitación Amplia”, en el cual también el erotismo producto de la desolación llega al clímax. “Esta habitación no es mía / es amplia, vacía y fría, / hay espacio para dos / y yo estoy sola, / cerrando cortinas, / abriendo las piernas / consolándome / dulce y fríamente”. Después, transcurre por las habitaciones del existencialismo, siempre tratando de refugiarse en una fortaleza y colocando a sus sentimientos una coraza para mantenerse inmune ante las arremetidas del dolor, el desamor o la dialéctica propia de la vida. Tiene un tono nostálgico y arrebatado. 
Encontramos pinceladas de su yo auténtico en el que consideramos uno de sus poemas más logrados, “El compañero vive”; en este se puede ver la conjugación del masculino con el femenino, fundidos en un solo yo – demostrando así su lucha aguda por la justicia frente a la situación de las mujeres, sin acusar al “varón en general” como el responsable de todo el problema que se plantean los feministas – y homenajea con sutileza a los que decidieron inmolarse soñando con un nuevo mundo. Lo primero se ve cuando dice: “Escribo la voz de un compañero / como los / rayos del sol, / como la sonrisa de una linda señorita.” y lo segundo, en la continuación de los versos: "La voz del compañero / no ha muerto, / se escucha en cada paso, / en la estación, / en la brisa del mar, en un reloj con alarma, / en sueños descubiertos”; como vemos, las imágenes entretejen una figura completa de soledad (el reloj, la estación, la brisa, etc.) pero también de esperanza, porque la muerte no puede contra los combatientes y los soñadores. El lenguaje sencillo que la caracteriza es un punto a su favor, pues se libera de las metáforas rimbombantes y a veces sin ningún significado de los poetas actuales. 
Como dijimos, la poeta es una promesa, y aunque influenciada aún por sus escritores quizá favoritos, no la hubiésemos comentado si no creyéramos que tiene muchos puntos a su favor como para asegurar que el Perú aún tiene futuro poético.

NOTA: Para este comentario crítico, nos basamos únicamente en la plaqueta "No Esperes Setiembre para florecer".

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