La lluvia...

       No sé si ustedes han sentido lo mismo, pero la lluvia para mí siempre ha sido un elemento nostálgico-feliz, algo sustancial, como si fuera un alma que ilumina a otro espíritu y lo llena de un sentimiento inexplicable; tal vez pudiésemos compararla con un poemario tan desgarrador que se abre ante los ojos de los nostálgicos y/o enamorados. En ella llegan fantasmas del pasado, saludan distantes, haciendo lo que nuestra adultez o preocupaciones no nos dejan ya hacer. Por ejemplo, me gustaría apoyar la cabeza en el regazo de mi abuela, mientras ella replica con una sonrisa dulce: "mi huraño", acariciando mi cabeza maternalmente. La lluvia, tiene esa forma maternal, de acurrucarnos, de abrazarnos o cubrirnos con su manto.
         Es cuando uno evoca tantas cosas y se traslada lánguidamente a otro espacio-temporal. La lluvia no es solo un fenómeno, sino un espíritu que contagia. Por ejemplo con la lluvia se conglomeran en mí, los juegos bajo la lluvia, los partidos de fútbol ininterrumpidos; la primera vez que la vi, en el parque, con una mirada dulce, tierna y sana. Ella con su sonrisa pueril, su delicadeza enamoradora. El paseo de antorchas en el viejo pueblo, perseguidos por la mirada maternal y la seriedad del padre. 
           -Eles mi amigo, ¿no? - preguntaba uno de mis amigos 
.       -Claro - nos abrazábamos por el hombro, aunque mi hermano siempre era el jefe de nuestra pandilla.
           El aguacero golpeando las calaminas. Miradas que aún golpean y punzan. Las tardes soleadas con los escolares de mi época. Ella, en algún lugar, yo en otro. Las primeras ilusiones. Pese a todo ello, debes ser una piedra para que la nostalgia no te derrumbe. Una piedra para seguir avanzando, pues la vida consiste en eso, avanzar aunque poco entendamos el sentido de la dialéctica, el progresar hacia el final.
         Pueblo, amazonas, ríos, quebradas, montañas.
         Amaneceres, crepúsculos, silencios.
        Amigo que ha partido a lo eterno. Abuelo abrazándome con su sonrisa ancha, pequeño él, con piel canela y su chascarrillo. Pueblo luchando sus batallas por conquistar vidas mejores.
       En fin, el alma se empapa de aguacero y se torna una jungla con una torrencial lluvia. Hay que ser piedra, aunque esta se humedezca y la humedad sean lágrimas...

           

Comentarios

Más populares

La última estocada....

Los cuentos embrujados y norteamericanizados de Roncagliolo