El oficio perturbador de J. Miguel Vargas Rosas

 Escribe: Walter Villanueva Azaña    

    Los cuatro cuentos reunidos en *Hijos de la iglesia* son a la vez espeluznantes y perturbadores. Imbricados por ese hilo fino del suspense, J. Miguel Vargas Rosas involucra a los lectores en una pendiente peligrosa en la que se deslizan entre voces ensordecedores, apariciones terroríficas, charcos sanguinolentos y donde cada página leída nos sumerge en un hoyo oscuro y tenebroso de la cual es difícil salir, sino estremecidos y lánguidos.

       En los dos primeros cuentos *Armario* e *Hijos de la iglesia* se muestran escenarios cerrados en los que cada vez hay hallazgos uno más macabro que el otro. En un pasaje del primer cuento, la imagen narrada es terrible: "Desenredó las cadenas oxidadas, tiró de las dos hojas de la puerta y se congeló al observar el cuerpo ensangrentado de su madre que tenía el tronco descansando sobre las piernas destrozadas, un corte profundo en la garganta, por donde manaba sangre; los ojos profundamente cerrados parecían mirar el suelo, pues la quijada tocaba el pecho; y los brazos tumefactos se habían alargado". (pp. 14-15)

          Mientras el cuento que motiva al título del libro, *Hijos de la iglesia*, crea una atmósfera envolvente para narrar la situación de los niños deambulando en la iglesia como fantasmas esperando justicia, el relato se convierte en una metáfora de la pesadilla que devela cómo las instituciones religiosas permiten el abuso infantil en sus propios recintos de culto.

   Los dos cuentos finales, *Extraños habitantes* y *Jauría* desarrollan dramas sociales lindantes con el terror y las creencias populares. Con ribetes del realismo sucio norteamericano y registros del habla coloquial, estas cuatro piezas cuentísticas bordean esa delgada línea que separa la insania de la cordura, lo sobrenatural de lo natural y la perturbación de la apacibilidad.

       J. Miguel Vargas Rosas nos entrega un resultado estremecedor con su libro *Hijos de la iglesia* y nos confirma la maestría de su joven escritura.


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