Presentación del libro de cuentos Hijos de la iglesia

 Por: Mario García Ysla

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Definición de un cuento de terror

Un cuento de terror o relato de terror es una narración de una historia que, dentro de su contenido de apariencia real, introduce elementos tanto psicológicos, así como cadáveres, monstruos, fantasmas, seres horripilantes y grotescos con los cuales se busca ocasionar al lector sensaciones de miedo, angustia, terror u horror.

 En definitiva, el género de terror se ha destacado y destaca por presentar situaciones de lo más incómodas, espeluznantes y escalofriantes para los lectores, apelando a la tensión, suspenso, y a las apariciones inesperadas o fuera de lo normal, sobre un ambiente creado exprofeso. 

Tópicos de un cuento de terror

Roger Caillois, por su parte, en su Antología del cuento fantástico, menciona algunos tópicos que están presentes en la mayoría de los cuentos de terror, entre ellos podemos mencionar:

- Pacto con el diablo

- El alma en pena que exige el cumplimiento de determinada acción para reposar.

- El espectro condenado a un tránsito desordenado y eterno.

- La muerte personificada que aparece entre los vivos.

- Lo que es indefinible e invisible, pero que pesa, está presente y mata o perjudica.

- Los vampiros.

- La estatua, el maniquí, la armadura que súbitamente se animan.

- La maldición de un brujo.

- Y, por último, agregaríamos, la presencia de seres extraterrestres.

Entonces, tomando en cuenta lo expresado brevemente, y centrándonos en el libro que nos convoca en esta oportunidad, voy a proceder a comentar lo que dejó en mí la lectura de este cuarteto de cuentos. Espero evitar el spoiler. La idea es crear interés en su lectura. Al menos esa es mi intención.


Descripción del libro

Tomaremos en cuenta, en primer lugar, los elementos paratextuales que como sabemos lo observó en su momento Gerard Genette en sus textos Palimpsestos. La literatura en segundo grado y, con mayor énfasis en Umbrales.

Genette considera al paratexto como un elemento auxiliar, un accesorio del texto que funciona como una puerta de entrada, de transición y de transacción. Destaca los elementos que ocupan una posición importante y que ejercen una acción sobre el público para conseguir una buena acogida del texto y una lectura más adecuada. En definitiva, los paratextos son los que convierten al texto en libro y lo proponen como tal al lector.

En este sentido, podemos decir que la imagen de la portada esencializa de antemano las historias que vamos a leer. Esta, la carátula o portada, como quieran llamarla, la componen las imágenes de dos niños de ambos sexos arrodillados en posición de oración con sus rostros apenas visibles al costado de una puerta con figuras de cruces desde cuyos resquicios aparece un charco de sangre y todo envuelto en la oscuridad casi total, lo que nos permite presagiar una lectura de historias cruentas.

Por otro lado, observamos la presencia de un epígrafe en la página 7 y, al respecto, Genette nos menciona que los epígrafes son definidos como una cita ubicada generalmente al frente de la obra. Puede ser una cita de un poema, de otra novela, refrán, etcétera y están a merced de su relación con el texto que puede ser de énfasis o a modo de frase que resume el sentido del texto en su totalidad. 

 El epígrafe en el libro de Vargas Rosas es una cita de una frase de Edgar Allan Poe, ícono indudable de la narrativa de este tipo, y que viene a configurarse como señal premonitoria, como advertencia del tipo de lectura a la cual vamos a empezar a leer, de los eventos de los que seremos partícipes con su lectura, es decir, el epígrafe va sugiriendo el sentido de los textos. Como expresaría finalmente Genette: el epígrafe al comienzo está, para el lector, a merced de su relación con el texto.

Miguel Vargas Rosas ha distribuido sus cuatro historias en las 99 páginas de esta obra. Y estas historias, en principio, están tan bien contadas que las vamos a leer de un tirón, y si empezamos a las 12 de la noche, hora propicia, la acabaremos a las 3 de la mañana, justo para empezar a sentir los primeros ruidos extraños en nuestro propio dormitorio.

Es preciso recordar que toda obra creativa parte de algunas formas básicas, y luego con la expertis del escritor, de su intencionalidad, irá dotándola de un estilo propio, singular y personal. Para sustentar lo dicho me remito a lo expresado por Howard Phillips Lovecraft en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, cuando afirma que: Cualquier obra maestra del futuro que trate de fantasmas o del terror deberá su aceptación por parte de los lectores más a la fineza del oficio de escribir que a un determinado tema. Y creo que, en este sentido, Miguel Vargas está en buen camino, oficio tiene y mucho.

En cuanto a los cuentos.

El primer cuento: Armario

En este caso, este cuento es una narración escrita en tercera persona, por un narrador heterodiegético omnisciente. Cuento que va creciendo hasta en tres niveles cada uno con una intensidad más alta. Además, el autor va estructurando el cuento con los elementos propios de este tipo de narraciones, haciendo del espacio, la oscuridad, los ruidos y el suspenso sus aspectos más relevantes.

 Este abanico de terror que se expande durante el tiempo que dura la historia espeluznante principia en un armario, aquí observamos el tópico de lo oculto y lo cerrado. Elemento básico en toda historia de esta clase de relatos por ese carácter misterioso y desconocido que tiene todo objeto cerrado y más si es antiguo. Un objeto cerrado que al abrirlo se convierte en la puerta de entrada a un mundo sobrenatural.

 Porque no hay nada que pueda dar más miedo que una puerta cerrada y del que se escuchan desde su interior ruidos y voces. Más aún si en este caso son las puertas cerradas de un armario antiguo, que a la vez está dentro de un dormitorio, que a la vez está dentro de una casa antigua. Una situación de lo más aterradora, el acabar sorprendidos por el hallazgo de algún objeto peligroso y sorprendente o el ataque de cualquier criatura que se encontrase al otro lado de esta. Las puertas entonces, en determinado momento, ubicación, espacio, como el caso del armario, son el verdadero elemento de tensión de los cuentos de terror. 

A este tópico apela nuestro autor para desarrollar este relato en el que se van descubriendo poco a poco secretos cada cual más horrorizantes. Y que gracias a su manejo de lo narrativo va dosificando hasta su crisis final, mediante la elipsis y los saltos atrás de la historia.

Este primer cuento termina con uno de los personajes principales en otra situación reflexionando acerca de lo sucedido, pero en un estado de indefensión. Aparentemente la situación ha concluido, pero con perjuicio de todos los actantes.


El segundo cuento: Hijos de la iglesia

Narración escrita en primera persona o narrador homodiegético testigo, a modo de diario. Con esto se pretende otorgar verosimilitud a la historia, pues hay un testimonio de lo sucedido. Quien lo hace es el ayudante del padre de la iglesia que siente poco a poco como seres fantasmales van apareciendo y apropiándose del espacio religioso.

Otro tópico, contrario al cuento anterior, es la dualidad arriba/abajo. Lo de arriba como lo positivo, vital, y lo de abajo lo oscuro, obsceno, lo negativo. Arriba vida, abajo muerte. Esta dicotomía de lo alto y lo bajo, trae a la mente el texto clásico de Mijail Bajtín, La cultura popular en la edad media y el renacimiento, del cual se pueden extraer además algunas nociones.

Es decir, volviendo al cuento, que lo misterioso, soterrado, maligno nace de las profundidades de la tierra, y ese es el punto desde donde empieza esta narración, de los sonidos debajo de la tierra, de los sótanos, donde comúnmente se enterraban a los muertos en las catacumbas de las iglesias. Lo que ocultamos normalmente son nuestros pecados, nuestros actos más oscuros, nuestros vicios los enterramos en lo más profundo de nuestro ser. Este cuento trata de eso. Y tal vez nos demuestra que tarde o temprano lo oculto emerge.

Una historia que, sobre la base de la elipsis y el aporte de elementos, como una pequeña historia romántica, añaden el suspenso, aletargan el culmen de la historia, para luego paulatinamente llevarnos a la crisis o al problema trascendental sobre el que se sostiene toda la historia. Hay una tensión in crescendo.

Cuento sin final definitivo, pues el motivo que origina toda la historia, la posible búsqueda de justicia póstuma, queda pendiente, aunque el personaje que tenía toda la información no se encuentra en una situación que pueda reponer lo solicitado.

Resumiendo, podríamos expresar que los dos primeros cuentos tratan de seres muertos, de fantasmas, de cadáveres que de alguna manera regresan para vengar alguna muerte o buscar una reparación. En el primer cuento se debe a esa pasión entendida como lo exacerbado, ese sentimiento irracional que lleva a que el personaje venda su alma al diablo para recuperar al bien amado.

El segundo cuento, mucho más escabroso y de actualidad respecto a los cuestionamientos que van apareciendo y haciéndose públicos, que van sacando a la luz el accionar pecaminoso, grotesco y obsceno de algunos miembros de las diferentes iglesias, sectas y cultos. Que son ocultados para no perder la imagen de sus fieles y creyentes.

Los dos primeros cuentos al tratar de seres fantasmales, venidos del más allá, resultan fuera de toda lógica y racionalidad. Pues aparecen seres sobrenaturales, entendido lo sobrenatural como aquello que rebasa, aquello que desborda lo natural, que desborda nuestro orden de realidad basado en la razón. Al carecer de toda lógica, los que la han experimentado, aquellos que pretendan contarla o describirla serán tildados de dementes, por lo imposible de sus argumentos. 

El tercer cuento: Extraños habitantes

El primer hecho que se nos presenta como escena a primera vista es el cadáver de un niño y esto nos impela por saber a qué se debió ese deceso. El punto de vista es la de un narrador protagonista u homodiegético. Un niño cuenta.

Además, podemos distinguir claramente que los lugares nos remiten a paisajes naturales de la selva peruana, la montaña y sus ríos. De los relatos leídos oriundos de la selva amazónica, de los yacumamas o boas inmensas que aparecen de las grandes corrientes fluviales o los personajes como el chullachaqui o el tunche. Pero en este cuento es otro ente el que causa las desgracias. El terror viene del espacio, y contra esto los protagonistas se deben de enfrentar.

La presencia del tópico extraterrestre es un elemento que está presente como cuestión de incertidumbre en cuanto a la gran pregunta de si estamos solos en el universo o no. Un hecho que, de presentarse, daría vuelco a toda la historia y hasta debilitaría las ciencias y las religiones existentes.

 La presencia de seres no terrícolas es un tema que aterroriza sino recordemos el episodio archiconocido de Orson Wells.

Nuestro escritor ubica su cuento en la selva peruana, que de por sí ya resulta misteriosa, por la multitud de seres de la naturaleza salvaje que la habitan, que bien pudo utilizarlas, pero no, opta por una presencia externa al lugar.

De este enfrentamiento, resulta curioso el hecho de que solo los niños sean las víctimas. Quienes no solo representan la inocencia y la vulnerabilidad, sino también son el germen de toda sociedad. Son los futuros ciudadanos, la nueva hornada de seres humanos que integrarán y, en determinado momento, gobernarán el mundo. Su extermino sería el de la humanidad. 

Por otro lado, advertí el detalle de los niños desamparados, huérfanos, quienes casualmente son los eliminados, al menos así lo noté en la ficción. Habría que detenernos en ese detalle. Tal vez los lectores más acuciosos puedan hacerlo.    

Este cuento también queda pendiente, pues la amenaza aún está latente y pretende regresar.


El cuarto cuento: Jauría

Último cuento que desarrollará el tópico de lo indefinible, pero que pesa, está presente y mata o perjudica. El no saber el porqué de las acciones violentas de los animales a ciencia cierta. Desde el punto de vista de un narrador heterodiegético, las acciones van a un ritmo de intensificación espeluznante y abarca un radio amplio.

¿Qué podría ser más desconcertante que las mascotas, los animales más fieles de los hombres se conviertan de un momento a otro en asesinos despiadados?

Es este juego de la incertidumbre y de la tensión que se siente por estar siendo acechado y luego víctima de unos perros carniceros. Estar a merced de ellos y no tener la ayuda apropiada, causa el pánico. Sobre todo, al ser testigos de cómo los personajes son despedazados. 

Es un cuento que tiene un final en incógnita, pues aparentemente se acaba con el problema, pero con la angustia de que pueda ocurrir en otro espacio y tiempo.

También es un cuento mucho más cercano a lo posible. Pues recala en una potencial situación que podría suceder. Cuando una especie animal reacciona de manera salvaje, posiblemente por un virus que los infecta. Podría haber un punto de reflexión en cuanto hasta qué punto nuestra ciencia y las sociedades superdesarrolladas pueden estar jugando con la vida de la humanidad. Estos dos últimos cuentos tratan de seres venidos de fuera de nuestro planeta o de una posible contaminación, como hechos potenciales.

Lo que sí aparece de manera reiterativa en estos cuatro cuentos es la presencia de personajes niños. De alguna manera la muerte en ellos aparece de la manera más cruel y despiadada, tal vez haya, en el trasfondo de estas ficciones, un llamado para poner atención en la niñez. Y creo que eso es otra invitación a su lectura. 

 El espacio 

Mieke Bal, en su texto Teoría de la narrativa. Una introducción a la narratología nos explica que los acontecimientos suceden en algún lugar. Este espacio, el de la narrativa, es abstracto, es decir, es una construcción mental que el lector crea en su imaginación estimulado por las percepciones de los personajes, las descripciones o la información que transmite el narrador. En el espacio de la historia están contenidos el personaje y el escenario, los llamados existentes.

 De lo vertido por la teórica holandesa, podríamos decir que los dos primeros cuentos se desarrollan en espacios cerrados. El primero en una casa antigua, y se centra en un armario. El segundo cuento, dentro de una iglesia, originándose bajo tierra, para luego desplazarse a la superficie.

Y, precisamente, por ese entorno un tanto limitado, el número de personajes y protagonistas es mínimo. No hay muchos personajes.

El tercer y cuarto cuento se desarrollan en espacios abiertos. El tercero su ubicación geográfica está definida en Aguaytía, ciudad de la zona selvática peruana. Y el punto de origen es el río. Los protagonistas se desplazan en grandes y amplias superficies que no dejan de tener la atmósfera atemorizante.

El cuarto cuento también está ubicado en un espacio abierto, una ciudad, con sus habitantes y autoridades, por lo tanto, se asemeja más a nuestro espacio real urbano en el que nos movemos. En estos dos últimos cuentos el número de protagonistas y las áreas de su accionar es mayor a los dos anteriores. 

El tiempo

Mieke Bal, en su texto anteriormente citado, nos manifiesta que un acontecimiento, por muy insignificante que sea, siempre ocupa un tiempo en la realidad. Pero el tiempo es de carácter hipotético en una narración, en el cual los acontecimientos no han ocurrido «realmente».

En este sentido, el tiempo en estos cuentos cubren cortos periodos de duración en días. Los dos primeros cuentos ocurren en horas de la noche. Mientras que en el tercer cuento entre el día y la noche. En el cuarto cuento los hechos suceden de día.

Por otro lado, la linealidad del tiempo narrado es interrumpida en la mayoría de los cuentos mediante el uso de la analepsis, como técnica que permite al autor alterar la secuencia cronológica de la historia narrada trasladando las acciones al pasado. Sin lugar a dudas, el uso de las analepsis sirve para informarnos sobre algunas partes de la historia, para completar lo que el lector desconoce, para entenderla con mayor cabalidad. Las analepsis en cada uno de los cuentos son las estrictamente necesarias como un buen acierto.

La elipsis o la suspensión temporal de la historia, también se presenta mediante el uso de los diálogos, pues mediante su intercalamiento retardan la crisis y el desenlace. Así como las descripciones de los lugares y las acciones de los personajes que ralentizan la historia.

Por otro lado, se apela a las fechas, con el fin de dar verosimilitud y delimitar los sucesos, identificando los días y las horas, este detalle de la precisión del tiempo es crucial para el sentido realista en el que se desarrollan los acontecimientos, otorga credibilidad a los hechos contados.

 El lenguaje

En general es un lenguaje estándar, claro, conciso y coloquial. Se observa el uso de frases creadas para ambientar y soliviantar el ánimo del personaje y de los lectores tales como:

silencio sepulcral

golpes desgarradores

percibí rasguños bajo el piso

pequeñas risitas desde las profundidades de la tierra

una sombra negra grande

una voz suave y cilíndrica se dejó oír

la mano amarilla apareció desde abajo del río, etc.

El narrador debe adoptar adjetivaciones, y construcciones léxicas y demás recursos lingüísticos para incrementar el marco de asombro que pueda describir, o de algún modo demostrar que no puede describir aquello que escapa a la razón y la lógica. 

Por otro lado, en cuanto al lenguaje, en algunos momentos se les otorga a algunos personajes modos de habla para distinguirlos. Como las voces de los niños en el segundo cuento o en el tercer cuento con el personaje Chinito.

David Roas, en su libro Teorías de lo fantástico manifiesta en este sentido que en la literatura de este tipo se pone de manifiesto las problemáticas relaciones que se establecen entre el lenguaje y la realidad, puesto que trata de representar lo imposible, es decir, ir más allá del lenguaje para trascender la realidad admitida. Pero el lenguaje no puede prescindir de la realidad: el lector necesita de lo real para comprender lo expresado.

Apreciación general


Los cuentos leídos se adscriben al tipo de cuento de terror moderno, ya que en estos el que gana es el mal, mientras que en los cuentos de terror clásicos el bien superaba al mal. Elton Honores en su ensayo La civilización del horror, propone dos modelos esquemáticos del terror, uno de modelo clásico y el segundo modelo moderno, sobre este último afirma que la estructura varía en su resolución: 1) orden inicial del mundo representado; 2) desorden/caos/realidad ficcional alterada; 3) fracaso y derrota del sujeto en la reinstalación del orden; es decir, no hay una vuelta al orden inicial, los personajes o pierden la vida o se sumergen en el caos o la posibilidad de volver al caos queda latente.

En todos los cuentos hay muertos, y de muerte violenta, de la forma que nadie desea. Elton Honores en su libro mencionado, expone que: la muerte en la ficción fantástica es políticamente transgresora ya que ‒en potencia‒ corta con violencia toda pulsión erótica, todo placer, o programa personal del personaje de ese mundo posible semejante al nuestro; a la vez que muestra el fracaso de la razón que se ve desbordada por el agente del mal, por el monstruo, que muchas veces no puede controlar y reafirma la condición susceptible y frágil del ser humano y la contingencia de la existencia humana. 

Entonces el tópico de la muerte en este tipo de narraciones es de carácter obligatorio, y si es salvaje, macabra, grotesca con mucha mayor fuerza incidirá en la atmósfera terrorífica que debe contener un relato de terror; pero también es gratificante sentir que esa embriaguez de la tensión, ansiedad y horror es bien llevada con una eficaz escritura en los cuentos que estamos comentando.

 Esto cuentos están preñados de muertes tan espeluznantes que podemos sentir sobre nuestras ropas la sangre salpicada. Sobre todo, el autor se solaza en las descripciones de los cuerpos descuartizados, seccionados, sanguinolentos, de vísceras y miembros desencajados que nos provocan arcadas.

 Para culminar, y según mi apreciación, estos cuentos tienen una cualidad adicional. El modo como se trata lo narrado, el modo como se describen los hechos, el detalle con que se muestran los actos macabros para intensificarlos me provocan escenas de cine. Esto resulta un acierto en este tipo de relatos, pues el autor nos permite “visualizar” lo contado. Bien podrían ser llevados a la pantalla grande si así el escritor lo decidiera.

*Eugenio Mario García Eugenio: Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Organizador del II Coloquio de Literatura Infantil y Juvenil Francisco Izquierdo Ríos en 2014. Ha participado como ponente en las Jornadas de Literatura Peruana y Latinoamericana de 2015. Ha publicado artículos y cuentos en revistas como Campo de Letras 80, de la que también es miembro del Comité Editorial, en la compilación de ensayos y artículos Cuadernos Urgentes, entre otras revistas. Tiene como eje de investigación la narrativa del periodo de la violencia política y la narrativa fantástica.


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