Relato 1

    Por: J. Miguel Vargas Rosas  

     Mi bisabuela se lo contó a mi abuela y ésta a mi madre. El chino detuvo la camioneta en la que llevaba a su esposa y a sus hijos, muy cerca al velo de la novia. Era de día, un sol magnánimo disparaba rayos intensos. El chino disparó su escopeta de dos cañones contra la cabeza de su mujer y luego hizo lo mismo con sus hijos. La sangre empapó los vidrios de las ventanas. Extrajo el cadáver de su mujer y de sus dos hijos, y los colocó en la maletera. Luego limpió como pudo la sangre y puso en marcha el vehículo. La bisabuela lo conocía desde hacía mucho tiempo. Ambos habían andado por el bosque para establecer los límites del terreno de aquella, que quedaba justamente donde hoy yace el restaurante OVNI en Aguaytía. 

      El chino llegó hasta Pucallpa, se metió a su cuarto, escribió una pequeña nota donde especificaba a las autoridades que si buscaban en la maletera de su camioneta, encontrarían a su mujer y sus dos hijos pequeños, a quien él mismo había asesinado. Dobló el papel, lo puso sobre la mesa, a donde él se sentó y se llevó la escopeta a la boca. Dicen que no dudó en halar el gatillo. El estruendo aterrador llamó la atención del vecindario. El Chino se había quitado la vida de un balazo. 

     ¿Por qué lo hizo? Se supo después que había hecho un pacto con el demonio y le había pedido vida eterna. Tenía una amante y otra familia en Lima. Dicen que el demonio le pidió que sacrificara a su esposa y a sus dos hijos, para que obtuviese la eternidad. Que debería después matarse con la misma arma que utilizaría para asesinar a sus familiares. Sin embargo, un día después del entierro, cuando el sol empezaba a ocultarse entre las montañas, la bisabuela sintió que alguien corría cerca de su huerto, entre la hojarasca. Se asomó lentamente. Aún no oscurecía. Descubrió al Chino oculto tras un árbol, mirándole con los ojos enrojecidos. 

- Comadre – le dijo – debes hacer algo por mí.

- ¿Qué haces aquí? – le increpó la bisabuela. 

Los perros ladraron con desespero. De repente el pavor hizo estragos en el espíritu de la mujer, quien sintió que toda la piel se le escarapelaba. 

- Debes quemar desde este punto hasta el riachuelo – le dijo el Chino o el espíritu del Chino –  Después rociarás agua bendita. Harás que bendigan toda esta parte, porque él quiere venir. Sálvame vieja… Sálvame… aquí abajo se tiene mucha sed… oficia una misa. 

La bisabuela hizo lo que le pidió el Chino, venido desde el más allá (como le llaman ellos). Bendijo la parte señalada por el ánima y ofició una misa para el perdón de aquella alma condenada a los inframundos por ser leal al demonio, Satanás o Lucifer. Después de un buen tiempo la bisabuela se ausentó del Boquerón, abandonó ese terreno y años después, otros se apropiaron y construyeron el restaurante llamado “El Ovni de Aguaytía”. 

Sinceramente, no recuerdo si la historia fue relatada de esta forma, si cambié algunos parajes o escenarios. Sin embargo, las ideas generales se mantienen. Me lo contó mi madre cuando éramos adolescentes y en mi espíritu cuestionador, surgían incógnitas tan místicas que subsistían desde mucho antes, pero se tornaban más intensas con ese relato. ¿Habría un mundo más allá de esta vida?, ¿habría un lugar a dónde llegar?, ¿las almas podrían continuar vagando como la energía de las estrellas?, ¿hay un más allá?


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