Espinar, un caso más que muestra nuestro carácter semicolonial

   Por: J. Miguel Vargas Rosas 
  
     Hace no más de dos años atrás, acudimos a visionar el documental “La vida no vale un cobre” en el auditorio de la Pontificia Universidad La Católica del Perú (PUCP), en el cual se muestra la contaminación y el daño que causa a la provincia de Espinar la actividad minera de Antapaccay, la cual reemplaza a Tintaya. Al finalizar, los realizadores entregaron a los asistentes recipientes que contenían agua contaminada, causantes de cáncer. Es una verdad, no una fantasía o invención. La minería demuestra a carta cabal lo que Marx sentenciara en cuanto a la naturaleza de la burguesía; que tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el hombre. Años de explotación minera en distintos puntos del país lo han demostrado; Raura, Cerro de Pasco, Conga o Yanacocha. 
Meses anteriores, en una ponencia mostrábamos los siguientes datos: “(…) la mayoría de las empresas mineras son extranjeras y están exentas de impuestos, solo sometidas a un sistema de miserables regalías que equivalen al 1 o 3% del total bruto de ventas, es decir solo 3% como máximo de las ganancias. Este sistema fue impuesto por el segundo gobierno de Alan García en el 2006 y pese a las promesas de Ollanta Humala de establecer un impuesto a las sobre ganancias mineras, este no ha sido implementado hasta hoy y en cambio en el 2011 lo que hicieron fueron pequeñas reformas tributarias en cuanto a las regalías, a las que según un estudio de la PUCP, se aplican sobre todo a las utilidades (utilidades que por cierto pueden ser alteradas por las empresas) buscando percibir 3000 millones de soles, pero hasta ahora se percibió como máximo 1166 millones anuales de soles aproximadamente (ojo, soles, no dólares), suma que las empresas mineras cuadruplican en dos meses. La realidad actual, es que incluso en los últimos años se ha percibido solo 32,000 millones de soles según La República”. Una realidad cruda que no ha cambiado positivamente para el Perú, pese a los tres años que han trascurrido. En el caso de Espinar, Antapaccay entrega a la municipalidad solo 3% de regalías de sus ingresos netos, a costa de contaminar el agua, las tierras y convertir la salud en una enfermedad mortal. 
De esto se desprenden efectos secundarios, que se observan durante esta pandemia como el despido masivo, el desempleo y desamparo en el que han dejado a sus trabajadores. Esto fue el detonante de las últimas protestas y represión violenta de las fuerzas gubernamentales tras la implementación del nuevo gabinete. Los pobladores de Espinar exigieron una bonificación de mil soles para los desempleados que quedaron; sin embargo, la minera -con el espíritu inhumano que la caracteriza- se rehusó porque no se establece en el convenio firmado con las autoridades. Lo demás, ya se sabe por los noticiarios: se quemaron hectáreas de las comunidades, se dispararon a los habitantes y los reprimieron violentamente. 
Hay que entender la contradicción que se da tanto en el interior como en el exterior y la contradicción interior-exterior. Desde los economistas clásicos (término que acuñó Marx a las teorías de Mill, Ricardo, Smith y otros), se comprende que el desarrollo real parte del desarrollo interno, más que del externo. Mariátegui resalta aquí que la casta feudal, la menos nacional, asumió el poder durante la República. Es una verdad vigente hasta ahora; la política menos nacional, ahora regida por los beneficios de la gran burguesía peruana y la vieja guardia del feudalismo, impiden el desarrollo interno. A esto hay que sumar la política expansionista del imperialismo, aplicando semicolonialidad y vistiéndola de “globalización”. En estas condiciones, ingresamos a la supuesta política de “Libre comercio” que como vemos en nada ha beneficiado al pueblo ni al capitalismo nacional. 
Si bien es cierto que hay que aunar a esto los actos de corrupción por las autoridades regionales, nacionales y provinciales, se debe remarcar que los actos de corrupción son naturaleza del sistema capitalista – lo cual ya se explicó reiteradamente y lo explica el propio Karl Marx – y seguirá siendo un elemento importante en un modelo de producción donde solo se busca la mayor cantidad de plusvalía y/o beneficio económico. El solo hecho de no defender la soberanía, es un acto de corrupción. 
Para no extendernos, señalaremos como conclusión, nuestra solidaridad con el pueblo de Espinar, y que su problema es un problema que afecta a todo el Perú, por lo que luchamos moralmente con ellos en contra de los abusos de las grandes mineras. No vale fiarse de las organizaciones en defensa de la naturaleza, pues mientras estén sujetas a las reglas de juego del imperialismo, poco o nada ayudarán a solucionar el daño contra sus comunidades. Como dijera Chomsky a quien parafraseamos anteriormente: “Las organizaciones en defensa del medio ambiente, de la naturaleza e incluso de las comunidades indígenas como los organismos de salud, están supeditadas al poder de los organismos del comercio internacional como la OMC, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional”


*En el 2003 la tasa de mortalidad iba en aumento desacelerado de la población Espinar en general y de forma abrupta la tasa de mortalidad infantil en dicho lugar se disparaba. 

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