VISIÓN DE LA CULTURA AMAZÓNICA: LA VIOLENCIA Y CONCIENCIA REPRESENTADA EN SU LITERATURA

Por: J. Miguel Vargas Rosas

   Hay que señalar, ante todo, que la cultura amazónica está muy enraizada en la naturaleza y la naturaleza alimenta la cultura amazónica día a día, tal como alimenta también a la cultura del hombre alto-andino. Esta afirmación, creo yo, es irrebatible. El hombre de la selva ama la naturaleza, la ve como un ser humano más, la cree indispensable y ve en ella un ente que alimenta su espíritu y que está prendida a sí.
     
Mariátegui apuntó, al tocar el problema del campesino en la sierra, que: “quitarle la tierra al indio es como quitarle la vida misma”, algo similar se podría decir con respecto al hombre de la selva: “Si le quitáramos la tierra y su verde naturaleza, sería como quitarle la vida”; solo comprendiendo este tipo de conciencia y razonamiento, podremos determinar los procesos sociológicos o de razonamiento en común, que desencadenaron los últimos acontecimientos, sucesos que, por cierto, demandan un estudio más amplio por parte de la sociología y otras ramas de las ciencias sociales y políticas, porque de ello (de esta toma de conciencia e idiosincrasia) se desprende o emana un amasijo de hechos a los que se les nombra solo como actos de “violencia”, sin distinguir si fue una violencia justa o no, tal es el caso de la resistencia de los pobladores contra una minera en Bagua, al cual llamaron “baguazo”.
 Así pues, si partimos del materialismo dialéctico podríamos indicar que la realidad o las relaciones sociales van forjando nuestra conciencia y esta a su vez va a actuar sobre esas relaciones sociales, pero aún hay más: esta conciencia social va a buscar formas de expresividad. Una de ellas, y la que nos atañe en esta ponencia, es la forma literaria.
      Entonces, el arte es la expresión estética de la realidad o sentimientos creados por dicha realidad, a la cual se añade ficciones y estas ficciones no son más que otras realidades entremezcladas que han ido forjando o profundizándose en nuestra conciencia a partir de la observación y análisis de los sucesos objetivos dentro de las relaciones sociales. Muy a diferencia de lo que ha sucedido en la filosofía, donde la falta de comprensión de los fenómenos objetivos llevaba a los filósofos a inclinarse por la solución más fácil (como si fuese una rendición) e inclinarse hacia el idealismo, en la literatura la ficción es consciente, no es un error e incluso en esa ficción hay mensajes aplicables a la realidad y son extractos de la realidad objetiva; es decir, cumplen un rol. 
       Creí necesario hacer un pequeño esbozo sobre esto, ya que la literatura de la selva peruana está llena de ficción, pero es una ficción que rayana con la realidad. No abunda mucho el realismo mágico, pero sí lo real maravilloso, al cual, su fundador, el escritor cubano Alejo Carpentier definiría como el relato que parece irreal e increíble a otros ojos, pero es real y/o creíble dentro de la conciencia de un determinado grupo de personas con cultura propia y diferente.
        La literatura de la selva ha reflejado aquella cultura impregnada de naturaleza. Los personajes en cada narración están en constante y profundo contacto con la naturaleza y si estos personajes no son seres humanos, son animales o incluso árboles y plantas. Pero, la virtud de la literatura amazónica consiste en que la esencia es la naturaleza y esto se debe destacar con suma urgencia, ya que en otros lares también ha aparecido literatura comercial, de salón y mercantilista que utiliza a la naturaleza como un punto de comercio, aludiendo estar en defensa del medio ambiente, pero está exenta de esa profundidad con la que los escritores selváticos enriquecen sus obras.
        La naturaleza está presente en casi todas las composiciones literarias de la selva, desde el cuento “El bagrecito” de Francisco Izquierdo Ríos, pasando por “Sangama” y “Selva Trágica” de Arturo D. Hernández, hasta llegar a los contemporáneos poetas como Jorge Salazar Saldaña y otros. Además, es importante sumar a esta lista de escritores a Martín Reátegui Bartra, narrador moderno que con el uso diestro y fluido de las técnicas nuevas de literatura, ha legado su obra “Shunto”, que significa fuego.
       A esta esencia (la naturaleza), la mayoría de escritores de la selva le añaden un ingrediente más, que es la representación de las relaciones de producción o los efectos de esta, de forma consciente algunas veces e inconsciente otras. En “El bagrecico”, Izquierdo Ríos hace ver la crueldad con el que el hombre aniquila la fauna silvestre y Arturo D. Hernández ataca ferozmente la religión y clama el derrumbamiento de las viejas estructuras sociales en “Selva Trágica”, siempre defendiendo la cultura amazónica. También está Jorge Salazar Saldaña, quien con un tono más tierno, realiza una crítica asidua contra el estado actual de cosas y le dedica líneas estéticas a la Lupuna y otros elementos de la naturaleza selvática.
            La violencia por ende es tocada como una herramienta de opresión que viene desde fuera, una violencia injusta que desde la llegada de los "foráneos" ha asediado al poblador amazónico y este, siempre ha intentado defender lo que es suyo. Solo cuando sienten que le arrebatan algo, han levantado la violencia y por eso es que los escritores relatan la violencia que toma como víctimas a su cultura, su gente y territorio. 
         Martín Reátegui, con Shunto, se convierte en una especie de punto de quiebre, porque aquí ya el poblador amazónico está golpeado constantemente por la violencia de fuera y tiene que batallar contra la injusticia social o el modelo económico que le imponen. Es un punto de quiebre en cuanto al aspecto sociológico que predomina en sus relatos, ya que la naturaleza sigue siendo esencia en el espíritu del texto, pues el mismo nombre “Shunto” hace alegoría al fuego, que es mítico en las comunidades nativas de la selva.
        Marín Reátegui, pese a tratar temas mucho más cercanos y que siguen lacerando la sociedad peruana, como es la violencia política iniciada en 1980, no renuncia a sus raíces, no renuncia a la cultura de la selva propiamente dicha, ya que todas las acciones e incluso los símiles que aplica, están en conexión directa con el ambiente tropical. Hay en él, mucho de historia y mucho de realismo. En esto, vemos la diferencia con respecto a las obras de Arturo D. Hernández, porque Reátegui se introduce en la psicología del poblador amazónico y puede relatar de forma ágil y ligera, las costumbres, los ideales de sus personajes que son antihéroes y de la clase baja, ignorantes algunos, marginados por el sistema, golpeados por la vida y las relaciones de producción.
         Mientras Arturo D. Hernández se inclina hacia el romanticismo, Reátegui que no se desprende del todo de ese romanticismo, se inclina en un porcentaje mayor al realismo crudo y al racionalismo.  
      Haré un paréntesis, porque he tenido la oportunidad de conocer literatura selvática y literatura que habla sobre la selva, donde se muestra al habitante amazónico como un ser sin pudor ni moral, un ser que es capaz de todo frente al sexo; se ha visto también la satirización contra su comportamiento aparentemente libertino e incluso se nos ha acostumbrado al pensamiento malsano de que el meretricio adquirido en la cultura amazónica se debe a ese espíritu libertino. Reátegui se asoma a este tema también, haciendo un estudio más real, mostrando las causas de esta corrupción desde un punto de vista objetivo: el desamparo en el que viven las personas que la ejercen, al que se adhiere una falta de educación y cultura positiva. 
       Es decir, Reátegui en Shunto trata de mostrar una amalgama de temas sociales, centrándose sobre todo en la violencia política de 1980, donde el hombre de la selva toma a la naturaleza como una fiel camarada o compañera, ese es el caso del relato “Camarada Zapote”, donde el árbol ayuda a toda una tropa de guerrilleros, prestándose como escondite de armamentos pero aquí no se usa la fantasía, sino que el realismo entra a jugar bastante con lo subjetivo o lo psicológico de los personajes, que ya hemos dicho está conexo a la tierra y lo que en ella habite (hermanados). 
      Si antes de la violencia de 1980, en la selva se dejaba sentir ya el dolor y la injusticia social que causa el sistema semicolonial que rige el país, desde 1980 tuvieron que enfrentarse contra el salvajismo más cruel con el que arremeten los gobiernos de turno y las superpotencias imperialistas. Reátegui abre la ventana para que el que desconozca esto, lo pueda ver con claridad. (Continuará...) 

Comentarios

  1. Muy buen análisis sobre la literatura selvática. Creo que es correcto realizar este tipo de interpretación, desde el materialismo histórico, también en la literatura. Lo que agregaría, tomando como base los Manuscritos del 44 de Marx, es que en la relación ser social/naturaleza, hay un intercambio metabólico que los transforma a ambos: el hombre transforma su medio y en el proceso él mismo es transformado por esta, el vínculo es el trabajo. El trabajo como espacio creativo, socializador, imaginativo, etc. va determinando su conciencia… Que estas múltiples experiencias sean tomadas y modificadas, por el lado artístico, por los escritores para sus creaciones literarias en nada niega su existencia, que acaba apareciendo a veces de manera incompleta y rudimentaria en sus obras y otras de manera más clara, depende también de la conciencia de clase del autor.

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    1. J. Miguel Vargas Rosas16 de julio de 2020, 8:45

      Muchas gracias por el aporte Lou. Muy buenos datos. Saludos cordiales!

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